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                     No se trata de una idea novedosa 
					la expuesta por la Presidenta de la Comunidad de Madrid: 
					crear para el próximo curso, en su comunidad, y para 
					alrededor de un centenar de alumnos con una nota media, en 
					la ESO, superior a ocho, un Bachillerato de Excelencia. 
					 
					Al decir que no es nueva, sino más bien muy antigua, me 
					refiero a que, al menos en la EGB, en los centros 
					educativos, siempre al inicio del curso se formaban dos 
					líneas (6º, 7º y 8º), siendo una de ellas especialmente 
					formada por alumnos de buen rendimiento, con la finalidad de 
					que cuando llegaran a los Institutos, funcionaran lo mejor 
					posible; el otro se reservaba para una deficiente 
					preparación profesional, u otras opciones. 
					 
					Los maestros -profesores de la EGB- eran seleccionados entre 
					los especialistas de las distintas materias con más 
					experiencia, en general, con más antigüedad. 
					 
					Después, con la desaparición de la EGB, se continuó haciendo 
					lo mismo, mientras 1º y 2º de la ESO permanecieron en los 
					centros de Primaria. 
					 
					Como no podía ser de otra forma, la propuesta de la Sra. 
					Aguirre ha encendido un intenso debate en la Comunidad, 
					dándose la circunstancia que su idea ya ha sido recogida en 
					otras propuestas electorales, y ya estamos en ello, pues se 
					nos avecinan las elecciones municipales y autonómicas. 
					 
					El partido en el poder ya formuló una serie de medidas con 
					esa filosofía, en el programa político que presentó en las 
					elecciones generales de 2008. Entonces, en la página 138, 
					bajo el epígrafe “excelencia educativa” se exponía un 
					paquete de iniciativas en la misma línea que ahora se 
					critica el proyecto de la Presidenta de la Comunidad de 
					Madrid. 
					 
					Las críticas más duras le han llegado desde el propio 
					Ministro: “Las aulas no son sólo lugares para aprender, son 
					lugares también para convivir”. Y, por otra parte, el 
					Secretario de Estado de Educación, indicó: “un Bachillerato 
					de Excelencia, transmite una idea segregadora del Sistema 
					Educativo. Esto es separar, segregar y crear ‘guetos’. El 
					aula es un ecosistema donde el joven aprende contenidos, 
					pero también aprende a convivir con sus compañeros y éstos 
					son más o menos dotados intelectualmente”. 
					 
					Pero no todo han sido críticas negativas. Por ejemplo, el 
					defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, declaró que 
					“se trata de una propuesta muy interesante que hay que 
					fomentar porque si un alumno tiene capacidades 
					extraordinarias y posibilidad de despuntar hay que 
					fomentarlo”. 
					 
					También, en Asociaciones de Padres, se afirma “que no 
					perjudicará a nadie, ni a los alumnos que avancen más 
					despacio, ni a los que tengan una nota superior a ocho, pues 
					acudir al centro de excelencia será voluntario”. 
					 
					Al comentar este hecho con un antiguo compañero, su opinión 
					fue la siguiente: “A mí me parece bien, pero hay que 
					trabajar con aquellos alumnos, que sin llegar a ser 
					‘excelentes’, siendo solamente ‘buenos’, se puedan 
					incorporar a esa ‘excelencia’, es decir, ser ‘muy buenos’. Y 
					con los que no progresan, para que lleguen a ser buenos… Y 
					con los más desfavorecidos para que alcancen un mínimo nivel 
					académico y de formación profesional para afrontar los retos 
					profesionales que se avecinan”. 
					 
					La situación planteada nos lleva a una reflexión: ¿Interesa, 
					en general, a la sociedad española nuestra escuela pública? 
					Sólo para aquellos que no tienen más remedio que aceptarla, 
					porque tenemos que competir con la privada concertada y con 
					la privada. 
					 
					Quiero recordar que en nuestra trayectoria, como maestros, 
					una gran mayoría preferíamos llevar a nuestros hijos a los 
					llamados ‘Colegios Nacionales’, colegios públicos a los que 
					de forma despectiva se les llamaban ‘colegios de balde’. 
					Confiábamos en la eficacia y honestidad de los responsables. 
					En general, los criterios de elección estaban relacionados 
					con la proximidad de los domicilios al centro educativo y 
					los buenos resultados que se obtenían, pero en centros 
					públicos siempre que fuese posible. 
					 
					Hay una cuestión que conviene tener en cuenta: ¿Interesa a 
					nuestros dirigentes políticos, sean del cualquier signo, la 
					enseñanza pública? La respuesta es no. La prueba está en la 
					situación en que se encuentra nuestro sistema educativo con 
					respecto al resto de los demás países. Hay que mirar hacia 
					atrás y observar los datos negativos que aparecen en el 
					Informe Pisa. Y las Leyes educativas que han ido apareciendo 
					en los últimos treinta años: Ley General de Educación (LGE: 
					1970); Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación 
					(LODE: 1985); Ley de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE: 
					1990); Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE, 2002) 
					y Ley Orgánica de Educación, (LOE, 2005), en un suma y 
					sigue… 
					 
					Recientemente hubo un intento de poner a todos los partidos 
					políticos de acuerdo, para que surgiera una Ley que 
					terminara con todos los problemas educativos que tiene 
					nuestro país. Todo muy bien, pero al llegar a determinadas 
					cuestiones, los dos partidos mayoritarios no se pusieron de 
					acuerdo, por lo tanto, habrá que esperar a las elecciones 
					generales paras saber qué es lo que nos reserva el equipo 
					ganador. 
					 
					Mientras, recurramos a los mejores centros educativos que en 
					la línea de lo privado abundan en nuestro país, todos y cada 
					uno de ellos de distintas tendencias. Pero no aptos para los 
					que carecemos de recursos. A ellos solamente podrán optar, 
					entre otros, precisamente aquellos que tienen que planificar 
					la enseñanza pública en nuestro país. Ellos podrán elegir 
					entre los mejores centros. Y políticos o no, pasarán 
					olímpicamente de nuestros centros públicos. ¡Quizás puedan 
					comprender lo del Bachillerato de Excelencia! 
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