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					Con él no hay intermediarios que valgan. No le sentarían 
					bien a una personalidad tan marcada como la suya. Minutos 
					generosos y divertidos los que salen de una conversación con 
					Kavier Krahe. De ahí van surgiendo muchos temas, imposibles 
					de resumir todas las historias que le acompañan. Historias 
					buenas y malas. Las modas cambian pero no afectan a ese 
					vínculo tan mágico que se establece entre Krahe y su 
					público, de ahí la clave por la que siga llenando en todos 
					los conciertos. Sin embargo, y más allá de la música, se le 
					nota contento con sus afectos, entre los que se incluyen ya 
					dos nietas. El tiempo pasa y Krahe continúa ocupando un 
					sitio de lujo entre los compositores españoles...por algo 
					será. 
					Pregunta.- No es la primera vez que actúa en Ceuta, 
					supongo que le habremos dejado buena impresión... 
					 
					Respuesta.- He actuado dos veces y luego pasé otra vez por 
					allí. Vuelvo porque me apetece. 
					 
					P.- Por La Sala ya han pasado otros componentes de su 
					discográfica: 18 chulos, Pablo Carbonell o El Gran Wyoming... 
					 
					R.- Si los ceutíes los recibieron bien y espero que conmigo 
					también ocurra lo mismo.  
					 
					P.-Canciones, un libro y dibujos, todo eso forma ‘Toser y 
					cantar?, ¿de dónde surge un proyecto tan trabajado? 
					 
					R.- Surgió del autor del libro, Miguel Tomás y Valiente. A 
					la vuelta del verano pasado me entregó el libro con los 
					dibujos y todo, hechos a ordenador. Era prácticamente igual 
					a lo que se ha editado. Según me dijo, no dormía bien y, 
					claro, allí en la playa por las noches se ponía a esuchar 
					mis canciones y quiso comentarlas. Octavio, el artista, 
					realizó algunos dibujos más.  
					 
					P.- ¿Por qué hay tanta gente en este país que lo considera 
					el mejor letrista? ¿Cuál es el secreto? 
					 
					R.- Habrá muchísima gente bebida en este país (risas).  
					 
					P.- En España hay mucho vicio sí, pero no creo que tanto... 
					 
					R.- En mis canciones se nota mucho la manera en que están 
					escritas. No es muy habitual rimar inexorablemente como yo 
					lo hago, pero, eso no demuestra nada. Lo importante siempre 
					es lo que se dice.  
					 
					P.- Usted se considera antes que nada escritor de canciones, 
					¿cómo llega a convertirse en cantante? 
					 
					R.- Yo ofrecía mis letras a ver si alguien quería cantarlas. 
					Pero después de unos cuantos rechazos me di cuenta que 
					tendría que hacerlo yo. Ya tenía más de 30 años por aquel 
					entonces.  
					 
					P.-Posteriormente, llegaría esa época tan mítica como fue 
					‘La Mandrágora, ¿Cómo la recuerda? 
					 
					R.- Pues como una juerga que duró tres años. Se lo pasaba 
					uno muy bien, cantar sólo era por las noches y la juerga era 
					permanente (risas).  
					 
					P.- ¿Tienen visiones dispares del negocio musical Sabina y 
					usted? Lo digo porque sus caminos no han vuelto a 
					encontrarse... 
					 
					R.- En realidad, creo que son bastante parecidas. Lo que 
					pasa es que él es más eléctrico, yo bastante menos. Él es 
					más extrovertido que yo.  
					 
					P.- ¿Son las relaciones personales su mejor fuente para 
					componer canciones? 
					 
					R.- Es una fuente muy buena, al menos en mi caso. De las 
					relaciones personales yo podría hacer canciones casi sin 
					parar. El problema es que me saldrían demasiado parecidas 
					unas a otras. No es necesario haber vivido mucho pero sí 
					influye, quizás, es haber leído. 
					 
					P.- ¿Sigue siendo el mes de julio el único en que 
					mantiene un horario fijo para ponerse a escribir? 
					 
					R.- Es el mes que paso en soledad... Hasta este porque se me 
					ha terminado. Durante muchos años sí ha sido así. Mi primera 
					idea era no hacer nada de nada pero al llegar la tarde me 
					siento culpable y me digo que debería hacer algo. No me 
					importa aburrirme pero si son tantas horas me pongo a 
					componer canciones.  
					 
					P.- Dijo en una ocasión que no se ponía nervioso encima 
					de un escenario pero, ¿le sigue gustando después de tanto 
					tiempo? 
					 
					R.- Sí, existe conexión con el público aunque, de todas 
					formas, ya no pienso tanto en él a la hora de componer. 
					Ahora pienso ‘joder, a ver si se me ocurre algo’, 
					especialmente si llevo mucho tiempo sin escribir. Cuando se 
					me ocurre algo me pongo muy contento. Y no es que me cueste 
					más trabajo componer sino que la pereza va aumentando.  
					 
					P.- ¿Influye en esa pereza que España ahora sea mucho más 
					aburrida que la de sus comienzos? 
					 
					R.- La España en la que yo vivo no es aburrida, vivo en una 
					muy cómoda y es bastante agradable. No tengo que coger el 
					metro a horas punta ni realizar ningún esfuerzo. Todo se me 
					da de una manera aceptable, eso que llamamos buena vida. 
					Además, me rodeo de gente divertida.  
					 
					P.- ¿Cómo está viviendo la nueva Ley Antitabaco? 
					 
					R.- No me gusta. Entiendo que haya una ley y unos límites 
					pero no esta, no creo que esté bien hecha. Estoy en contra.
					 
					 
					P.- De usted se ha escrito mucho pero no siempre bien, ¿se 
					pone el mundo por montera o le afecta? 
					 
					R.- Me afectan muchísimas cosas. También en el día a día, 
					leo el periódico y me siento muy afectado. Pero mi carácter 
					es el que es o, más bien, es el temperamento. No se varía. 
					Veo las cosas con mucha serenidad aunque no me gusten. Las 
					cosas van a peor cuando ya de por sí están mal. Te diría que 
					por mí no lo lamento, pero sí por mis hijos y mis nietas.
					 
					 
					P.- ¿En qué punto está el tema de la acusación por el vídeo 
					de ‘Cómo cocinar a un cristo’? ¿Eso también le ha afectado? 
					 
					R.- Eso me molesta pero afectarme no, mi vida es igual, no 
					cambia nada. Tienen que fijar una fecha para el jucio pero 
					ya sabemos que los tribunales van muy despacio... aquello 
					surgió en 2005. Han pasado seis años desde entonces, creo 
					que ya habido tiempo suficiente. 
					 
					P.- También hace años se vio afectado por otro asunto 
					complicado, como fue la canción ‘Cuervo ingenuo’, ¿marcó un 
					punto de inflexión en su carrera? 
					 
					R.- Sí, me afectó pero no demasiado. No quiero que me afecte 
					la imbecilidad, sino tendría que estar pensando todo el día 
					en lo que me condiciona la imbecilidad humana.  
					 
					P.- Volviendo a la música, ¿es una de sus principales 
					prioridades en la vida? 
					 
					R.- No está en el primer lugar, eso desde luego. Se me 
					ocurren varias cosas que me interesan tanto como la música. 
					La lectura, por ejemplo, me gusta como la música. Y, 
					especialmente, los afectos que sí están por encima de la 
					música y la literatura (risas).  
					 
					P.- Es lo lógico, ¿no? 
					 
					R.- A mí la Novena Sinfonía de Beethoven me gusta mucho pero 
					si no la esucho no me pasa nada. Pero si pierdo un afecto... 
					 
					P.- No es muy partidario de los homenajes y sin embargo a 
					usted le hicieron uno, ‘Y todo es vanidad’, ¿ha cambiado la 
					opinión que tenía de ellos? 
					 
					R.- Di las gracias cuando me lo hicieron pero hubiera 
					preferido que no se hubiera hecho. Hacer una especie de 
					consagración en vivo... es mejor esperar a que la persona se 
					haya muerto. 
					 
					P.- La muerte era una obsesión para usted... 
					 
					R.- Creo que la he pensado tanto que me he acabado cansando.
					 
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