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OPINIÓN - SÁBADO, 9 DE ABRIL DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

No falla la seguridad ciudadana, falla la ley


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

El asesinato de un ciudadano cometido por dos delincuentes multireincidentes que acababan de salir de cumplir una condena en prisión nunca, jamás puede ser motivo de crítica a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ni achacable a una mala praxis profesional y menos aún puede instrumentalizarse este hecho luctuoso para utilizarlo como arma arrojadiza dentro de una crítica genérica sobre la seguridad-inseguridad ciudadana.

La Policía cumple sus funciones cuando detiene a los delincuentes, pero no es la Policía sino el Juez Instructor a petición del Ministerio Fiscal quien dicta el ingreso en prisión de los imputados por la comisión de un hecho delictivo. Ahí nada tiene que ver la Policía. Desconozco el criterio de la Fiscalía ceutí a la hora de solicitar prisión incondicional y sin fianza, pero en mi anterior lugar de trabajo, cualquier delito que pudiere llevar aparejada una pena de prisión menor con la circunstancia agravante de reincidencia es prisión automática.

Cierto es que la privación de libertad es una medida excepcional que ha de estar bien motivada, pero en el caso de los responsables del asesinato acontecido en el Poblado Marinero, cualquier detención por cualquier delito al concurrir las circunstancias de peligrosidad social, reincidencia y riesgos evidentes de reiteración delictiva, la prisión incondicional al menos hasta el límite de dos años o hasta la mitad de la pena que pudiere en su día corresponderles, debería ser la decisión habitual apoyada por el Ministerio Fiscal. Sin posibilidad de libertad provisional por la subsistencia de los factores de riesgo y la peligrosidad de los individuos.

Lo cierto es que ambos habían cumplido condena y visto está que el espíritu de la Ley Penitenciaria de conseguir la reinserción social no se ha cumplido en este supuesto. Y aquí es donde la ley comienza a mostrar más agujeros que un queso Gruyéré. ¿Cuántas veces a lo largo de los últimos años hemos hablado en este diario de la absoluta necesidad de la construcción de psiquiátricos penitenciarios y del imperativo de diagnosticar psiquiátricamente a la población reclusa?. Si digo docenas de veces no miento. Y esta cuestión es mucho más relevante y trascendente que el tema de la seguridad ciudadana y la exigencia de instalar un par de coches de la Policía Municipal en los lugares habituales de ocio cada noche. Disuasorio sí, pero no en el caso de delincuentes que, por ser toxicómanos, presenten patologías mentales que les hace extremadamente peligrosos e imprevisibles. A personas con las facultades mentales alteradas no las para el temor a la Policía. Las paran los médicos, los psiquiátricos penitenciarios con sus medidas de internamiento hasta el límite máximo y si son delincuentes peligrosos y enfermos, el ingreso obligatorio en un hospital psiquiátrico en régimen cerrado. Falla el sistema. Todo el sistema.

Y de cuando en cuando debe suceder una desgracia para que la sociedad reflexione acerca de la estulticia de nuestros gobernantes, lo obtusos que son nuestros legisladores y la ignorancia supina de la vida real que presentan como factor común.

Pero nada es inmutable y los sistemas cambian y se regeneran. ¿Que si había algún medio de evitar la tragedia sucedida? Sí. En primer lugar haber aplicado una pena de destierro, como en esta ciudad se ha hecho en otras ocasiones. Otra solución hubiera sido diagnosticarles en prisión y derivarles a psiquiátricos. Y otra una circular de Fiscalía ordenando la petición de prisión incondicional en caso de reincidencia cuando concurra la peligrosidad social y el riesgo de reiteración de la conducta delictiva.

Este no es un tema de seguridad ciudadana donde intervengan los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que en Ceuta, dicho sea con respeto, tienen un par de cojones, lo hacen excelentemente bien y son operativos y eficaces a tope, al menos de eso tienen fama en la Península. Ellos detienen. Pero ahí acaban sus funciones. Porque no son ellos quienes tienen que legislar ni redactar normativas aplicables a los delincuentes peligrosos para proteger a la sociedad . Ni es la Policía quien decide el tiempo que un criminal ha de pasar en prisión, ni las medidas aplicables cuando estos elementos salen en libertad, ni el diagnóstico y el internamiento. La Policía nada tiene que ver con las lagunas del sistema penitenciario, ni con las carencias en control de salud mental, ni con un sistema legal obsoleto, deficiente y lleno de carencias. No es a la Policía a quien se tiene que criticar.
 

La “gente guapa” vota al PP

Pienso que el gentío pepero que inundó los salones del Hotel Tryp arremolinándose en escaleras, pasillos, descansillos, salón propiamente dicho y aledaños iba confundido creyendo que la presentación de la lista de candidatos era un mitin electoral en toda regla. ¡Y cualquiera les decepcionaba! Así que aprovecharon para aplaudir con entusiasmo la intervención de la linda Yolanda Bel y su inteligente flequillo mágico, el mujerío deliraba entusiasmado, los señores más comedidos y los jóvenes que salían hasta por debajo de los asientos sencillamente exultantes.

Y Vivas se equivocó, porque ese no era lugar para la convocatoria, sé que en Ceuta no tenemos por ahora la suerte de Melilla de contar con una plaza de toros (ni tampoco con un toro como el airoso y altivo Gurugú melillense, pero todo se andará) opino que hacía falta un coso o un polideportivo o algo capaz de albergar a la muchedumbre de “gente guapa” que okupó con k el hotel porque aquello parecía los vagones del metro de Tokio en hora punta y como “los nuestros” son gente encantadora todos apretujándose para aplaudir a los candidatos y aullando cada vez que se nombraba a nuestro Presidente. Lo que pude comprobar en plan cronista-analista es que, “las rubias con mechas votan al PP” y “las chicas de oro” también y las damas con elegantes pañuelos, mucho crisol acrisolado, muchísimo señor interesante, yogurines a go-gó, aparcamiento de carritos de bebé con niños incluidos y padres jóvenes, mezcla y remezcla de lo mejor de cada raza y de cada religión. ¡Y miren que había “gente guapa”!

El tejido productivo ceutí en pleno, multitudinaria representación de abuelos con la superstar que cerró el ¿mitin?. No, la presentación mitinera que derribó todos los esquemas de primar en exclusiva a los más jóvenes otorgando un inmenso protagonismo a los “más sabios” y a esa “chica de oro” capaz de aguantar con dos pelotas estas elecciones y las dos próximas reelecciones de Juan Vivas.

En una España sedienta de líderes y de puntos de referencia, con el pueblo hipotecado, arruinado por los tiburones de la banca, cuando llegamos a los cinco millones de parados, lo que ayer allí se vio fue una apuesta de esperanza y una demostración de que siguen existiendo centenares de maravillosas personas, miles, millones de buena gente capaz de delirar ante las palabras de otro que es “como ellos” y que late con su latir que es el de España y que se implica y se complica apostando fuerte por el futuro común, de todos, sin exclusiones.

En un tiempo oscuro para España lo que allí se percibía era el foco luminoso de la futura regeneración democrática y la gente estaba contenta, feliz, exultante, compartiendo y sin esperar con ansias la hora del canapé como en otros actos donde si no ofrecen la merienda no van ni los familiares de los candidatos. Allí ayer se multiplicaban ceutíes de todas clases y condiciones mucha guapa con pañuelo y mucha rubia con mechas, mucha chica de oro y muchos chicos y chicas jóvenes y jubilosos. Sencillamente ideal.

La sensación fue de optimismo y de plenitud, de hermanamiento y de sentir realmente ese crisol que nos distingue y con el que nos identificamos en mágica simbiosis, lo mejor de cada casa. ¿Y saben por qué? Pues lo dicen los grandes maestros de la filosofía y es un claro discurso humanista: Porque la gente guapa siempre ha votado al PP.
 

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