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					Probablemente sea una de las periodistas con mayores 
					conocimientos de terrorismo. Y eso hace que una conversación 
					de casi media hora con ella, sepa a muy poco. Los nuevos 
					datos sobre ETA no dejan de sucederse y copan muchos minutos 
					y páginas de periódicos. El fin de la banda terrorista 
					parece estar más cerca que nunca, queda ahora por saber qué 
					precio se está dispuesto a pagar para alcanzar el ansiado 
					proceso de paz. El próximo viernes, Ángeles Escrivá estará 
					en Ceuta para analizar las claves de la información sobre 
					terrorismo. Sin duda, una de las conferencias más esperadas 
					de esta vii edición del Congreso Internacional de Periodismo 
					que se inicia mañana en el Centro Universitario UNED en 
					Ceuta. 
					 
					Pregunta.- Conoce Ceuta bastante bien...  
					 
					Respuesta.- Estuve investigando allí en la época en que 
					gobernaba el GIL. He estado en otras ocasiones y, además, me 
					encanta la ciudad. Me he llevado una impresión muy intensa, 
					en primer lugar, porque la gente es muy agradable. Y, 
					también, porque es como un pequeño estado en pocos 
					kilómetros, lo que hace que tenga todas sus virtudes y 
					defectos en modo concentrado. Allí acudí a investigar sobre 
					islamismo y la situación de los barrios más deprimidos. 
					Ceuta, como ciudad, hace muchos esfuerzos a pesar de que 
					tiene problemas. Está llena de diferentes religiones y la 
					convivencia puede tener dificultades por ese motivo. Es un 
					reto muy controvertido.  
					 
					P.- ¿Cuáles fueron las conclusiones que obtuvo tras su 
					investigación? 
					 
					R.- Mi idea era investigar sobre si la religión musulmana 
					estaba experimentando algún tipo de radicalización. Si 
					recibía influencias externas de forma que se pudiera estar 
					incubando un problema que afectara al resto de la península. 
					Es potente lo que está sucediendo socialmente, y Ceuta no 
					tiene las armas para controlar algo tan importante como el 
					crecimiento de determinadas zonas deprimidas que puedan ser 
					utilizadas por personas radicales. Pero también comprendí 
					que el problema no está solamente ahí sino que hay zonas 
					dentro de la península, como Cataluña, donde el riesgo de la 
					intransigencia o el maltrato a la mujer es más intenso que 
					en Ceuta.  
					 
					P.- En esta ocasión, llega para realizar una ponencia 
					sobre cómo se informa sobre terrorismo en este país... 
					 
					R.- La información sobre terrorismo es difícil de tratar y, 
					además, después de tantos años de esta situación seguimos 
					sin normas ni procedimientos por los que los periodistas 
					podamos regirnos. Se aprende sobre la marcha y no siempre 
					para bien. En algunas ocasiones un periodista también puede 
					precipitarse para dar una exclusiva y entorpecer una 
					operación. Esto puede llegar a beneficiar a los terroristas. 
					El enfoque del periodista en el momento en que ofrece este 
					tipo de informaciones también debe ser muy importante. La 
					objetividad no existe, sólo existe la honestidad. En esta 
					información hay que tomar partido porque hay buenos y malos. 
					No hay que perder la perspectiva aunque el punto de vista 
					tiene que ser constantemente acusatorio. Los buenos no 
					pueden ser avasallados por los malos, hay un estado de 
					derecho. Las cosas tienen que estar claras.  
					 
					P.- Por lógica, a la hora de abordar este tipo de 
					información la presión debe ser mucho más alta... 
					 
					R.- Se sufren muchas presiones directas. La más brutal, 
					obviamente, la de los terroristas. Ellos se preocupan de que 
					tú recibas cartas. Primero, te amenazan a ti personalmente. 
					En muchas ocasiones los periodistas hemos podido comprobar 
					como los terroristas estaban debajo de nuestras casas. 
					Además, en todos los documentos internos que difunden a sus 
					militantes se ocupan de ponerte como el enemigo número uno, 
					un objetivo a batir. Después hay otro tipo de presiones. El 
					Estado, en ocasiones, se comporta de un modo manifiestamente 
					mejorable. Las presiones ahí pueden ser más sutiles o 
					indirectas. Por ejemplo, alguien con poder, para descubrir a 
					tus fuentes puede quitarles el trabajo, desplazarlas o, 
					incluso, abrirles expedientes sólo por el hecho de creer que 
					están hablando contigo. Esa responsabilidad, evidentemente, 
					recae sobre ti. Muchas veces te llaman por teléfono para 
					tratar de convencerte pero cuando creen que no podrán, hay 
					otras formas de presiones. Te hacen sentir culpable.  
					 
					P.-¿Cómo lo sobrelleva? 
					 
					R.-Intentando racionalizarlo. Resistiéndome a poder 
					equivocarme y tener cuidado con la información que manejo. 
					Muchas veces se vale más por lo que se calla que por lo que 
					se cuenta. Por respeto a las fuentes, hay ocasiones en que 
					no compensa decir todo lo que sabes. Intento cumplir con mi 
					obligación sin romper las normas del periodismo. Tener claro 
					que tú te debes a los lectores y nadie puede someterte 
					porque tenga poder.  
					 
					P.- Teniendo en cuenta las últimas informaciones sobre la 
					banda terrorista, ¿en qué va a desembocar la publicación en 
					‘El Mundo’ del acta de negociación de la reunión del 22 de 
					junio de 2006, incautada a ‘Thierry’? 
					 
					R.- La verdad es que no lo sé. Esa información, en primer 
					lugar, tiene un origen bien claro y es que el juez Pablo Ruz 
					que está instruyendo el caso ‘Faisán’ tiene bajo secreto de 
					sumario unos documentos. A nosotros nos dicen que esos 
					documentos son determinadas actas de ETA, y al saber que el 
					secreto de sumario se va a levantar y que la instrucción 
					está dando los últimos coletazos, nos adelantamos al ofrecer 
					esos contenidos a la opinión pública. Si esos son los datos 
					que tiene el juez y no ha hecho nada es porque, 
					jurídicamente, considera que los documentos de una banda 
					terrorista no pueden acreditarse como ciertos, es decir, no 
					pueden utilizarse como una prueba de cargo, al menos, en 
					este caso. Otra aspecto muy distinto es la relevancia 
					política que pueda tener. Desde mi opinión, la tiene y 
					también socialmente. La gente sabe, exactamente, qué es lo 
					que pasó pero no porque lo cuente ETA sino porque las 
					informaciones que fuimos dando a lo largo de todo el proceso 
					de negociación, y cuyas fuentes no provenían de la banda, se 
					han visto reflejadas en este acta. La persona que tiene que 
					responder ante estos temas es el vicepresidente del Gobierno 
					y ministro del Interior. No sé qué efectos tendrá a largo 
					plazo pero la sociedad sabrá qué ocurrió.  
					 
					P.- Sin embargo, hay muchos que ponen en duda la 
					veracidad de este documento... 
					 
					R.- Lo que le quitan es veracidad al autor del documento. 
					Consideran que ETA no tiene por qué ser creída. Intentan 
					minimizar su importancia basándose en este aspecto. Y quien 
					hace esto es el Gobierno pero porque le interesa. ETA ha 
					podido distorsionar la información cuando le ha convenido 
					pero, en este caso, coincide con muchas de las cosas que 
					investigamos. Es altamente veraz.  
					 
					P.- La portavoz del PP en el Congreso, Soraya Saénz de 
					Santamaría, dijo sobre esto que ‘quien calla, otorga’... 
					 
					R.- Los políticos utilizan esta muletilla cuando les 
					conviene. No siempre quien calla otorga, y ella lo sabe. Me 
					parece bien la interpretación pero, en este caso, no es que 
					hayan callado sino que lo consideran poco veraz. Sin 
					embargo, no han dicho que es mentira lo que pone en el acta. 
					Nuestro trabajo es publicar cosas relevantes y contrastar 
					las informaciones.  
					 
					P.- Al margen de este acta, quería preguntarle sobre 
					Sortu, ¿está definitivamente vencido? 
					 
					R.- No está totalmente vencido. Queda la parte del Tribunal 
					Constitucional y, desde luego, no me sorprendería que 
					permitiera la inscripción. Y aunque lo ilegalice, no pasará 
					nada porque la izquierda abertzale encontrará otras salidas. 
					El problema está en cuándo se producirá la legalización, 
					antes o después de las elecciones. Si fuera antes habría más 
					prisas de lo normal para realizar todos los trámites 
					pertinentes. Si pasan estos comicios Sortu podría 
					presentarse a las generales o a las autonómicas, que es lo 
					que quiere la izquierda abertzale. Mientras tanto, no sólo 
					no están vencidos sino que se van a introducir en las 
					instituciones, a través de Eusko Alkartasuna y a través de 
					coaliciones o plataformas que están preparando. En los 
					ayuntamientos van a estar de cualquier forma. El escenario 
					político está preparado para cualquier circunstancia. 
					Inexplicablemente, a mí me parece que el Gobierno ha 
					consentido esto. Desde hace años están creando coaliciones y 
					monopolizando el escenario político vasco y en buena parte 
					del país. Se ha permitido que se revitalizaran y están en 
					primera línea. No veo a este gobierno pidiendo la 
					ilegalización de Eusko Alkartasuna aunque esté coaligado con 
					unos señores que no piden la disolución de ETA ni condenan 
					858 asesinatos. Después ya será cuestión de tiempo lo que 
					ocurra en las próximas elecciones autonómicas.  
					 
					P.- A pesar de este panorama político y social, ¿se está 
					más cerca que nunca de acabar con ETA? 
					 
					R.- Yo creo que ETA está derrotada, al menos técnicamente. 
					El problema está en cómo se acaba con ella ahora mismo. Si 
					derrotándola política y moralmente o si lo que se está 
					intentando es incorporar tanto la izquierda abertzale a la 
					sociedad, sin pasarle todas las cuentas que se le debiera 
					pasar. Lo que se está intentado es, a cambio de la paz, una 
					reconciliación. Ese es el conflicto actualmente, si se les 
					debe exigir que admitan todo el daño que han hecho a esta 
					sociedad o, simplemente, si se pasa de largo por esta 
					cuestión.  
					 
					P.- Para finalizar, me gustaría que me explicara qué le 
					atrae de este oficio, ¿está definitivamente muerto el 
					periodismo? 
					 
					R.- Muertos no pero estamos muy críticos, muy mal. La 
					democracia es reciente y es toda una aventura que hemos 
					experimentado todos pero, de alguna manera, hemos perdido de 
					vista la independencia periodística y el oficio en sí, es 
					decir, su objetivo primordial. Entre las crisis económicas, 
					los intereses empresariales y políticos muchos estamos 
					perdiendo el distanciamiento que se debería tener. Además, 
					la profesión adolece de una falta de autocrítica y de 
					humildad para determinadas cosas que, desde mi punto de 
					vista, serían muy necesarias. Los periodistas tendríamos que 
					estar más unidos para que los políticos no jugaran con 
					nosotros como lo hacen, porque ellos, cuando les conviene, 
					sí que se unen. La profesión atraviesa por una de las épocas 
					más bajas que se recuerdan.  
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