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					No hace ni dos semanas que Antonio María Claret aterrizó en 
					Melilla, una ciudad con la que se muestra encantado, pero 
					que todavía no ha podido disfrutar totalmente porque su 
					responsabilidad como nuevo delegado del Gobierno le absorbe 
					todo el tiempo encerrado en su despacho. En tan pocos días, 
					se ha encontrado de bruces con un importante problema en el 
					CETI en el que ya se ha puesto manos a la obra junto a su 
					equipo, al igual que en otros frentes, como el desempleo, en 
					los que reconoce que queda aún mucho trabajo por hacer. 
					Ganas e ilusión no le faltan a este granadino de adopción, 
					cuyo don para las relaciones públicas puede jugar un papel 
					clave en un ámbito político e institucional demasiado 
					caldeado. 
					 
					- Hace ya algo más de una semana que usted aterrizó en 
					Melilla. ¿Se la imaginaba así? ¿Qué primeras impresiones le 
					han causado? 
					 
					- A mí me ha causado una sensación de ser una ciudad 
					preciosa, digo que es Melilla La Bella. El centro de 
					Melilla, aparte del ensanche que se construyó a principios 
					del siglo XX y finales del siglo XIX, es de los conjuntos 
					arquitectónicos más bonitos que yo conozco. Es un Modernismo 
					precioso. Yo no esperaba encontrarme una ciudad tan bonita. 
					No lo esperaba y me ha sorprendido. Pero además me ha 
					sorprendido lo amable y lo cariñosa, lo hospitalaria que es 
					la gente de Melilla. Eso me ha gustado muchísimo. Tengo una 
					impresión gratísima, la primera impresión que me he llevado 
					es magnífica. 
					 
					- El cambio de delegado, ¿implicará también una 
					renovación en la administración periférica? 
					 
					- Momentáneamente todo sigue exactamente igual. Yo lo que 
					estoy ahora es despachando absolutamente con todos y cada 
					uno de los directores provinciales para conocer cuales son 
					los problemas, cuáles son las actividades, quiénes son, cómo 
					son, qué soluciones hay... y estamos estudiando todas las 
					áreas. ¿Cambios? Pues si en algún momento hace falta hacer 
					alguno porque se considere adecuado se hará, pero hacer 
					cambios por hacer cambios tampoco es una medida inteligente. 
					Si hay que hacerlos se harán, pero porque sí, no. 
					 
					- Usted ha sido durante años presidente de Caja Granada. 
					Esta experiencia que usted ha acumulado en el sector 
					financiero, ¿puede serle útil para intentar atajar el 
					incremento del paro en Melilla? 
					 
					- Todo el bagaje cultural que tenga una persona le es útil 
					después para afrontar sus nuevas actividades. Desde luego, 
					la de Caja Granada me será muy útil por haber estado 
					trabajando en una empresa de 2.600 empleados que actuaba en 
					casi todos los ámbitos económicos. Eso me da una idea buena 
					para que yo pueda actuar, lo que pasa es que yo tengo que 
					actuar dentro de las competencias que tiene la Delegación 
					del Gobierno. Y en eso sí, ayudaré todo lo que pueda porque 
					estoy convencido de que el problema esencial de Melilla, 
					ahora mismo, además de la inmigración, es el paro.  
					 
					- ¿Cómo piensa el Gobierno solucionar o contener este 
					problema?  
					 
					- El problema del paro va ligado inevitablemente a un 
					problema de crecimiento económico. El crecimiento económico, 
					derivado de la crisis financiera mundial, que derivó en 
					crisis económica mundial, ha hecho que en nuestro país se 
					detenga de una manera importantísima la construcción y que 
					tengamos muchas casas vacías y sin vender. El sector 
					financiero se ve afectado por eso, con lo cual disminuye a 
					su vez el crédito. Hasta que no se solucione el problema de 
					las entidades financieras y no se solucione el problema de 
					la construcción, nuestro crecimiento será algo lento. En 
					cualquier caso, las previsiones del Gobierno están en que 
					creceremos por encima del 1,5% este año, con una 
					reactivación económica. Se ha empezado a reactivar el sector 
					exterior, la exportación. Eso es un buen dato. Si además los 
					españoles pensamos que estamos ya saliendo de la crisis, que 
					ya se le ve el fin, y empezamos a consumir de nuevo, 
					habremos dado otro paso más hacia la recuperación económica. 
					Y si los mercados internacionales de capitales, como parece, 
					están empezando a confiar en España, debemos los propios 
					españoles empezar a confiar en ella también. 
					 
					- ¿Qué medidas creen que hacen falta para ir reduciendo 
					esa cifra de parados en Melilla? 
					 
					- Melilla es una sociedad de servicios, una sociedad en la 
					que la industria es menor. Si hay alguna industria, es la de 
					la construcción. Probablemente sea la reactivación de ese 
					tipo de industria la que haya que tomar. No quisiera yo dar 
					con una varita mágica y decir ‘así se arregla el problema 
					del paro’, porque sería falso. No la tengo ni yo ni nadie la 
					varita mágica para acabar con el paro. Pero conociendo la 
					actividad de Melilla, ésa puede ser una.  
					 
					Esta mañana [por ayer] he escuchado en la radio una noticia 
					que me ha parecido muy alentadora, y es que el turismo se va 
					a activar mediante cruceros. Eso me parece que es una idea 
					magnífica, y ése puede ser otro de los mecanismos de 
					reactivación de la economía y consecuentemente de descenso 
					del desempleo. Ésos son los caminos. 
					 
					- Usted llegó ofreciendo y pidiendo colaboración leal 
					entre las administraciones. Imbroda le ha dado la razón y se 
					ha mostrado receptivo a su solicitud. En estos primeros 
					pasos para retomar el diálogo, ¿ha visto al león tan fiero 
					como hayan podido pintárselo, después de la tormentosa 
					relación que tuvo con su predecesor? 
					 
					- Las relaciones institucionales deben estar por encima de 
					las personas. Independientemente de que yo sea una persona 
					más o menos agresiva, más o menos educada, está la 
					institución. Y la institución debe llevarse bien con el 
					resto de las instituciones y cooperar en el beneficio común 
					de los españoles. Eso es así. Independientemente de eso, el 
					señor Imbroda no me ha dado motivo para hablar ni una 
					palabra mal de él. Al contrario, es una persona correcta, 
					amable y educada. De hecho, he de decir que nadie en Melilla 
					me ha dado todavía motivo para decir que es una persona 
					maleducada. Es más, considero en general a los melillenses, 
					y todavía no he encontrado a ninguno que me lo desmienta, 
					personas muy agradables.  
					 
					- Los rifirrafes con Marruecos son constantes. De hecho, 
					hace poco se produjo una nueva reivindicación soberanista 
					que la Asamblea de Melilla rechazará en Pleno. ¿Se 
					reforzarán las relaciones con el país vecino durante su 
					etapa como delegado del Gobierno? 
					 
					- Ésa no es cuestión que haga el delegado. Como usted sabe, 
					es una cuestión del Ministerio de Asuntos Exteriores de 
					España, y el delegado en estas cosas únicamente hará las 
					instrucciones que reciba. No está dentro de mis 
					competencias. 
					 
					- ¿Y con las autoridades marroquíes de las zonas 
					cercanas? 
					 
					- Yo, esencialmente me llevaré bien con todo el mundo, si 
					puedo hacerlo y se deja. Pero las relaciones exteriores 
					corresponden a otro nivel de la Administración. 
					 
					- Los transportes de Melilla son uno de los talones de 
					Aquiles de esta ciudad. Dentro de poco se adjudicará el 
					próximo contrato marítimo. ¿Ha podido ver el pliego de 
					condiciones?  
					 
					- Sí, me lo pasaron el viernes y hablé con la directora 
					general de la Marina Mercante. 
					 
					- ¿Y van a producirse las mejoras que ansían los 
					melillenses en el barco? 
					 
					- Yo creo que sí. La directora general estuvo aquí hace poco 
					tiempo, se comprometió a determinadas cosas, y parece que 
					las ha cumplido. Lo que tenemos que hacer ahora es presentar 
					a todo el mundo para que lo conozcan bien ese nuevo concurso 
					y eso yo creo que lo haremos en cuanto podamos, posiblemente 
					la semana inmediata después de la Semana Santa. 
					 
					- No llega usted en un tiempo fácil, por así decirlo... 
					 
					- (Ríe) Todos los tiempos son difíciles y todos son 
					fáciles... 
					 
					- Pues ha llegado usted en una antesala electoral, quedan 
					pocos meses de legislatura y aún estamos sufriendo la 
					crisis. Con todos estos frentes abiertos, ¿qué líneas 
					maestras va a seguir al frente de la Delegación del 
					Gobierno? 
					 
					- La primera, sosiego. No buscar confrontación por 
					confrontación, tratar de llevar a todas las 
					administraciones, a todos los sectores políticos, la idea de 
					que los problemas se resuelven hablando y con ofertas de 
					programa y de soluciones. Eso es lo que debe hacer, que la 
					política no es una actividad donde única y exclusivamente se 
					vocifera como si fueran hooligans en un partido de fútbol, 
					sino que hay algo más. Ahí tiene que haber un poso de ideas 
					y que esas ideas se tienen que traducir en alternativas 
					políticas. Que el de enfrente no es un enemigo, sino que 
					simplemente es un adversario político que desde otra 
					posición trata también de conseguir cosas buenas para los 
					ciudadanos. Ésa es la idea de lo que yo trato de transmitir, 
					y que trataré de impulsar. Y eso, hablando con unos y con 
					otros, trataremos de conseguir que se incluya dentro de su 
					acerbo político. Sé que será difícil porque la historia pesa 
					mucho, sé que las anteriores confrontaciones o batallas 
					dialécticas los condicionan a todos, pero ése será el camino 
					que yo trataré y personalmente me mantendré dentro de esas 
					ideas siempre y no me sacarán jamás de ello. No encontrarán 
					jamás en la Delegación del Gobierno en el tiempo que yo esté 
					mandándola ni exabruptos ni salidas de tono ni palabras 
					altisonantes. Eso está desterrado. 
					 
					- En su discurso de toma de posesión tuvo en cuenta a las 
					Fuerzas de Seguridad del Estado. La Guardia Civil tiene una 
					serie de reivindicaciones, sobre todo la mejora de las 
					garitas. No sé si conoce esos problemas. 
					 
					- Sí. 
					 
					- ¿Y va a solucionarlos? Porque llevan ya tiempo 
					pidiéndolo e incluso se manifestaron recientemente ante la 
					Delegación del Gobierno. 
					 
					- La Guardia Civil es un Instituto Armado, un cuerpo 
					jerarquizado en el que los problemas van de abajo a arriba 
					por la cadena de mando, y el mando es el que tiene que 
					solucionar esos problemas. Y ése es el camino que hay que 
					seguir dentro de la Guardia Civil. Yo estoy de acuerdo en 
					que el delegado tiene que colaborar y apoyar y ayudar a que 
					se solucionen los problemas y a ahí voy a estar. Les voy a 
					ayudar a que se solucionen todos sus problemas, pero son 
					problemas que hay que solucionar dentro de la Guardia Civil. 
					 
					- Usted es uno de los históricos del PSOE andaluz... 
					 
					- Eso suena a viejo (ríe). 
					 
					- Bueno, pero no lo digo en sentido peyorativo... 
					 
					- (Entre risas) Está bien, está bien... es que empecé muy 
					joven... 
					 
					- Su partido está pasando por uno de sus peores momentos. 
					¿Cree que las malas encuestas y el problema de los ERE 
					pueden costarle el Gobierno en las próximas elecciones por 
					primera vez en democracia? 
					 
					- Empezando por el final: no, no creo que le vaya a costar 
					el Gobierno al PSOE. Yo creo que el PSOE va a remontar esas 
					malas encuestas y va a tener nuevamente la posibilidad de 
					formar Gobierno en Andalucía. Sí es cierto que las encuestas 
					en este momento no son las mejores, pero queda un año para 
					las elecciones, y en un año, viendo algunas mejorías en el 
					aspecto económico, estoy convencido de que el PSOE podrá 
					remontar las encuestas y volver a ganar en Andalucía 
					trabajando mucho, poniendo orden y no cometiendo 
					equivocaciones. En Andalucía hay un sentimiento profundo de 
					apoyo al PSOE y de identidad entre la comunidad autónoma y 
					el PSOE. Una identidad que se basa en que el PSOE fue el que 
					defendió la autonomía andaluza. Y los andaluces vieron 
					entonces y vieron después que nosotros trabajábamos en 
					beneficio del desarrollo andaluz. 
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