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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Aróstegui es ya el tonto del pueblo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Vengo recibiendo, desde hace años, recomendaciones para que deje de escribir sobre Juan Luis Aróstegui. Y debo reconocer que mis lectores, que son los que son, y por eso sigo siendo el columnista titular de la contraportada de este periódico, no han dejado de indicarme que estoy a punto de ser considerado un pesado. Y con razón. Ante esas advertencias, siempre he aducido en mi descargo la vieja excusa infantil: “Yo no he empezado”. Y he dado las explicaciones debidas.

Cuando un tipo como Aróstegui se convierte en un pelma insistente, además de con frecuencia imbécil, hay que salirle al paso todas las veces que sean necesarias, porque cuenta con una tenacidad que, en cuanto viera que me cansaba en las contestaciones y dejara de hacerlo, acabaría imponiendo sus memeces como una apisonadora.

Aróstegui es un hombre triste. Lo ha sido siempre. Por razones que no vienen al caso exponer. Y su aflicción le ha ido consumiendo. Por lo que su imagen, deteriorada en muchos aspectos, ha sido la causante de que nunca haya podido ganarse la voluntad de los votantes de su pueblo.

Semejante desprecio en las urnas, mientras otros candidatos sabían sacarle réditos a sus comparecencias, fue horadando el yo de Aróstegui hasta extremos insospechados. Y acabó por convertirle en un sujeto desabrido, áspero, huraño, etcétera. Un sujeto que nunca se ha cortado lo más mínimo en dar muestras de altanería. Soberbio, presuntuoso, arrogante, mirando a los demás por encima del hombro, llegó un momento en el cual Aróstegui estuvo convencido de que estaba siendo víctima de la crueldad de unos ciudadanos considerados por él como trogloditas y que representan lo peor de una derecha que en Ceuta debe ser combatida como si fuera una calamidad pública grave.

Y, atiborrado de odio, Aróstegui ha venido tratando por todos los medios que la convivencia en esta ciudad se vaya a pique. Que se arme la tremolina y que cristianos y musulmanes comiencen a recelar de unas relaciones que él se ha propuesto conducir por los cauces del más furibundo enfrentamiento. Actitud tan deplorable cual repleta de maldad y que ha debido ya poner en guardia a quienes están obligados a percibir semejante tejemaneje.

Dicho lo dicho, a partir de ahora, porque vengo comprobando que a Juan Luis Aróstegui -líder de la coalición ‘Caballas’, secretario general de CCOO, editor de Ceuta al día, colaborador y amigo íntimo del editor del periódico añejo, director de un Instituto y otros muchos cargos- le han perdido el respeto y ya se atreve a escribir sobre él hasta el tío del tambor, voy a hacer todo lo posible por no mencionarle más en mis escritos. Así como suena.

Sé que me va a costar lo indecible el poder cumplir lo que estoy anunciando. Pero a la fuerza ahorcan. Y me explico: cuando nadie osaba llevarle la contraria a un tipo que sigue jactándose de ser la persona más inteligente de Ceuta, yo no tenía el menor inconveniente en rebatirle todas sus proclamas. Exponiéndome a que me consideraran un pesado. Y con razón.

Pero en cuanto he visto que se ha ido convirtiendo en el centro de las críticas de cualquiera, el tal Aróstegui ha perdido mucho interés para mí. Tanto, como para considerarle ya un político de tercer nivel y propenso a servir de muñeco para que practiquen con él incluso las personas que empiezan a jugar al abejorro. Una pena.
 

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