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sociedad - MARTES, 29 DE MARZO DE 2011


Ricardo Ugerto. gardeu.

REPORTAJE / VIVERO MUNICIPAL
 

El olor de la guayaba

Ricardo Ugerto es el biólogo de Obimasa que se encarga de cuidar las plantas en el vivero municipal, así como de suministrar las flores a ‘Parques y Jardines’ y de coordinar la repoblación de los montes ceutíes
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ricardo Ugerto evoca ‘el olor de la guayaba’, a lo Gabriel García Márquez, al describir su mayor pasión, y su principal orgullo: sus plantas, sus colores, sus olores... Ricardo no sólo es el encargado del cuidado de la flora en el vivero y en el jardín forestal del centro de Obimasa, perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, sino que este biólogo es además, allá por donde va, el temor de los jardines. Y es que cuando entra en alguno, siempre sale con alguna semilla ‘robada’ en el bolsillo.

Entre sus funciones también está la de ser el encargado de elegir y suministrar a ‘Parques y Jardines’ las plantas y las flores que se utilizan para decorar la ciudad. Se las conoce todas. EL PUEBLO recorrió junto a él las instalaciones de Obimasa, para aprender, como hacen los niños en los talleres de educación medioambiental que se imparten en el centro, que escuchando sus explicaciones, las flores y los árboles se ven con otros ojos.

A la entrada del edificio, el biólogo explica la rocalla, es decir, un pequeño jardín de estilo rústico, con plantas que resisten a la sequía, con conchas y piedras naturales que sirven de decoración, como el palmito azul, y con plantas tanto autóctonas de Ceuta como traídas de Marruecos.

Aunque cuando más disfruta es al adentrarse en la zona de árboles y en el vivero. Ricardo va contando cómo se llaman cada una de las plantas, a qué responden sus formas o qué cuidados dedicarles en cada época. Roble andaluz y africano, alcornoques, plantas tropicales, vecería, quejigo, mirto o arrayán... Desde pequeñas florecillas traídas, por ejemplo, de Japón, hasta árboles frutales, aunque de estos hay menos de los que a él le gustaría. “Toca -indica- el tronco del kiwi tiene el mismo tacto que su fruto”, explica. “No hay espacio para más”, lamenta. “Pero en tan poco espacio puedes ver prácticamente de todo. Por eso les encanta a los niños cuando vienen a verlo en las visitas escolares. Además aprenden cómo crecen las plantas y para muchos es todo un descubrimiento”. Los adultos, sin embargo, no lo tienen tan fácil, puesto que el jardín de Obimasa no está abierto al público.

El biólogo coordina también las labores de repoblación, que se realizan a través de una brigada forestal, y que incluye la producción de 50.000 plantas. La flora de Ceuta es suya. No conforme, cuando llega a casa, se pone a cultivar sus propias flores.
 

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