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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Bachillerato de excelencia?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

No se trata de una idea novedosa la expuesta por la Presidenta de la Comunidad de Madrid: crear para el próximo curso, en su comunidad, y para alrededor de un centenar de alumnos con una nota media, en la ESO, superior a ocho, un Bachillerato de Excelencia.

Al decir que no es nueva, sino más bien muy antigua, me refiero a que, al menos en la EGB, en los centros educativos, siempre al inicio del curso se formaban dos líneas (6º, 7º y 8º), siendo una de ellas especialmente formada por alumnos de buen rendimiento, con la finalidad de que cuando llegaran a los Institutos, funcionaran lo mejor posible; el otro se reservaba para una deficiente preparación profesional, u otras opciones.

Los maestros -profesores de la EGB- eran seleccionados entre los especialistas de las distintas materias con más experiencia, en general, con más antigüedad.

Después, con la desaparición de la EGB, se continuó haciendo lo mismo, mientras 1º y 2º de la ESO permanecieron en los centros de Primaria.

Como no podía ser de otra forma, la propuesta de la Sra. Aguirre ha encendido un intenso debate en la Comunidad, dándose la circunstancia que su idea ya ha sido recogida en otras propuestas electorales, y ya estamos en ello, pues se nos avecinan las elecciones municipales y autonómicas.

El partido en el poder ya formuló una serie de medidas con esa filosofía, en el programa político que presentó en las elecciones generales de 2008. Entonces, en la página 138, bajo el epígrafe “excelencia educativa” se exponía un paquete de iniciativas en la misma línea que ahora se critica el proyecto de la Presidenta de la Comunidad de Madrid.

Las críticas más duras le han llegado desde el propio Ministro: “Las aulas no son sólo lugares para aprender, son lugares también para convivir”. Y, por otra parte, el Secretario de Estado de Educación, indicó: “un Bachillerato de Excelencia, transmite una idea segregadora del Sistema Educativo. Esto es separar, segregar y crear ‘guetos’. El aula es un ecosistema donde el joven aprende contenidos, pero también aprende a convivir con sus compañeros y éstos son más o menos dotados intelectualmente”.

Pero no todo han sido críticas negativas. Por ejemplo, el defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, declaró que “se trata de una propuesta muy interesante que hay que fomentar porque si un alumno tiene capacidades extraordinarias y posibilidad de despuntar hay que fomentarlo”.

También, en Asociaciones de Padres, se afirma “que no perjudicará a nadie, ni a los alumnos que avancen más despacio, ni a los que tengan una nota superior a ocho, pues acudir al centro de excelencia será voluntario”.

Al comentar este hecho con un antiguo compañero, su opinión fue la siguiente: “A mí me parece bien, pero hay que trabajar con aquellos alumnos, que sin llegar a ser ‘excelentes’, siendo solamente ‘buenos’, se puedan incorporar a esa ‘excelencia’, es decir, ser ‘muy buenos’. Y con los que no progresan, para que lleguen a ser buenos… Y con los más desfavorecidos para que alcancen un mínimo nivel académico y de formación profesional para afrontar los retos profesionales que se avecinan”.

La situación planteada nos lleva a una reflexión: ¿Interesa, en general, a la sociedad española nuestra escuela pública? Sólo para aquellos que no tienen más remedio que aceptarla, porque tenemos que competir con la privada concertada y con la privada.

Quiero recordar que en nuestra trayectoria, como maestros, una gran mayoría preferíamos llevar a nuestros hijos a los llamados ‘Colegios Nacionales’, colegios públicos a los que de forma despectiva se les llamaban ‘colegios de balde’. Confiábamos en la eficacia y honestidad de los responsables. En general, los criterios de elección estaban relacionados con la proximidad de los domicilios al centro educativo y los buenos resultados que se obtenían, pero en centros públicos siempre que fuese posible.

Hay una cuestión que conviene tener en cuenta: ¿Interesa a nuestros dirigentes políticos, sean del cualquier signo, la enseñanza pública? La respuesta es no. La prueba está en la situación en que se encuentra nuestro sistema educativo con respecto al resto de los demás países. Hay que mirar hacia atrás y observar los datos negativos que aparecen en el Informe Pisa. Y las Leyes educativas que han ido apareciendo en los últimos treinta años: Ley General de Educación (LGE: 1970); Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (LODE: 1985); Ley de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE: 1990); Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE, 2002) y Ley Orgánica de Educación, (LOE, 2005), en un suma y sigue…

Recientemente hubo un intento de poner a todos los partidos políticos de acuerdo, para que surgiera una Ley que terminara con todos los problemas educativos que tiene nuestro país. Todo muy bien, pero al llegar a determinadas cuestiones, los dos partidos mayoritarios no se pusieron de acuerdo, por lo tanto, habrá que esperar a las elecciones generales paras saber qué es lo que nos reserva el equipo ganador.

Mientras, recurramos a los mejores centros educativos que en la línea de lo privado abundan en nuestro país, todos y cada uno de ellos de distintas tendencias. Pero no aptos para los que carecemos de recursos. A ellos solamente podrán optar, entre otros, precisamente aquellos que tienen que planificar la enseñanza pública en nuestro país. Ellos podrán elegir entre los mejores centros. Y políticos o no, pasarán olímpicamente de nuestros centros públicos. ¡Quizás puedan comprender lo del Bachillerato de Excelencia!
 

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