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cultura - DOMINGO, 20 DE FEBRERO DE 2011


Querol,  Riveiro y los alumnos. e.p.

REPORTAJE / Clases para adultos en el Conservatorio
 

No son niños prodigio pero...

El Conservatorio Profesional ha
aumentado este curso el número de
plazas para adultos dada la enorme
demanda de solicitantes por lo que se ha pasado de 8 a 19 alumnos en el primer curso
 

CEUTA
Paulina Rodríguez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

No son niños prodigio, no. De hecho, hace algunos años que abandonaron la infancia. Hoy son personas adultas con obligaciones familiares y laborales. Sin embargo, han encontrado algo que les motiva, que les úne y los diferencia de las personas convencionales que piensan que la edad es un impedimento para conseguir nuevos logros. Y, por supuesto que no lo es. Únicamente, y como en casi todas las facetas de la vida, hace falta voluntad y una gran dosis de ilusión, que en la mayoría de las ocasiones suele significar la receta perfecta.

El año pasado decidieron que ya era hora de dedicar parte del tiempo a una pasión: la música. Y el Conservatorio Profesional les dio la oportunidad de aprender a conocer los entresijos de un mundo apasionante. Ellos son Lucía, Carmen, Loli, Mabel, Ricardo, Tomás, Pedro, Mari Carmen... En total, 19 alumnos que han decidido iniciarse en la música.

Desde hace varios años el Conservatorio Profesional de Música lleva ofreciendo la posibilidad de enseñar a los adultos. A pesar de que siguen teniendo preferencia los niños, el cupo de plazas no ha hecho más que aumentar, entre otras cosas, por el incremento de la demanda. En el curso anterior sólo ocho personas comenzaron el aprendizaje musical en el centro. Sin embargo, en el actual ya hay 19, y la idea del Conservatorio es proseguir en el esfuerzo de ofertar el mayor número de plazas.

Una de las artífices del gran éxito de estas clases es la profesora de Lenguaje Musical, Laura Riveiro, quien lleva tres años intercalando la enseñanza a niños y adultos. La gran diferencia que encuentra es la “motivación” con la que vienen estos estudiantes. Es “más gratificante” en el sentido de que “nadie les obliga a venir”. Se puede dar el caso de que los más pequeños vengan porque así lo desean sus progenitores. Sin embargo, los adultos vienen “porque quieren”, y la ilusión, en muchos de los casos, se multiplica.

Así se constató en la visita que realizó este periódico a las nuevas instalaciones del Conservatorio. En el tiempo compartido con algunos de los alumnos se hizo palpable la motivación con la que estos vienen a clase. Así, Lucía García, una de las estudiantes, explicaba que el aprendizaje de la música “no tiene edad”, lo único indispensable es “encontrar el momento adecuado”.

Otra de las alumnas de primer curso es la consejera de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu, quien resaltó que la experiencia era “muy bonita”. Para Deu una de las razones fundamentales era la capacidad de la música de “relajar” y de “hacerte desconectar”. A pesar de que sus obligaciones laborales le impiden asistir regularmente a clase, Deu no pierde el ritmo con respecto a sus compañeros puesto que las nuevas instalaciones posibilitan que los alumnos puedan acudir a practicar de forma libre. Aún así, la consejera cuenta con un piano en casa ya que fue su hijo el que comenzó con las clases, aunque las ha tenido que dejar porque ha comenzado la Secundaria.

El buen hacer de los profesores y la voluntad de los alumnos hace que los progresos sean palpables en los primeros meses. Así lo constata otra de las asistentes a estas clases, quien consideraba que el Conservatorio le había dado la oportunidad de “cumplir un sueño”.

Su padre tocaba el clarinete. Su hermano también era músico y, posteriormente, fue su propio hijo. Ahora es su turno. Así, manifestaba Loli Álvarez, quien reconocía que otro de los motivos para empezar en el Conservatorio, era porque le apetecía inaugurar las nuevas instalaciones. Un nuevo espacio que satisface a la mayoría, a pesar de que otro de los alumnos, Tomás Partida, reconoce que “quizás” se han precipitado en su inauguración, puesto que aún hay “aulas vacías” para poder practicar. A pesar de este inconveniente, Partida reconoce que se siente “satisfecho” de formar parte de este grupo.

La primera parte del aprendizaje musical quizá sea la más ingrata pero Riveiro trata de hacerla de la forma más llevadera posible. Lo que antes era la asignatura de Solfeo, ahora se llama Lenguaje Musical y en ella se aprende a leer una partitura, paso básico para tocar un instrumento. Además, parte de estas clases también se dedican a modular la voz, “tratamos de que entonen lo mejor posible y que sepan utilizar el instrumento más potente”.

Aunque el piano sigue siendo el instrumento más conocido y predilecto por muchos, algunos de los alumnos se dedican a otros. Pedro Castañera pretendía aprender a tocar la guitarra pero no había plazas disponibles y se terminó decantando por el clarinete. Nota los avances y valora especialmente el buen ambiente que reina en las clases, así como la paciencia que muestran los profesores.

No son niños prodigio, no. Sólo son personas adultas con inquietudes. Quizás el reconocimiento y los aplausos se los terminen llevando los alumnos más pequeños. Sin embargo, tienen algo mucho más importante: el respeto por el esfuerzo que realizan.
 

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