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sociedad - MIÉRCOLES, 30 DE MARZO DE 2011


Ángeles Escrivá. cedida.

Entrevista / Ángeles Escrivá, redactora jefe de ‘El Mundo’
 

«No existe la objetividad,
sólo la honestidad»

La periodista, experta sobre ETA y todo su
entorno, analizará el viernes en el Congreso Internacional de Periodismo la información especializada en terrorismo
 

CEUTA
Paulina Rodríguez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Probablemente sea una de las periodistas con mayores conocimientos de terrorismo. Y eso hace que una conversación de casi media hora con ella, sepa a muy poco. Los nuevos datos sobre ETA no dejan de sucederse y copan muchos minutos y páginas de periódicos. El fin de la banda terrorista parece estar más cerca que nunca, queda ahora por saber qué precio se está dispuesto a pagar para alcanzar el ansiado proceso de paz. El próximo viernes, Ángeles Escrivá estará en Ceuta para analizar las claves de la información sobre terrorismo. Sin duda, una de las conferencias más esperadas de esta vii edición del Congreso Internacional de Periodismo que se inicia mañana en el Centro Universitario UNED en Ceuta.

Pregunta.- Conoce Ceuta bastante bien...

Respuesta.- Estuve investigando allí en la época en que gobernaba el GIL. He estado en otras ocasiones y, además, me encanta la ciudad. Me he llevado una impresión muy intensa, en primer lugar, porque la gente es muy agradable. Y, también, porque es como un pequeño estado en pocos kilómetros, lo que hace que tenga todas sus virtudes y defectos en modo concentrado. Allí acudí a investigar sobre islamismo y la situación de los barrios más deprimidos. Ceuta, como ciudad, hace muchos esfuerzos a pesar de que tiene problemas. Está llena de diferentes religiones y la convivencia puede tener dificultades por ese motivo. Es un reto muy controvertido.

P.- ¿Cuáles fueron las conclusiones que obtuvo tras su investigación?

R.- Mi idea era investigar sobre si la religión musulmana estaba experimentando algún tipo de radicalización. Si recibía influencias externas de forma que se pudiera estar incubando un problema que afectara al resto de la península. Es potente lo que está sucediendo socialmente, y Ceuta no tiene las armas para controlar algo tan importante como el crecimiento de determinadas zonas deprimidas que puedan ser utilizadas por personas radicales. Pero también comprendí que el problema no está solamente ahí sino que hay zonas dentro de la península, como Cataluña, donde el riesgo de la intransigencia o el maltrato a la mujer es más intenso que en Ceuta.

P.- En esta ocasión, llega para realizar una ponencia sobre cómo se informa sobre terrorismo en este país...

R.- La información sobre terrorismo es difícil de tratar y, además, después de tantos años de esta situación seguimos sin normas ni procedimientos por los que los periodistas podamos regirnos. Se aprende sobre la marcha y no siempre para bien. En algunas ocasiones un periodista también puede precipitarse para dar una exclusiva y entorpecer una operación. Esto puede llegar a beneficiar a los terroristas. El enfoque del periodista en el momento en que ofrece este tipo de informaciones también debe ser muy importante. La objetividad no existe, sólo existe la honestidad. En esta información hay que tomar partido porque hay buenos y malos. No hay que perder la perspectiva aunque el punto de vista tiene que ser constantemente acusatorio. Los buenos no pueden ser avasallados por los malos, hay un estado de derecho. Las cosas tienen que estar claras.

P.- Por lógica, a la hora de abordar este tipo de información la presión debe ser mucho más alta...

R.- Se sufren muchas presiones directas. La más brutal, obviamente, la de los terroristas. Ellos se preocupan de que tú recibas cartas. Primero, te amenazan a ti personalmente. En muchas ocasiones los periodistas hemos podido comprobar como los terroristas estaban debajo de nuestras casas. Además, en todos los documentos internos que difunden a sus militantes se ocupan de ponerte como el enemigo número uno, un objetivo a batir. Después hay otro tipo de presiones. El Estado, en ocasiones, se comporta de un modo manifiestamente mejorable. Las presiones ahí pueden ser más sutiles o indirectas. Por ejemplo, alguien con poder, para descubrir a tus fuentes puede quitarles el trabajo, desplazarlas o, incluso, abrirles expedientes sólo por el hecho de creer que están hablando contigo. Esa responsabilidad, evidentemente, recae sobre ti. Muchas veces te llaman por teléfono para tratar de convencerte pero cuando creen que no podrán, hay otras formas de presiones. Te hacen sentir culpable.

P.-¿Cómo lo sobrelleva?

R.-Intentando racionalizarlo. Resistiéndome a poder equivocarme y tener cuidado con la información que manejo. Muchas veces se vale más por lo que se calla que por lo que se cuenta. Por respeto a las fuentes, hay ocasiones en que no compensa decir todo lo que sabes. Intento cumplir con mi obligación sin romper las normas del periodismo. Tener claro que tú te debes a los lectores y nadie puede someterte porque tenga poder.

P.- Teniendo en cuenta las últimas informaciones sobre la banda terrorista, ¿en qué va a desembocar la publicación en ‘El Mundo’ del acta de negociación de la reunión del 22 de junio de 2006, incautada a ‘Thierry’?

R.- La verdad es que no lo sé. Esa información, en primer lugar, tiene un origen bien claro y es que el juez Pablo Ruz que está instruyendo el caso ‘Faisán’ tiene bajo secreto de sumario unos documentos. A nosotros nos dicen que esos documentos son determinadas actas de ETA, y al saber que el secreto de sumario se va a levantar y que la instrucción está dando los últimos coletazos, nos adelantamos al ofrecer esos contenidos a la opinión pública. Si esos son los datos que tiene el juez y no ha hecho nada es porque, jurídicamente, considera que los documentos de una banda terrorista no pueden acreditarse como ciertos, es decir, no pueden utilizarse como una prueba de cargo, al menos, en este caso. Otra aspecto muy distinto es la relevancia política que pueda tener. Desde mi opinión, la tiene y también socialmente. La gente sabe, exactamente, qué es lo que pasó pero no porque lo cuente ETA sino porque las informaciones que fuimos dando a lo largo de todo el proceso de negociación, y cuyas fuentes no provenían de la banda, se han visto reflejadas en este acta. La persona que tiene que responder ante estos temas es el vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior. No sé qué efectos tendrá a largo plazo pero la sociedad sabrá qué ocurrió.

P.- Sin embargo, hay muchos que ponen en duda la veracidad de este documento...

R.- Lo que le quitan es veracidad al autor del documento. Consideran que ETA no tiene por qué ser creída. Intentan minimizar su importancia basándose en este aspecto. Y quien hace esto es el Gobierno pero porque le interesa. ETA ha podido distorsionar la información cuando le ha convenido pero, en este caso, coincide con muchas de las cosas que investigamos. Es altamente veraz.

P.- La portavoz del PP en el Congreso, Soraya Saénz de Santamaría, dijo sobre esto que ‘quien calla, otorga’...

R.- Los políticos utilizan esta muletilla cuando les conviene. No siempre quien calla otorga, y ella lo sabe. Me parece bien la interpretación pero, en este caso, no es que hayan callado sino que lo consideran poco veraz. Sin embargo, no han dicho que es mentira lo que pone en el acta. Nuestro trabajo es publicar cosas relevantes y contrastar las informaciones.

P.- Al margen de este acta, quería preguntarle sobre Sortu, ¿está definitivamente vencido?

R.- No está totalmente vencido. Queda la parte del Tribunal Constitucional y, desde luego, no me sorprendería que permitiera la inscripción. Y aunque lo ilegalice, no pasará nada porque la izquierda abertzale encontrará otras salidas. El problema está en cuándo se producirá la legalización, antes o después de las elecciones. Si fuera antes habría más prisas de lo normal para realizar todos los trámites pertinentes. Si pasan estos comicios Sortu podría presentarse a las generales o a las autonómicas, que es lo que quiere la izquierda abertzale. Mientras tanto, no sólo no están vencidos sino que se van a introducir en las instituciones, a través de Eusko Alkartasuna y a través de coaliciones o plataformas que están preparando. En los ayuntamientos van a estar de cualquier forma. El escenario político está preparado para cualquier circunstancia. Inexplicablemente, a mí me parece que el Gobierno ha consentido esto. Desde hace años están creando coaliciones y monopolizando el escenario político vasco y en buena parte del país. Se ha permitido que se revitalizaran y están en primera línea. No veo a este gobierno pidiendo la ilegalización de Eusko Alkartasuna aunque esté coaligado con unos señores que no piden la disolución de ETA ni condenan 858 asesinatos. Después ya será cuestión de tiempo lo que ocurra en las próximas elecciones autonómicas.

P.- A pesar de este panorama político y social, ¿se está más cerca que nunca de acabar con ETA?

R.- Yo creo que ETA está derrotada, al menos técnicamente. El problema está en cómo se acaba con ella ahora mismo. Si derrotándola política y moralmente o si lo que se está intentando es incorporar tanto la izquierda abertzale a la sociedad, sin pasarle todas las cuentas que se le debiera pasar. Lo que se está intentado es, a cambio de la paz, una reconciliación. Ese es el conflicto actualmente, si se les debe exigir que admitan todo el daño que han hecho a esta sociedad o, simplemente, si se pasa de largo por esta cuestión.

P.- Para finalizar, me gustaría que me explicara qué le atrae de este oficio, ¿está definitivamente muerto el periodismo?

R.- Muertos no pero estamos muy críticos, muy mal. La democracia es reciente y es toda una aventura que hemos experimentado todos pero, de alguna manera, hemos perdido de vista la independencia periodística y el oficio en sí, es decir, su objetivo primordial. Entre las crisis económicas, los intereses empresariales y políticos muchos estamos perdiendo el distanciamiento que se debería tener. Además, la profesión adolece de una falta de autocrítica y de humildad para determinadas cosas que, desde mi punto de vista, serían muy necesarias. Los periodistas tendríamos que estar más unidos para que los políticos no jugaran con nosotros como lo hacen, porque ellos, cuando les conviene, sí que se unen. La profesión atraviesa por una de las épocas más bajas que se recuerdan.
 

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