PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - VIERNES, 11 DE MARZO DE 2011

 
OPINIÓN / ANALISIS POLITICO

El programa de Caballas y la lucha
contra la violencia de género

Por Nuria de Madariaga


Cuantos años nos costó a las hoy abogadas que rondamos el medio siglo sacar adelante una ley contra el maltrato? ¿Cuánta violencia tuvimos que encajar durante los años ochenta y los noventa, cuanto horror hasta que nos hicieron caso? Fueron años de evolución progresiva y me remonto a la década de los noventa, las primeras denuncias publicitadas en televisión, el que cientos de mujeres fueran capaces de vocalizar ese liberador “soy una mujer maltratada”. Y el desconcierto inicial porque, quienes defendíamos a mujeres maltratadas ¡estábamos tan perdidas!. Hubo de entrar bien avanzado el siglo XXI para que toda una sociedad se movilizara y tomara conciencia de las duras leyes del silencio que habían imperado hasta ese mismo momento.

Comencé en la abogacía en 1979. “¿Qué su marido la ha pegado? ¡Algo habrá hecho!” la mujer te miraba y tu, su defensora, comprendías la indiferencia y hasta una cierta ironía por parte de quienes se suponían llamados a defendernos. A no ser que hubiera sangre. Con sangre de por medio la cosa cambiaba. Ahora es distinto. Pero lo hemos luchado duramente. Todas las de mi generación, todas las que iniciamos nuestra andadura en plena Transición. Tal vez por eso no puedo soportar que se utilice el tema de “la violencia de género” de forma apresurada.

La Coalición Caballas pide ayuda a las víctimas y yo respondo que existen todo tipo de mecanismos de ayuda. Desde el mismo momento en que se interpone la denuncia. Están las órdenes de alejamiento. Hay casas de acogida. Control por pulseras. Apoyo psicológico para las mujeres y los niños. Ayudas económicas. Todo está hecho. Por ese camino sí está hecho.

Pero queda un mundo por conseguir y lo digo como abogado penalista. Por ahí tienen que ir las mujeres de Caballas, por reivindicar la reforma de las leyes del maltrato en el sentido de idoneizarlas y conjugarlas con una realidad que va más allá de la orden de alejamiento y de la pulsera de control e incluso de la privación de libertad con programas penitenciarios para maltratadores charlas psicológicas incluidas en el lote. No va la cosa por ahí.

El tema tiene raíces más profundas y carencias más específicas y todas ellas tienen un denominador común que es el estado miserable en el que se encuentra la psiquiatría y todo lo referente a la salud mental en España. Muchos lo hemos venido denunciando, casi a la desesperada, durante años. Y un portento como Rojas Marcos, ha tenido que hacer carrera en las Américas y acabar siendo Director General de Salud Mental de Nueva York, porque aquí, en España más de uno y más de dos catetos siguen mirando con recelo la neuropsiquiatría y llamándola “cosa de locos”. De hecho, si los mamarrachos volaran los mosquitos tendrán que hacerse sedentarios por falta de espacio aéreo. Yo he comprobado que, un gran número de maltratadores ,son personas que presentan patologías mentales graves, patologías que no son el coco de la psiquiatría española : la esquizofrenia, pero sí lo suficientemente serias como para hacer imprescindible el diagnóstico, la medicación, el control o incluso el internamiento del individuo.

Los estallidos de violencia inaudita nos hablan de un probable trastorno bipolar o de crisis psicóticas, quienes padecen trastornos severos de conducta ,adicciones graves el psicópata y el sociópata sin controlar no pueden andar sueltos. Porque representan un riesgo para la sociedad en general y para sus familias en particular. Los imputados no se curan con medidas de alejamiento ni con estancias provisionales en prisión con un psicólogo dándoles la vara. Los enfermos no se curan con charlas, se medican y se internan. Y si se curan se les suelta y si no se curan no salen.

Hay que atacar con dureza el sistema de salud mental español y modernizarlo a partir de una serie de elementos, en primer lugar desdramatizando las enfermedades mentales de cara a la sociedad y eso se consigue con información. En segundo lugar reabriendo los psiquiátricos y no solo para caso de agudos. En tercero explicar que un neuropsiquiatra es como otro médico cualquiera tan solo se distingue en que suele ser más sabio y trajina con partes del cerebro que son, por regla general, grandes desconocidas. El objetivo es conseguir que los psiquiatras alcancen tanto predicamento como los médicos de atención primaria y que su presencia y su diagnóstico sea esencial y exigible en comisarías, cárceles, centros de internamiento de jóvenes, escuelas y juzgados. Si no alcanzamos el nivel preventivo americano en salud mental y en diagnóstico precoz no nos vamos a comer ni un colín.

En el caso de la violencia de género nos encontramos frente a muchos individuos con terribles problemas de comportamiento, patologías, adicciones y una serie de factores en contra que hacen que cualquier medida intermedia sea una pamplina. Salen así de los juzgados sin diagnosticar, sin tratamiento, sin determinar el grado de peligrosidad y reinciden. Y matan. Salen de las cárceles sin tratamiento ni diagnóstico y terriblemente ofuscados y reinciden y matan.

Si no se les cura ni se les controla psiquiátricamente siempre serán peligrosos. Y al tiempo el diagnóstico evitaría también la esporádica aparición de denuncias falsas, ese despreciable comportamiento que es una ofensa para todo el género femenino. El perfil del violento no se le escapa a los especialistas. ¿Un tema largo y farragoso?. Sí, pero fundamental en la futura regeneración democrática si queremos acometer el problema de frente.

Por eso, porque conozco el asunto me irritan las vaguedades y las alusiones genéricas a “la violencia de género” y la coletilla de “La protección y el apoyo a las víctimas” y la consiguiente petición de ayudas. Sí, todo eso está. Y bien organizado. No han dicho nada nuevo las mujeres de Caballas, pero sí han dejado de decir algo : la imperiosa necesidad de neuropsiquiatras especializados para diagnosticar desde un primer momento y para determinar in situ los factores de riesgo. Para proteger a las víctimas hay que neutralizar a los verdugos por todos los medios. De lo contrario seguirán muriendo mujeres. Por ahí , que tiren por ahí.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto