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OPINIÓN - MARTES, 15 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Mujeres que lloraban mirando el mar…
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Cantamos nenas? “¡Que bonito, que bonito!” El día de la mujer. La carrera de la mujer. El maratón contra el cáncer de mama. El día de la mujer trabajadora. El día de la madre. El año de la mujer contra la violencia de género. Todo un agradable y políticamente correcto folklore en tono a nuestra existencia. ¡Qué bonito!. Y aquí en Ceuta, todas contentas, reivindicando y consiguiendo metro a metro los objetivos. Porque somos listas y muy operativas.

Pero, a veces, también tenemos muy mala memoria y una sensibilidad muy discutible. El pasado domingo había no sé que carrera “testimonial”, con autoridades incluidas, porque a todas las iniciativas del mujerío se suman ”las autoridades”. Y el pasado domingo, seguramente mientras se celebraba la correndija testimonial, tuve el inmenso privilegio de contemplar uno de los enclaves más cargados de dolor de esta ciudad que cada vez se asemeja a un Mónaco sin dinastía Grimaldi. Conducía mi colega Juan José Tusset, mi guía espiritual paisajístico en este enclave y al pasar por una carretera aminoró la marcha y me indicó un caserón antiguo, de esos que en otros puntos se restauran para uso museístico y susurró “Mira, la antigua cárcel de mujeres”. Tal vez yo no lo hubiera percibido de no habérmelo indicado, o tal vez sí. Porque es un lugar importante, con una carga de energía y de tristeza, de inmensa soledad y de silencio, tan trascendental para la historia viva de la mujer ceutí que creo que todas las que han pasado por allí tienen que haber escuchado las voces y los llantos de aquellas pelonas desnutridas que miraban el mar colándose entre las rejas.

¿Cuándo se hizo el último homenaje a esas mujeres? Quiero decir el acto normal, la visita con flores y velas blancas, las canciones en su recuerdo, la promesa de recuperar el enclave para que trepen por los muros que encierran tanto dolor las buganvillas reventonas, los jazmines y las madreselvas que envíen perfume a los espíritus silentes, los naranjos que anuncien la primavera, que no podemos olvidar que es en Ceuta donde antes florecen los azahares, el primer lugar con naranjos floridos de toda España. Me digan, me cuente ¿Cuándo fue el último homenaje a su presencia y a su ausencia? ¿Se conocen bien sus historias y sus pesares? Es un enclave místico que mira al mar, una mirada en la que ha de buscarse las sobras alargadas de las rejas, el olor húmedo de los muros, la vaga fetidez de las basuras y del rancho carcelero. Se encuentra tan cargado de energía y de esoterismo que me resulta extraño que no empiece a flotar o a emitir ondas transformadoras en la mejor tradición de la física cuántica. ¿Y en que lugar enterraban a las que morían por la tisis o por las fiebres? ¿Es lugar de enterramientos también? Afortunadamente para ellas no han sido descubiertas por los “fiebres” de lo paranormal tipo publicaciones “Más Allá” o programas “Cuarto Milenio” porque esos tipos lo único que hacen es ir a incordiar con sus aparatos y sus inventos, molestar a los espíritus, incomodarles y luego publicar las experiencias para vender más sus productos.

De hecho me resultan antipáticos hasta extremos inusitados, porque, las almas tristes de nuestras hermanas que durmieron cobijadas en sus camastros mientras el levante empujaba las olas, cantando nanas marineras, silbando aquellas salomas melodiosas que cantaran los pescadores, esas no quieren ser incordiadas ni comercializadas, sino acompañadas y queridas.

No llevo mucho tiempo en este rincón del sur que añora la silueta de nuestro toro de Osborne, pero lo que sí puedo afirmar es que nunca, jamás, he oído referencia alguna a la antigua cárcel de mujeres y lo que es peor, nunca la he leído, yo creo que las han olvidado y el olvido es la carga más pesada para las almas tristes. Que no es que quieran ser recordadas por vanidad ni por reivindicación, sino que quieren ser comprendidas y acompañadas, que se les plante una rosaleda y también naranjos, que la buganvilla del color del fresón les entre por las ventanas y rompa las rejas. Velas blancas, un cura con sus gori-goris, flores, canciones y el recuerdo en bronce de una mujer con el pelo rapado, esta vez en libertad, mirando el mar, pero que sea una mujer pelona que sonría desde la libertad y a su lado un ángel, porque siempre hay un ángel de Dios junto a una mujer que sufre. Y que esté mirando y vea olas, gaviotas, nubes y flores.

Creo que eso es importante, más que carreras con lazos, más que recordar en fecha prefijada los grandes logros y avances femeninos. ¿Logros? ¿Qué hemos logrado las mujeres? ¿Qué nos estén arrancando del corazón, a fuerza de prisas y de horarios laborales la capacidad de sentir la inmensa carga de penas de lugares en los que sufrieron aquellas que nos precedieron?.

Conozco a pocas personas en esta ciudad, carezco de “las relaciones-los contactos-la mano-las amistades-las influencias” que son necesarias para funcionar. Pero tampoco me hacen puta falta en esta historia, porque es una historia de mujeres pelonas y sufrientes y a todas nos atañe por igual y a todas nos golpea lo mismo y estamos todas obligadas a poner los huevos, dar la talla y plantar las buganvillas. Una “operación rescate espiritual” un abrazo fuerte, cálido, inmenso… Un abrazo para las mujeres que lloraban mirando el mar.

In memoriam .
 

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