| 
                     Es una frase que se oye en toda 
					España y cuando llega a Ceuta parece que está elevada a la 
					máxima potencia. 
					 
					Sin embargo, todavía no he oído ni a los sindicatos, ni 
					mucho menos a quienes tienen responsabilidades educativas y 
					de otros órdenes que hayan puesto el dedo en la llaga para 
					afirmar que un plan de estudios como el que tenemos, a base 
					de “café para todos” no puede llegar nada más que a esto, a 
					un fracaso rotundo en casi toda España y a un fracaso 
					elevado a la máxima potencia en Ceuta. 
					 
					Como docente, a lo largo de cuarenta y dos cursos, y como 
					catedrático de una materia que no es de multitudes, veo, 
					desde hace muchos años, que por el camino que vamos no se 
					puede llegar a más que a tener una generación de españoles 
					que van a pasar, salvo raras excepciones, con unos títulos 
					de ESO y de Bachillerato que serán, solamente, títulos de 
					papel mojado. 
					 
					Es incomprensible que alumnos con una larga serie de cursos 
					que han dejado atrás, lleguen a la Universidad sin saber 
					escribir una carta, sin saber hacer una raíz cuadrada y sin 
					saber si el Duero desemboca en el Mar Mediterráneo, en el 
					Mar Cantábrico o en el Océano Pacífico. 
					 
					A esta situación nos han llevado los planes de estudios 
					programados por los Gobiernos del PSOE, pero seguidos casi 
					al pie de la letra, como si de cuatro mamblas se tratara, 
					por los del PP que en sus años de gobierno, ocho en total, 
					no hicieron nada especial para desviar el rumbo que los 
					gobiernos felipistas marcaban y ahora estamos en parecida o 
					peor situación. 
					 
					Y es que, además, estamos con el juego del “engaña bobos” de 
					dotar a ciertos centros con materiales de última generación, 
					para que los niños, más que aprender, pasen el tiempo con el 
					ordenador, sin que hayan aprendido a escribir correctamente 
					su propio nombre. 
					 
					Miedo me dan los finales de curso, y este que se acerca, 
					también, y habrá que decirles a los padres que si su único 
					afán es que los chiquillos estén “encerrados” en el colegio 
					o en el instituto, eso casi lo están consiguiendo, pero si 
					su afán es que sus hijos se formen, además de para ser 
					ingenieros, arquitectos o médicos, para ser más personas, 
					hasta ahora no han logrado casi nada. 
					 
					Aquí y ya es hora de decirlo, con toda claridad, a lo único 
					que se está jugando es a igualar a todos, por eso “han 
					empezado a rebuznar” algunos cuando a la presidenta de la 
					Comunidad de Madrid se le ha ocurrido que haya centros para 
					aquellos estudiantes que sean, de verdad, estudiantes. 
					 
					Esto, naturalmente, lo ven como una ruptura de esa línea de 
					igualar a todos, pero de igualar por abajo, con lo que a la 
					hora de competir no serán muchos los que lo puedan hacer con 
					titulaciones de Francia, Alemania o Inglaterra, antes de 
					entrar en la Universidad. 
					 
					En esto estamos y vamos a estar, todavía más, en ver como 
					hay alumnos que se matriculan en algunos centros para tener 
					autobús gratis, y otras prebendas, pero que, desde el cuarto 
					día de curso no vuelven a aparecer por los centros. 
					 
					¿Por qué no se investiga eso y actitudes de este tipo?. Creo 
					que, de vez en cuando, hay alguna reunión de los directores 
					de centros con el Ministerio. ¿Han planteado esto alguna 
					vez, o van a esas reuniones a permanecer allí como 
					“floreros” que se van marchitando? 
					 
					Sé que esto no les va a gustar a muchos de esos directores, 
					me da igual, como me da igual que otras instancias cojan el 
					rábano por la hojas, porque no saben o no les dejan quienes 
					les pusieron a dedo, y lo que van haciendo es capear el 
					temporal. 
					 
					¿Qué tanto por ciento de absentismo hay en estos momentos? 
					¿Cuántos alumnos faltan más de sesenta días a clase en el 
					curso?. Cuando me lo aclaren y me lo justifiquen, si es 
					preciso, pediré perdón por mi osadía, pero hasta entonces 
					tengo que decir que ese fracaso escolar, al menos en Ceuta, 
					está siendo permitido y tolerado, sin que nadie mire al 
					meollo de la cuestión. Como catedrático me avergüenzo de que 
					esto esté sucediendo y no se intente corregirlo.  
   |