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OPINIÓN - MARTES, 8 DE MARZO DE 2011

 
OPINIÓN / ANALISIS POLITICO

Codo a codo por la Regeneración Democrática

Por Nuria de Madariaga


El mensaje de la última Convención del Partido Popular celebrada el pasado fin de semana en Mallorca ha sido claro : todos somos necesarios.

Y en ese genérico “todos” cabemos exactamente “todos” sin distinción alguna. De hecho el término abarca a la ciudadanía al completo, a los votantes, a sus familias, a los cargos públicos y al equipo de los futuros gobernantes. No hay exclusión de tipo alguno, tanto la vale la propuesta del jurista o del leguleyo, como la opinión del trabajador, tanto los saberes de los padres en su condición de progenitores, como las aspiraciones y los quereres de los jóvenes y de los adolescentes. Si para restaurar las ruinas de una catedral hacen falta arquitectos, aparejadores, albañiles, pintores, restauradores y un sinfín de oficios; para restaurar España hacemos falta todos, el conjunto íntegro de la sociedad civil. Y también los medios de comunicación en su labor de mensajeros de la opinión pública; como si de expositores de una gran superficie nos tratáramos es nuestra labor y aportación a esta regeneración radical que se avecina la de poner tanto el grano de arena como las manos a la hora de arrimar la mezcla a la obra.

Pero para ello, para que nuestra labor común sea fructífera, hemos de asumir el protagonismo esencial que la ciudadanía tendrá en esta Nueva Transición porque, la legitimidad de los que gobiernen reside íntegramente en nuestras voluntades. Si optamos por ellos les legitimamos, si defraudan nuestras expectativas, dejan de ser legítimos y se convierten en okupas de lujo con derecho a despacho enmoquetado. Como “estos” que están ahora, agónicamente aferrados e indignamente indiferentes al rechazo unánime del pueblo español. Es por ello por lo que, en el nuevo periodo que se avecina, será necesario legislar y reformar todo el sistema, eligiendo cuidadosamente a los legisladores y palpando la opinión ciudadana ante leyes o medidas que puedan ser controvertidas.

El truco de la Transición Democrática, que constituyó una etapa delicada políticamente, fue que muchos de los que participaron activamente en el proceso, venían del anterior régimen y otro puñado de lo más arrebatado del totalitarismo marxista. No hay que olvidar que el gran estadista Adolfo Suárez fue, antes de reciclarse en demócrata, el último Jefe Nacional del Movimiento y franquista hasta la médula, otro de los de la Transición fue Santiago Carrillo, empapado hasta la cintura por la sangre inocente de sus víctimas de Paracuellos del Jarama, Felipe González y sus sevillanos, marxistas convictos y confesos hasta que en un rapto de oportunista lucidez y en un Congreso renegaron del marxismo. Tal vez por ello los más coherentes en todas las etapas han sido los nacionalistas vascos y catalanes, surgieron siendo unos mierdas y así se han mantenido lealmente hasta el día de hoy, a eso se le llama en política coherencia escatológica. Pero el “truco” no fue la convivencia de buena voluntad entre seres tan dispares, sino el que se limitó hasta extremos inauditos un elemento clave para la participación democrática como es el referéndum. Democracia y libertades, pero hasta un punto, tampoco quisieron dar “demasiado” ni hacer la democracia “excesivamente” participativa. Mucho cantar “Habla pueblo habla…” y “Libertad sin ira…” pero dotar al pueblo español del instrumento clave para expresar legítimamente su voluntad, “eso” con cuentagotas, racionado, mayormente porque debían pensar que éramos unos analfabetos democráticos y podíamos convertirnos en unos abusones ávidos por opinar y hacer valer nuestras opiniones.

Realmente tampoco España tenía la tradición de otros países europeos, donde las consultas son frecuentes y se respeta la libertad popular expresada en las urnas sobre cualquier tema relevante. ¡Eso es cosa de los suizos! Decían por aquel entonces.

Pero ya no estamos en ese “aquel entonces”, llevamos más de treinta años demostrando la mayoría de edad, no todos los gobernantes nos han salido buenos, por dos veces el socialismo nos ha llevado a la ruina y a la indigencia moral, se han sucedido buenos gobernantes y malos gobernantes “a la española”. Es decir que, cuando un gobernante sale bueno es “buenísimo” y cuando sale malo es “horroroso”. Pero aún ahora, al día de hoy, nos faltan mecanismos para poder expulsar a los malos-malosos antes de que cumplan sus cuatro años de estropicios. Para eso el sistema es excesivamente rígido y carece de instrumentos alternativos, de hecho, todo el que ha ido legislando lo ha hecho con la mirada fija en permanecer en su lugar el mayor tiempo posible, eternizarse… Todos menos José María Aznar que se fue tras ocho años, nos dejó con el culo al aire y se convirtió en su nueva andadura en un inmenso estadista internacional. No quiso continuar. Mala cosa. Cuando uno sale bueno hay que contar con mecanismos para presionarle moralmente y que cumpla con sus obligaciones para con España, por muy atractivo y muy lucrativo que sea erigirse en hombre de confianza de Murdoff y mucho que se sublime el ego cuando, defendiendo los valores y los principios de Occidente, se pone en pie al aula magna de una Universidad al completo. ¡Que bonito, que bonito! ¿Y España qué?. Muchos nunca le perdonaremos a Aznar la deserción, para él nuestras fulminaciones y para FAES, la fundación, nuestros decepcionados sentimientos ante el hecho de que, a día de hoy, no han parido ni doctrinas interesantes, ni ideas rompedoras, ni propuestas de mejoras espectaculares.

Pues mejor. Lo que no se les ocurra a ellos se nos ocurrirá a los españoles que madrugamos, nuestro ADN lleva intrínseca la creatividad, forma parte de nuestra memoria genética desde aquel entonces cuando nuestros antepasados curetes, en la noche de los tiempos, competían con sus vecinos atlantes para erigir la mejor escultura en forma de dolmen bien erguido, siempre mirando al poniente y adorar en la piedra a la madre tierra universal. Somos un pueblo antiguo, cuando Dios Nuestro Señor dijo aquello de “¡Hágase la luz!” el pueblo español ya debía tres recibos de electricidad a Endesa.

Un pueblo convertido, en aras a nuestra adorada regeneración democrática, en un inmenso “laboratorio de ideas”, en un paridor de doctrinas, en un contingente de millones de personas metidas a operarios a la hora de reparar, arreglar, escamondar, dejar como los chorros del oro, reajustar, modernizar, programar, restaurar y regenerar un sistema democrático que se nos había quedado estrecho y nos tiraban las sisas.

Todos somos necesarios, a la hora de dar el callo, de hincar los codos, de doblar el espinazo, de invocar a los hados y a las musas, de poner a trabajar a los subcontratados que mean ideas entre las neuronas de nuestros cerebros. Somos necesarios hoy para crear y llevar adelante el reto de la regeneración. Y queremos ser imprescindibles mañana, cuando la regeneración vaya a toda pastilla, para dar nuestra opinión y expresar nuestro parecer en cada tema fundamental o trascendental siendo convocados periódicamente a las urnas.

No cada cuatro años para otorgar el poder. Periódicamente, para “sentir” que el poder somos todos, que es nuestro y que aquí manda y decide el Pueblo Español. ¿No queremos regeneración? ¡Pues a regenerar!.
 

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