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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Yolanda Bel no es prescindible
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

De repente uno cumple setenta y un años y, también de repente, uno se percata de que está igual que a los cincuenta y nueve. Yo supongo que la vejez es una vocación de la que carezco, se conoce que estoy lleno de limitaciones. Esto de cumplir setenta y un años queda menos solemne de lo que pensaba; la gente le da demasiada importancia a las cosas y también se toma excesivamente en serio a sí misma (el párrafo no es mío, pero como si lo fuera).

Dicho queda, pues, que actúo y me comporto como si fuera casi sexagenario. En todos los sentidos. Y me crezco en la suerte de lo que estoy diciendo, sin duda alguna, cuando veo a personas que tienen veinte o treinta años menos que uno y viven esclavizadas por sus obsesiones de pacotilla.

Esta semana, que está tocando a su fin, los obsesos profesionales de la política local, han dado en la manía de pedir a gritos la dimisión o la destitución de Yolanda Bel: portavoz del Gobierno presidido por Juan Vivas. Motivo: la acusan de ser una mentirosa. Vaya, he aquí a unos políticos que no tienen ni idea de que todos mentimos “para simplificar la vida”.

Parece mentira que tales políticos no se acuerden de cómo Clinton, cuando lo de su despacho oval con la becaria, salió airoso del trance quitándole importancia a lo que había pasado entre él y Mónica Lewinsky. Cierto es que unos mienten exagerando cualquier hecho y otros lo hacen quitándole importancia.

Por esa regla de tres, es decir, por pedir dimisiones, destituciones, cárcel o separaciones matrimoniales por mentiras de tres al cuarto, el mundo sería un caos. Sería ese mundo de Ficciones que uno no se cansa de leerle a Borges. Un mundo lleno de ensoñaciones. Donde a cambio de la erudición uno pasa por momentos en los que, si no pone los pies en el suelo, puede terminar con la cabeza llena de pajaritos. Más castizo aún: con la chaveta perdida.

Con la chaveta perdida también puede quedarse uno si es asiduo mirón de la pantalla cuando Yolanda aparece en las televisiones locales con el fin de darnos el parte del gobierno. Porque Yolanda, prejuicios a un lado, da muy bien en la televisión. Y se ha convertido, porque así me lo han contado muchas personas, en objeto de admiración casi generalizado. Por algo será.

Cito de memoria, lo que dijo al respecto de las mujeres fastidiadoras, un escritor francés, misógino reconocido: Las mujeres fastidiadoras vuelven a los hombres locos… de amor cuando se cruzan en su camino. Generalmente, son bellas, inteligentes, ambiciosas, femeninas, liberadas sexualmente y dejan huellas indelebles en los corazones que conquistan. Eso sí, suelen ser egoístas y barren para su casa. Faltaría más. Y además, como no podía ser menos, exigen de sus maridos que las tenga al día para mostrarse siempre en perfecto estado de revista.

Pues bien, en el caso de YB, Juan Vivas que es un lince en muchos aspectos, sabe que las ‘mentiras’ de la portavoz del gobierno son necesarias por varias razones. Una de ellas, porque hace posible que los dos o tres políticos locales, con menos futuro que un pingüino en el desierto, salgan a la palestra pidiendo que dimita o sea destituida una mujer que cada día es más apreciada y mirada. Y, claro está, hacen un ridículo espantoso. Porque, todo hay que decirlo, la portavoz es escudriñada deleitosamente por tirios y troyanos. Por hombres y mujeres. Como para prescindir de ella.
 

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