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OPINIÓN - MARTES, 22 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conocer el camino y conducir bien el coche
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dijo alguien, a quien seguramente no le hacía mucha gracia recibir malas críticas, que un crítico es un hombre que conoce el camino pero no sabe conducir el coche. En el fútbol, concretamente, son muchos los opinantes profesionales que podrían sentirse aludido por la cita e incluso aceptarla con resignación. Porque tampoco es un pecado reconocer la falta de conocimientos suficientes de un deporte cuya inmensa popularidad se debe, mayormente, a que todo el mundo puede opinar pasándose el sentido del ridículo por la entrepierna.

El domingo, media hora antes de que comenzara el partido entre la Asociación Deportiva Ceuta y el Sevilla Atlético, no tuve el menor inconveniente, conversando con los compañeros de palco, que son siempre los mismos, en exponer mis pareceres acerca de lo que podría ocurrir durante el encuentro. Y lo hice, como en otras ocasiones, porque yo puedo ver cuanto ocurre en la oscuridad del césped, mediante una linterna, lo que muchos otros no verían jamás ni con focos de alto voltaje (verán ustedes, que no tengo abuela).

Lo primero que se me ocurrió contarles fue algo relacionado con Manolo Pérez (jugador de buen manejo de balón, precisión en el pase, tiro envenenado desde la media distancia, y poco dado a complicarse la vida con conducciones estériles): si juega por delante de la defensa, con el fin de que organice desde esa posición, su buen rendimiento durará hasta que el jugador adversario, lo localice, lo agobie, lo anule, y acabe por convertirse éste en el mayor peligro para la portería de Fock.

Manolo Pérez debe jugar quince o veinte metros por delante de esa situación, y como escudo de los defensores ha de hacerlo un futbolista con sentido de la anticipación, capacidad defensiva, y dispuesto a cumplir con la misión táctica concreta, adjudicada por el entrenador. Lo cual no significa que tenga que ser un botarate manejando el balón.

La situación de Pérez, en cuanto éste pierda fuelle, será aprovechada por los visitantes, debido a que Ormázabal y Añete juegan andando y ocupan pocos espacios; con lo cual entre ellos y el ya tanta veces reseñado Pérez hay una franja de terreno, tan inconmensurable como vacía, que será aprovechada por los contrarios.

Los primeros minutos del partido entre ceutíes y sevillanos fueron de dominio hispalense. Y pudieron obtener gol los hombres dirigidos por Tejada, si Luis Alberto y Rodri no hubieran rivalizado en egoísmo. Y, desde luego, el dominio se igualó porque Javi Navarro, en un alarde de voluntad y sacrificio, decidió ayudar a Pérez luchando lo indecible para cerrar la brecha que habían abierto los futbolistas de la banda izquierda roja.

Lo demás, en cuanto Pérez se derrumbó en todos los sentidos, fue un despropósito: la posición de Sandro y su abulia, injustificables. Lo de Villatoro, inconcebible. Y absurda, desde luego, la falta de concentración. Goikoetxea pide tranquilidad institucional, y está en su derecho; pero los técnicos, más aún que los críticos, no sólo deben conocer el camino sino conducir bien el coche.
 

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