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					No tenemos ninguna duda de que la muerte del activista 
					italiano Vittorio Arrigoni, ‘Vik’ para todos sus amigos, 
					quien viajó en el primer barco que rompió el bloqueo israelí 
					de Gaza, en el verano de 2008, no es inocente. Hace una 
					semana también fue asesinado por desconocidos Julian Mer-Khamis, 
					fundador del ‘Teatro de la Libertad’. Seguro que su muerte 
					tampoco ha sido inocente. 
					 
					En los últimos tiempos, el Estado de Israel se ha visto 
					acorralado mediática, diplomática y socialmente. Sus 
					andanzas bélicas en Palestina han sido duramente juzgadas, 
					como el mantenimiento de sus asentamientos y la sinrazón de 
					no querer alcanzar la paz con sus vecinos. Además, se ha 
					visto desbordado por la marea humana de solidaridad 
					internacional que la sociedad palestina ha cosechado en los 
					últimos años. Dos campañas han sido sus máximos exponentes: 
					la de ‘Boicot, Sanciones y Desinversiones’ y las de las 
					‘Flotillas de la Libertad’, que en un segunda edición 
					partirá a finales del próximo mes de mayo. 
					 
					Israel ha intentado minimizar el impacto de ambas por todos 
					los medios. En el caso de la primera, la Knesset, el Poder 
					Legislativo israelí, ha buscado la formula legal para 
					perseguir y hostigar a aquellos individuos y organizaciones 
					de defensa de los Derechos Humanos nacionales que, desde 
					dentro, no están de acuerdo con las políticas de apartheid, 
					colonización y judeización que se impulsan desde el 
					Gobierno. 
					 
					En el caso de las ‘Flotillas de la Libertad’, Israel mandó 
					un mensaje muy claro al mundo el 31 de mayo del año pasado, 
					cuando atacó a los integrantes de la primera, asesinando a 
					nueve cooperantes, ocho turcos y uno turco–americano, e 
					hiriendo a más de 60 de ellos: “La hegemonía en la región 
					pasaba por nosotros, que estamos por encima de la Ley, de 
					cualquier ley”. El coste de esta acción para Israel fue tan 
					elevado a nivel internacional que, tras el abordaje, la 
					Inteligencia israelí creó un grupo especifico para espiar a 
					los activistas de la ‘Flotilla’ y a las organizaciones que 
					luchan o simplemente denuncian el comportamiento criminal de 
					este Estado, como así salió publicado en diferentes medios 
					de comunicación aludiendo a fuentes de sus Servicios 
					Secretos. 
					 
					El Gobierno de Tel Aviv ha venido haciendo en los últimos 
					meses una ofensiva diplomática que únicamente ha encontrado 
					eco y apoyo en la dantesca Italia de Berlusconi: Simón Peres 
					se ha paseado por España y otros países europeos buscando la 
					forma de que nuestros gobiernos paren los barcos de la 
					segunda ‘Flotilla’. Se ha encontrado la lógica respuesta de 
					que la Ley esta para cumplirla y de que los Ejecutivos no 
					pueden parar las acciones de la sociedad civil si éstas 
					están dentro de la legalidad. El último país en responder a 
					estas peticiones de parar los barcos en ese mismo sentido 
					negativo ha sido Turquía. 
					 
					Parece que su fracaso, la falta de apoyos políticos y 
					diplomáticos cosechados a favor de sus intereses, ha 
					generado nerviosismo en el Gobierno israelí. En los últimos 
					días hemos venido asistiendo a declaraciones contradictorias 
					por parte de sus máximos responsables: mientras Netanyahu 
					hacia público en la televisión israelí ‘Channel 2’ que se 
					estaba considerando la posibilidad de dejar llegar a los 
					barcos a Gaza tras una inspección de la carga por las 
					autoridades internacionales competentes, altos mandos del 
					ejército israelí anunciaban que se estaban entrenando de 
					diferentes maneras para el abordaje de los barcos y avisaban 
					de que cualquier escenario de abordaje conllevaría la 
					pérdida de vidas de cooperantes. 
					 
					Ese nerviosismo podría, y digo podría porque no deja de ser 
					una hipótesis, haberse manifestado en los asesinatos de 
					Julian y de Vittorio también. Dos hombres de paz. Uno 
					israelí y otro internacionalista. Dos asesinatos que podrían 
					tener un claro significado. En el asesinato de Julian, que 
					los vínculos con la sociedad palestina no han de hacerse 
					desde la igualdad y el respeto, desde la tolerancia, desde 
					el amor a la vida, desde la educación, desde el arte. Esos 
					valores son muy peligrosos en un contexto de supremacía 
					bélica pero de un creciente rechazo mundial a los que 
					significa para la población palestina el estado de Israel. 
					 
					En el caso de Vittorio, que no se perdona que los 
					internacionales hayamos sido testigos de crímenes de guerra, 
					que hayamos llegado a Gaza por mar pese a haber un bloqueo 
					impuesto, que la ternura y la solidaridad ha de ser 
					castigada como lo fue anteriormente la Flotilla de la 
					Libertad. Además, en este caso, por las fechas en las que 
					nos encontramos puede ser un mensaje claro a la próxima 
					Flotilla que irá llena de internacionales, un mensaje claro 
					de intimidación como el que se lanzó en el año 2008 contra 
					el mismo Arrigoni y el propio Alberto Arce. 
					 
					No quiero pensar mal pero las amenazas, los seguimientos y 
					las intimidaciones de las más diversas maneras que los 
					miembros de la segunda ‘Flotilla’ hemos venido sufriendo me 
					indican que estos dos asesinatos no son inocentes y que 
					tienen un denominador común. Con ellos alguien lanza un 
					claro mensaje de cara al interior de Israel y Palestina, y 
					de cara a los activistas internacionales. 
					 
					No me creo lo del grupo salafista. No es lógico. Yo mismo he 
					estado en los campos de refugiados palestinos de Líbano y me 
					he paseado por esos barrios donde sabes que no deberías 
					estar pero sientes que tu presencia, por el trabajo que 
					realizas y tu compromiso, es respetada y aceptada por todos 
					los grupos, hasta los peores. Descerebrados, es cierto, los 
					hay en todas partes pero no me creo lo del grupo salafista. 
					De existir bien podría servir a intereses ajenos como muchos 
					de los que he conocido en mis viajes por Oriente Próximo 
					financiados por Arabia Saudí, el Mossad, la CIA, etcétera. 
					 
					En cualquier caso, sea quién sea quien haya asesinado 
					Vittorio Arrigoni, él vendrá con nosotros de nuevo a Gaza 
					este próximo mes de mayo a colorear la franja, a guiarnos 
					por qué trazos debemos pasar nuestro pincel para conseguir 
					que los niños sonrían mientras le damos color a tanta 
					miseria forzada. Ha sido una de nuestra referencias y fuente 
					de inspiración, la de los hombres y mujeres de las 
					‘Flotillas’, y como todos aquellos grandes hombres que han 
					hecho Historia, lo han asesinado insensatos que se han 
					puesto al servicio de intereses ajenos y que en ningún caso 
					buscaban la paz. 
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