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					A partir de hoy y por unas fechas vamos a encontrarnos 
					saturados de noticias, chismes, crónicas y cotilleos sobre 
					el enlace del Príncipe Guillermo de Inglaterra y la preciosa 
					Kate, hoy Duques de Cambridge y no Príncipes de Gales como 
					desearían la inmensa mayoría de los británicos, que apuestan 
					por la sucesión del nieto de la Reina Isabel de Inglaterra 
					saltando la figura de su padre Carlos que, por muy 
					ecologista y amante del patrimonio histórico que sea, nunca 
					ha resultado excesivamente popular. 
					 
					No ha sido una boda sino un “bodón” en toda regla, la 
					auténtica “boda del siglo”, por el lugar privilegiado y la 
					belleza inenarrable de la abadía donde los novios se casaron 
					teniendo enfrente un conjunto de maravillosas vidrieras y no 
					como nuestros Príncipes que hubieron de casarse en la 
					Almudena y teniendo como fondo las pinturas semi-románicas 
					de Kiko Argüez, el iluminado creador de las comunidades de 
					los Kikos, una excelente persona y un hombre de Dios, pero 
					ni aquello era una cúpula de Miguel Angel ni podría jamás 
					emular a la más humilde de las vidrieras. 
					 
					Excelso poderío, el traje de la novia de Alexander MacQueen, 
					un encanto de altísima costura bordado a mano con parte 
					superior de artesanía de encaje de Chantilly, un traje de 
					princesa de cuento de hadas y una princesa Kate preciosa, 
					con su perfecto óvalo facial, sus labios regulares que son 
					una oda al contra-botox, la nariz perfecta y ni un solo y 
					mínimo retoque facial, porque es una auténtica “rosa 
					inglesa” de las que no necesitan repellarse en quirófano. 
					 
					Ha tenido suerte el príncipe Guillermo al maridar con una 
					niña de clase media cuyos padres se rompieron el culo para 
					que el patrimonio que iban acumulando, sudado que no 
					heredado, revirtiera en la mejor de las educaciones para sus 
					tres hijos. Y ahí están las niñas y el niño, capaces de 
					alternar y estar con la realeza con la seguridad que supone 
					el tener el más exquisito de los patrimonios que es el de la 
					educación y la cultura, el único susceptible de abrir todas 
					las puertas, escalar hasta las más altas esferas y hacerlo 
					con seguridad y con soltura. 
					 
					La novia maravillosa y las invitadas según, faltaron Rania, 
					seguramente por los problemas existentes en el mundo árabe, 
					y Carla Bruni puede que por el luto francés de los atentados 
					de Marrakech donde murieron súbditos galos, también faltaron 
					las elegantes señoras de la realeza marroquí por motivos 
					evidentes. Nunca olvidaremos la falda de gasa morada con 
					bordados y la sencilla camisa blanca de seda de Rania de 
					Jordania en la boda del príncipe Felipe, firmaba el conjunto 
					Gyvenchi. Nada más que hablar. 
					 
					Los elegantes han sido como siempre los Beckham, Victoria 
					vestida de su propia marca, traje de líneas depuradas en 
					azul marino que no ocultaba su embarazo y un tocado a la 
					frente de los que marcan tendencias y hacen época. David 
					espectacularmente yogurín, como es de guapo un inglés cuando 
					sale guapo. Máxima de Holanda elegante y con buena pinta, la 
					princesa de Kent regia, como siempre es ella, de gris 
					azulado y capaz de hacerse notar por su elegancia de 
					princesa austriaca reciclada en inglesa en medio de una 
					multitud. Pura realeza. Las niñas Spencer, sobrinas de lady 
					Diana rubias de porcelana y “niñas bien” por excelencia con 
					tocados preciosos recogiendo las melenas casi albinas. Las 
					hijas de Sara Ferguson como siempre: fatal. Las deben vestir 
					los republicanos. 
					 
					Los cortesanos oficiales alabarán hasta quedar roncos la 
					exquisita elegancia de los miembros asistentes de nuestra 
					Familia Real, pero la Reina iba correctamente vestida por 
					Margarita Nuez que jamás desfilará en la pasarela de París y 
					Letizia con uno de sus consumidos vestidos de Felipe Varela 
					modisto que tiene un stand en el Corte Inglés y que, al 
					parecer, no comprende que cuando la clienta está 
					excesivamente delgada no puede ir apretada y “a cuerpo” sino 
					que se diseña un abrigo elegante años sesenta tipo Jackye 
					Kennedy, se le apaña una chaqueta un poco armada o 
					simplemente se contempla cualquiera de los modelos que viste 
					nuestra Princesa de Asturias y se hace una pregunta: “¿Esto 
					se lo pondrían Rania o Carla Bruni?”. Si es que no, mejor 
					dejar el modelete en el armario. 
					 
					Y el protocolo señalaba “tocado o pamela” y no sombrerete. 
					Esta vez Felipe Varela no ha dado una. No obstante contamos 
					con la ventaja innegable de que, los cortesanos habituales, 
					harán la ola habitual, se vista de Chanel haute couture o se 
					vista con un chandall del Carrefour. ¿Más notables 
					españoles?. Se echó de menos a la familia Real griega donde 
					Marie Chantal Miller pone la nota ultrachic mientras que su 
					elegante cuñada Tatiana le va a la zaga. 
					 
					Tampoco se vio a los de Mónaco, Carolina que necesita un 
					urgente repaso para recuperar su legendaria belleza pero 
					siempre imagen exquisita de Chanel, la niña Carlota que para 
					montar a caballo prefiere Gucci pero que tampoco le hace 
					ascos a Karl Lagerfield y la preciosa y ultramillonaria 
					Tatiana santo Domingo, un dulce de chica que demuestra que a 
					veces hay príncipes con ojo a la hora de emparejar. A la 
					vista está: Los de Grecia con dos potentadas guapisimas, el 
					de Bélgica con la linda y aristocrática Matilde, el de 
					Holanda con la economista e hija de ministro Máxima que 
					enamora con su simpatía a los de allí y Guillermo con la 
					adorable y risueña Kate, la que será “la novia del siglo”. 
					 
					Bodón, bodón, Nati Abascal no lo hubiera diseñado más 
					exquisito para el “Hola”, todo maravilloso y ahora a atender 
					anhelantes el extraordinario del BOE de la realeza, es 
					decir, del “Hola” para empaparnos en los detalles y en los 
					modelos de las invitadas ¡Que ganas de leerlo! 
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