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					LUNES. 4 
					 
					Francisco Martínez Racero, director general de 
					Relaciones Institucionales, está en el Hotel Tryp esperando 
					a Francisco Márquez de la Rubia, cuando yo llego a mi 
					cita de los lunes al establecimiento. Lo primero que hago, 
					como no podía ser de otra manera, es felicitar a Martínez 
					Racero por la medalla de oro al mérito profesional en las 
					Relaciones Industriales y Ciencias del Trabajo, que le fue 
					concedida hace unos días en Granada. En cuanto el consejero 
					de Hacienda y diputado del Partido Popular, FM, hace su 
					aparición, nos ponemos a pegar la hebra. Y así estamos 
					muchos minutos. Hasta que van llegando todos los asistentes 
					a las II Jornadas Jurídicas que se están celebrando en la 
					ciudad. La charla con el diputado fue provechosa, a mi 
					modesto entender. Pues a veces resulta más que necesario 
					hablarle sin tapujos a quienes suelen vivir en otro mundo. 
					Cuando dejo de charlar con Márquez, comienzo a hacerlo con 
					Fernando Tesón y María Teresa Troya. A quienes 
					les recuerdo siempre el aprecio que les tengo.  
					 
					Martes. 5 
					 
					Llevo muchos años siendo cliente del Hotel Tryp. De la misma 
					manera que lo he sido, y lo soy, del Hotel Parador La 
					Muralla. Suelo llevarme muy bien con los empleados de ambos 
					establecimientos. Y, cuando alguno tiene el menor 
					contratiempo, mi preocupación es sincera. En esta ocasión, 
					llevaba varios días sin ver a Alí Habib: jefe de 
					comedor del Tryp. Y, tras preguntar por él, me han dicho que 
					ha sido operado de una hernia inguinal. Alí es un magnífico 
					profesional. Pero es, por encima de todo, una estupenda 
					persona a la que yo estimo muchísimo. Estima que se ha 
					ganado durante los muchos años que nos venimos tratando. Por 
					consiguiente, he decidido dedicarle estas líneas a mi amigo 
					Alí Habib. Quien, por ser lector fijo de cuanto escribo, 
					tengo la certeza de que las va a leer. Y, como amigo tuyo 
					que soy, hazme el favor de hacer una recuperación tan rápida 
					como buena para que cuanto antes estés en el comedor 
					dispuesto a charlar conmigo de todo cuanto se encarte. Un 
					abrazo.  
					 
					Miércoles. 6 
					 
					Me entrevisto con Ángel Muñoz en su despacho. El 
					gerente de este medio y yo repasamos la actualidad. Y 
					coincidimos en que hay personas que tienen una tonelada de 
					resentimiento y de mala intención. Y a las que ya habrá 
					tiempo para cargarles en sus tarjetas visa las respuestas a 
					las canalladas que vienen cometiendo porque sí. Me despido 
					de Ángel y me reúno con Carlos Méndez, arquitecto 
					nacido en Camas, pueblo sevillano donde nacieron ilustres 
					toreros, y comemos acompañados por dos amigos. La 
					conversación transcurre por cauces culturales. Y sale a 
					relucir el escritor Antonio Domínguez Ortiz: uno de 
					los grandes historiadores españoles, autor de ‘España. Tres 
					milenios de Historia’. Y, claro está, salen a relucir en la 
					sobremesa las culturas ibéricas. Y, cómo no, sobresale la de 
					Tartesos, cuyo apogeo coincidió con los siglos VII-VI a. J. 
					Carlos dice que su área se circunscribía al valle inferior 
					del río Betis o Tartesos, hoy Guadalquivir, incluyendo la 
					ría de Huelva, donde se han localizado yacimientos 
					importantes ligados a la explotación de las minas de plata, 
					hierro y cobre. Llegamos a la conclusión siguiente: que el 
					área de influencia de Tartesos fue muy amplia, incluyendo 
					casi toda Extremadura, parte de la Mancha y toda la costa 
					mediterránea del sureste. En fin, que por una vez, aunque 
					sin que sirva de precedente, en la sobremesa no se habló ni 
					de Xavi Hernández, ni de Cristiano Ronaldo, ni 
					de… Iker Casillas. Así da gusto.  
					 
					Jueves. 7 
					 
					Ha sido un día muy fructífero para mí. En principio, porque 
					me ha sido posible mantener una conversación con Nuria 
					Van den Berghe. Es la segunda vez que hablo con ella. Y 
					me he sentido bien. Me ha transmitido, como se suele decir 
					ahora, buenas vibraciones. Nuria es abogada con muchas horas 
					de vuelo y gusta de fajarse con quienes a ella le apetece. 
					Lo cual, cuando uno tiene la oportunidad de conocerla, le 
					parece lo más normal del mundo. Nuria lleva ya su tiempo 
					escribiendo en este periódico. Pero, desde hace unos meses, 
					lo hace cada día y además está viviendo en la ciudad. Es muy 
					valiente y trata de decirle al pan, pan, y al vino, vino. 
					Así que no tiene el menor inconveniente en meter en sus 
					escritos el coño conversacional que tanto estudiaron 
					Sánchez Ferlosio y Cela, y que es quizá la 
					palabra más usada del castellano, actualmente. Sobre todo 
					por las mujeres. Quién lo iba a decir hace nada que una 
					mujer fuera capaz de usar un lenguaje de carretero con tan 
					buen son. Nuria Van den Berghe ha conseguido, en unos 
					minutos de charla, ganarme para su causa.  
					 
					Viernes. 8 
					 
					Ayer jueves, amén de haber pegado la hebra con nuestra 
					compañera Nuria Van den Berghe, tuve la oportunidad 
					de encontrarme con Emilio Barrientos y Francisco 
					Gómez. Emilio es portavoz del sindicato de enfermería. 
					Pero no es de su cometido actual de lo que yo quiero hablar 
					hoy, tras estar hablando con él casi una hora, sino de la 
					época en que siendo él casi un niño tuve a bien darle la 
					oportunidad de jugar en Segunda División B, en el campo de 
					la Balompédica Linense. Oportunidad malograda por una lesión 
					que se produjo apenas habían transcurridos veinte minutos 
					del partido. Emilio, como he comprobado otras veces, se 
					mostró afectuoso conmigo y no dudó en decirle a su amigo 
					Francisco, una y otra vez, lo muy agradecido que sigue 
					estando a la confianza que yo deposité en él como jugador. Y 
					lo mejor del caso, y que a mí me sigue causando 
					satisfacción, fue oírle contar todos los pormenores que se 
					dieron aquella semana en la cual yo le di la mejor noticia 
					de su vida deportiva: el domingo juega usted con el primer 
					equipo de su tierra, en la Línea de la Concepción.  
					 
					Sábado. 9 
					 
					Salgo a comprar este periódico en una gasolinera cercana a 
					mi domicilio y me encuentro con Félix Jiménez, ‘El 
					Maño’. Y, tras los saludos de rigor, nos ponemos a recordar 
					épocas pasadas. Y allá que nos trasladamos a los años 
					ochenta, cuando El Maño llegó a esta ciudad y se quedó en 
					ella para siempre. Félix se puso al frente, tras trabajar en 
					varios sitios, de un bar, rotulado con su sobrenombre, sito 
					en la calle Méndez Núñez. Y allí estuvo hasta que un día 
					decidió arrendarlo. Con El Maño he pasado yo ratos 
					extraordinarios. Porque siempre fue un tipo educado, amable, 
					y desprendido. Hoy, tras contarme por encima todo lo que ha 
					vivido en Ceuta, me dice que sigue enamorado de esta tierra. 
					De la que se enamoró en el preciso momento en que arribó a 
					ella. Mientras le oigo contar sus vivencias, aprecio que El 
					Maño refleja en su cara el entusiasmo que le produce hablar 
					de Ceuta. Pues bien, cualquier día, un niñato saldrá 
					echándole en cara a El Maño que presuma tanto de una tierra 
					en la que no le nacieron. 
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