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                     Los presidentes de fútbol están 
					tan expuestos a la crítica como a la gripe. Y el presidente 
					que no sea capaz de asumir que sus decisiones puedan ser 
					censuradas, bien le valdría dejar el cargo. En ocasiones, yo 
					les zurré la badana a los dos presidentes que antecedieron a
					José Antonio Muñoz. Eso sí, casi siempre motivado 
					porque ellos se habían metido antes con Muñoz, para que los 
					aficionados se olvidaran de los malos resultados del 
					momento. 
					 
					Tampoco he dudado lo más mínimo en poner como chupa de 
					dómine a los integrantes de la plantilla actual de la 
					Asociación Deportiva Ceuta. Recuerdo haber titulado así una 
					columna: “La Asociación Deportiva Ceuta va de mal en peor”. 
					Y tampoco me ha temblado el pulso para decirle al 
					presidente, cuando lo he creído conveniente, en qué se 
					estaba equivocando. 
					 
					Lo que no entiendo, dado que la temporada no ha finalizado 
					todavía, es que Jacob Hachuel, político perteneciente 
					a UPyD, pida ya que el presidente justifique los gastos por 
					estar el equipo subvencionado. Como si con esa denuncia a 
					destiempo, su partido pudiera salir beneficiado. Con todos 
					mis respetos para el señor Hachuel, a mí me gustaría saber 
					por qué no reclamó lo mismo durante épocas pasadas. Es 
					decir, durante las cinco o seis temporadas anteriores. 
					 
					Aunque no tengo el menor inconveniente en anticiparle que el 
					presidente de la ADC, José Antonio Muñoz, en cuanto acabe la 
					competición, presentará las cuentas de esta temporada y el 
					estado económico del Club. Para que usted, Hachuel, sepa a 
					qué atenerse. De modo que la espera será corta. Y hará más 
					el presidente: le pondrá fecha a unas elecciones para que 
					los candidatos se vayan preparando. Pues la intención de JAM 
					es estar nada más que dos temporadas en la presidencia. 
					 
					Ahora bien, el mismo respeto que le profeso a Jacob Hachuel, 
					por más que considere que ha cometido un error mayúsculo 
					pidiendo que se justifiquen unos gastos sin haber concluido 
					aún la competición, no tengo más remedio que decirle a 
					Javier López García de Vinuesa que se le nota que está 
					dejando de ir al psicólogo. 
					 
					En principio, porque ese valor (!) del cual suele presumir 
					el tal López, por el mero hecho de darle la tabarra a José 
					Antonio Muñoz, bien lo podría haber demostrado cuando le 
					tocaba hacer frente a sus obligaciones laborales. Porque no 
					entiendo que lleve tantos años sin dar ni golpe. Perdiendo 
					el tiempo por la calle, acudiendo a emisoras de radios y 
					escribiendo de fútbol. En suma, aprovechándose de un 
					diagnóstico que le auguraba desquicio si seguía viviendo 
					sometido a la presión que le hacía estar rilado a todas 
					horas. Qué pena, pues, que no haya nadie capaz de revisar la 
					invalidez permanente de este funcionario. Ya que si acusaba 
					canguelo por amenazas, o sea, que se le veía el pánico a la 
					legua, ahora parece haber recobrado la apostura jaque y 
					desafiante, usada, en su día, cuando trataba a los débiles. 
					Lo dicho: Javier López está para no perderse ni una sola 
					sesión de diván. 
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