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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Yolanda Bel
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En cuanto tuvo uso de razón se afilió al Partido Popular. Y en él ha ido creciendo en todos los sentidos. Aplicada, estudiosa, llena de curiosidad por cuanto le rodea, debido al enorme deseo de aprender que tiene, ha ido mejorando con gran celeridad su actividad política.

Yolanda Bel es una mujer atractiva. Negarlo sería una estupidez. Por más que ella, cuando se le recuerda que es objeto de atención de muchísimas personas, ponga cara de extrañeza y hasta se le coloreen las mejillas. Es cuando más evidencia su timidez.

A mí me ha tocado entrevistar a la Consejera de Medio Ambiente en dos ocasiones. Y en ambas descubrí a una mujer prudente, que se turbaba ante ciertas preguntas y cuya única obsesión consistía en hincar los codos cada día para poder estar a la altura de los acontecimientos que se avecinaban. Es decir, siendo consejera de Medio Ambiente se rumoreaba que acabaría siendo también portavoz del Gobierno.

En la segunda entrevista que le hice, precisamente cuando fue nombrada portavoz del gobierno, no tuve el menor inconveniente en decirle que había aceptado un cargo complejo. Y que a partir de ese momento iba a ser puesta a prueba por todos los adversarios del PP y, naturalmente, por quienes no entienden que la portavoz sólo se limita a explicar lo que el equipo de gobierno ya ha decidido.

Cierto es que los portavoces han de estar preparados para exponer los hechos con habilidad y si es posible cautivar a quienes acuden a las conferencias de prensa. Aunque hemos de comprender que no todos los portavoces pueden estar a la altura de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y, aun siendo éste una figura de la comunicación, tampoco se salva de recibir denuestos violentos de cuantos no le pueden ver ni en pintura.

Yolanda Bel, desde que accedió a ser la portavoz del gobierno, porque así se lo pidió Juan Vivas, ha sido criticada acerbamente. Pero ella jamás descompuso la figura ni perdió el oremus en ninguno de los casos en los que debió explicar detalladamente las decisiones tomadas por sus compañeros. Muy dolorosas, claro que sí, algunas de ellas. Tan dolorosas como para pensar que a esas comparecencias la portavoz debió acudir hecha un flan ante los periodistas.

Yolanda Bel, además de ser consejera de Medio Ambiente y portavoz del gobierno, ha sido colocada como número dos en la lista electoral de su partido y ha sido designada como directora de la campaña. Lo cual no ha hecho sino procurarle más enemigos y exponerla a críticas tan ásperas como burdas.

Quienes le tienen tirria declarada, han dado en la manía, de un tiempo a esta parte, de llamarla mentirosa por sistema. O sea, que cada vez que habla la portavoz se le acusa de mentir compulsivamente. Como si ella fuera la encargada de tomar las decisiones, saltándose a la torera el poder del presidente. Pero, amén de mentirosa, lo que no sabíamos es que Yolanda Bel fuera también una soberbia. De la que pensaba Américo Castro que era herencia de una característica judía o árabe, que para el caso de un “pueblo elegido” es lo mismo. Yo, créanme, nunca vi ninguna acción que me hiciera concebir que YB se viera superior a nadie. Como tampoco creo que la portavoz deba emular a Vivas en su trato con los ciudadanos. Cada cual debe usar de sus encantos.
 

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