| 
                     
					La situación en la Planta de Transferencia de Residuos se 
					complica ante el incremento del grado de violencia de los 
					inmigrantes que tratan de colarse en los camiones para 
					lograr su propósito de salir de Ceuta. Los trabajadores de 
					las instalaciones, gestionadas por Urbaser, ya habían 
					advertido de que los subsaharianos comenzaban enfrentarse a 
					ellos cuando intentaban evitar que se oculten en los 
					vehículos para escapar a la península. Ayer, pasadas las 
					13.00 horas y ante las llamadas del personal, la Guardia 
					Civil intervino con tres patrullas y detuvo a siete 
					residentes del CETI que se resistieron y les lanzaron 
					piedras y otros objetos. 
					 
					La situación en la Planta de Transferencia de Residuos 
					Sólidos Urbanos (RSU) se complica por momentos: la presión a 
					la que la someten los inmigrantes en sus intentos por 
					ocultarse en los camiones acabó ayer con siete detenidos. 
					Tres patrullas de la Guardia Civil, a las que apoyó una 
					dotación del Cuerpo Nacional de Policía, tuvieron que actuar 
					pasadas las 13.00 horas ante las llamadas de alerta de los 
					trabajadores, de las que fue testigo EL PUEBLO. Tal como 
					pudo comprobar este diario, desde al menos dos horas antes 
					entre 15 y 20 subsaharianos se encontraban en las 
					inmediaciones de la planta y trataban de introducirse en las 
					instalaciones. Por la carretera de Santa Catalina se 
					observaba a pequeños grupos que se dirigían a las faldas del 
					Hacho, donde se ocultan hasta encontrar el momento idóneo 
					para colarse. 
					 
					Ayer la estrategia parecía distinta, porque los inmigrantes 
					no se ocultaban, sino que agrupados, presionaban a los 
					trabajadores de Urbaser, que desde el interior, les 
					increpaban y conminaban a abandonar su actitud ante la 
					amenaza de llamar a las fuerzas de seguridad. 
					 
					La plantilla de Urbaser se muestra impotente ante la 
					continua presencia de inmigrantes en la planta; aseguran que 
					han de hacer “turnos” para ir a comer o para tomarse un café 
					porque no pueden dejar de vigilar el recinto ni un sólo 
					instante. “Rompen las vallas para entrar y si les decimos 
					algo se nos encaran”, afirman. Los empleados reconocen que 
					ni siquiera la Guardia Civil puede hacer nada más de lo que 
					hace para erradicar esta práctica porque sus protagonistas 
					son gente “legal, con sus papeles”. 
					 
					“Están documentados, sólo podemos echarles de la planta 
					porque es una propiedad privada e identificarles”, explican 
					fuentes de la Guardia Civil. La Comandancia tiene activado 
					un control permanente de la zona desde comienzos del pasado 
					mes de marzo. A la patrulla fija que a diario controla la 
					zona se le unieron ayer otras dos de refuerzo, pues la 
					actitud que se encontraron en los inmigrantes era, como 
					habían comprobado los trabajadores, más beligerante de lo 
					habitual. “Querían meterse en los camiones y cuando los 
					empleados de la planta trataban de impedirlo, se les 
					enfrentaron”, apuntaban las mismas fuentes. Cuando llegaron 
					los agentes de la Guardia Civil, se encontraron con idéntica 
					respuesta por parte de los subsaharianos, que empezaron a 
					lanzarles “objetos, basura y algunas piedras”. 
					 
					Con la llegada de los refuerzos se pudo proceder a la 
					detención de siete de los participantes en la algarada, que 
					se “resistieron” a ser arrestados por un delito de atentado 
					contra agente de la autoridad. Todos ellos están filiados 
					como residentes en el Centro Temporal de Inmigrantes (CETI) 
					y se espera que hoy pasen a disposición judicial. 
					 
					Este diario informó los pasados 17 y 31 de marzo acerca del 
					agravamiento de la presión sobre la planta de transferencia 
					y recogía la sensación de impotencia del personal destinado 
					en estas instalaciones, que aseguraba no saber “qué hacer”. 
					El 1 de abril este medio informaba también del 
					“perfeccionamiento” de las rutas de acceso de los 
					inmigrantes a la planta. 
   | 
                		
						
                  | 
                      
					“Un día va a ocurrir otra desgracia”, auguran los empleados  
					“Un día va a ocurrir otra 
					desgracia como la del hombre que murió aplastado en el 
					accidente del camión”. Este es el augurio que uno de los 
					empleados de la Planta de Transferencia del Hacho hacía ayer 
					en declaraciones a EL PUEBLO en el momento en que dos 
					docenas de inmigrantes trataban de acceder al recinto. Al 
					igual que sucediera el pasado 8 de marzo, en una peligrosa 
					huída que recogía El PUEBLO en su portada, varios 
					inmigrantes corrieron ayer también el riesgo de caer por los 
					abruptos acantilados del Hacho cuando trataban de escapar 
					del control policial. El 28 de diciembre del pasado año un 
					joven procedente de Camerún, Paul Charles, murió aplastado 
					por la carga del camión en el que se había ocultado al 
					volcar el vehículo en la carretera del Hacho. En ocasiones, 
					los trabajadores de Urbaser se han encontrado a inmigrantes 
					con traje de neopreno en un contenedor cerrado.  
   |