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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Los tiempos han cambiado, cosa lógica que el mundo vaya avanzando a pesar de que algunos entre ellos el lumbrera, la mayor inteligencia política nacida en esta tierra y jamás igualada por ninguna otra del mundo mundial, sigan pensando y actuando como si siguiésemos viviendo en los años setenta, manteniendo el mismo discurso de aquella década en los que, para desgracias de muchas criaturas todavía existían personas que llevaban la gorra calada hasta las cejas.

Era aquellos años en que muchos mandas de la política, se presentaban en los pueblos para echar sus discursos y prometer todo lo que se podía prometer y mas aún, con sus chaquetas de pana de la marca Armani haciéndoles creer, a aquella pobre gente, que eran iguales que ellos pues hasta llevaban las mismas chaquetas de pana.

Hoy ninguno de esos mandas se presentarían, en esos pueblos, portando una chaqueta de Armani porque saben, con toda certeza, que serían corridos a gorrazos. Los pueblos, hoy día, están mucho más espabilados que aquellos de los años setenta, y es muy difícil quedarse con ellos, contándoles mentiras que nadie se cree.

Y es que aunque les cueste creerlos, a todos aquellos que están anclados en la época de la década de los setentas manteniendo el mismos discurso de entonces, han sido muchos los hijos de esos pueblos que han vuelto de la ciudad a sus casas, buscando una vida mejor y con un mayor conocimiento de las circunstancias que le han hecho ver a sus padres.

Así que si algunos de los mandas se les presenta en el pueblo con la chaqueta de pana marca Armani, lanzándoles el manido discurso de la década de los setentas, prometiéndoles cosas que no pueden hacer como, por ejemplo, que no pagaran impuestos, que le van a dar casas a un bajo precio de alquiler o que sus hijos van a ir a la universidad totalmente gratis, no sólo no los van a escuchar, les van a correr a gorrazos y, después en los bares, van a servir de cachondeo para todo el pueblo.

La cosa, hoy día, es así. Los pueblos han espabilado lo suyo y más, con la llegada de todos aquellos que han vuelto de la ciudad con la lección bien aprendida sobre los discursos y las promesas de los políticos.

Esas promesas que saben, todos ellos, que a pesar de prometerlas no se pueden cumplir, porque es imposible poder cumplirlas. La época de aquella pobre gente que se creía todo lo que le contaba, los listos de turno, ha pasado a mejor vida. Y hoy para que te den su voto, te lo tienes que currar, con discurso del momento en el que vivimos sin mentiras, y convenciéndoles para que no te tomen a cachondeo.

Aquí, en esta tierra nuestra, donde el más tonto hace relojes y televisores de pantalla plana, no se nos puede decir mentiras y prometer cosas que no se pueden realizar, todo ello con discursos de la década de los setentas. Unos discursos manidos, retrógrados y antidiluvianos en los que ya nadie cree. Y no sólo no creen en esos discursos, sino en quienes los pronuncian. A ver si van a tomar a algunos de estos, como se lo toman en los pueblos a…
 

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