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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE MARZO DE 2011

 
OPINIÓN / ANALISIS POLITICO

El Embajador Juan Vivas

Por Nuria de Madariaga


Cuenta como es la ciudad y todos le entienden. Expone los logros y todos se congratulan, porque lo hace con sencillez y con un orgullo con tintes del terruño, un orgullo que no es altivo ni vanidoso sino que presenta cada paso adelante.

Los Presidentes de las Autonomías, protocolariamente, han de representar a nivel nacional a sus ciudades o comunidades. De ellos depende y mucho la proyección de las comunidades o ciudades que encabezan, ya que ejercen funciones que entran en el ámbito de la diplomacia pura y dura. Son “la imagen de marca”, algunos con escasísimo predicamento, como los sucesivos presidentes andaluces (dos para ser exacto a cual peor) y otros de reconocida popularidad, ahí están Esperanza Aguirre ó Juan Vivas, conocidos en toda España y cuyas imágenes son ampliamente valoradas en todas las encuestas. ¿Prodigio de marketing?. No, simple eficacia.

No vamos a repetir para no resultar cansinos “lo de las encuestas”, ni tampoco el hecho de que Vivas tenga la costumbre de arrasar en las valoraciones. Sencillamente es eficaz y tiene estrella donde otros (eres) van más que estrellados. Pero el “ser eficaz” no es el famoso “huevo que se echa a freír” sino que responde a logros y a resultados concretos como consecuencia de la realización de actividades determinadas. Es el concepto “acción” en estado puro, así nuestro Presidente parece multiplicarse y tener el don de la ubicuidad, estar en todas partes, en todas las Convenciones, en los Congresos, en Sevilla, deleitando en el elitista foro de La Razón que es un ágora, no de Sócrates, sino de los personajes más ilustres y relevantes de la política española actual. Todo el que “es” y a quien “se considera” en el hermético clan intelectual de los políticos con futuro inmediato de éxito fulgurante, “tiene que estar” en el exclusivo foro de La Razón. Si nunca “llega a estar” es que, simplemente, no “es”. He ahí las luces y las sombras, los gozos y las crueldades de la carrera de los hombres públicos. A quien se excluye es que está acabado y muchos, ni en el mejor de sus sueños, serían invitados ni a participar, ni a debatir, ni tan siquiera a sentarse en las últimas filas.

Juan Vivas ha estado, Embajador plenipotenciario, “vendiendo” la marca Ceuta con arte y con artimañas, con ponderación y con pinceladas de ingenio, con rigor expositivo y sin parrafadas tediosas. ¿Encantador de serpientes imbatible en las distancias cortas? Bueno, celos y recelos despierta en sus adversarios, pero esos mismos adversarios coinciden en que es un magnífico comunicador y que sabe transmitir y llegar. A todos los niveles. En el exquisito foro de La Razón, en las multitudinarias Convenciones cuya presencia despierta el alarido colectivo “¡España, España!” por lo que este Presidente significa y también paseando tranquilamente por las calles y saludando a fulano y a mengano porque les conoce. Cercanía en el trato y cercanía en la exposición de su mensaje político, claro, directo, tipo “el dardo en la palabra”, conciso y sustancialmente ágil.

Cuenta como es la ciudad y todos le entienden. Expone los logros y todos se congratulan, porque lo hace con sencillez y con un orgullo con tintes del terruño, un orgullo que no es altivo ni vanidoso sino que presenta cada paso adelante como un logro común de todos y de cada uno de los ciudadanos. Diserta sobre necesidades concretas y las presenta como retos a superar y metas a alcanzar. Pide para su ciudad, ejerciendo de Embajador y de correa de transmisión de los anhelos, de los deseos y de las esperanza de ese gazpachuelo ceutí llamado “crisol de culturas” donde cada componente que va a la olla del puchero es importante, indispensable, necesario y valorado, porque juntos y revueltos dan al guiso “el punto exacto”.

Palma de Mallorca, Bruselas, Madrid, Sevilla, el abolengoso foro de La Razón. Este Presidente va abriendo consulados de ceutadictos allá por donde pasa, cuenta realidades, se entusiasma con logros y sueña con objetivos. Y allá donde aparece asienta la delegación ceutí y hace conocer y acerca España a España y los españoles a los españoles. Donde aparecen Vivas y su bigote, está sonando la marca de la ciudad. Donde proponen Vivas y su bigote, se aceptan las propuestas. Y aunque no somos el bigote de Vivas, “sentimos” que estamos todos y que nuestro Embajador está “dando la cara” por nosotros y por nuestro futuro. Y como es de ser bien nacidos el ser agradecidos, una elegante frase de gratitud y de reconocimiento, siguiendo las más estrictas normas de protocolo de la Escuela Diplomática con sede en Madrid, para este ilustre representante ¡Que viva el viajero bigote de Vivas!. Porque siempre está.
 

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