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                     Es, sin lugar a dudas, el más 
					atractivo de los meses del año, porque, de principio a fin, 
					tiene elementos para todos y cada uno, según sus gustos, sus 
					creencia y costumbres. 
					 
					Comenzó con San José Obrero, una fiesta que en 1957 fue 
					institucionalizada por Pío XII, como fiesta del trabajo, 
					bajo unas perspectivas religiosas que, más tarde, los 
					sindicatos y los políticos, especialmente los sindicatos, 
					han querido hacer suyo, aunque cada año va teniendo menos 
					seguimiento y, en esta ocasión, en Ceuta concretamente, la 
					manifestación no congregó, ni siquiera a los liberados. 
					 
					Un fracaso, en Ceuta, de Comisiones Obreras, y digo 
					Comisiones Obreras, porque UGT se ha desmarcado para no 
					hacerle el juego a Aróstegui y sus pretensiones. Buena 
					jugada de UGT. 
					 
					Pero mayo no se queda, sólo, en la manifestación del día 1, 
					ya que a esto, y yendo por otros derroteros le siguen las 
					cruces que, Ceuta como muy pocas ciudades, cuida y mima, a 
					lo largo del mes, de una forma ininterrumpida y con un 
					estilo inigualable. 
					 
					Es, por tanto, el mes de las cruces y el mes de la flores, 
					dedicadas a María, a todas las “marías”, a las madres, a lo 
					largo de un mes, aunque el “día de la madre”, desde hace ya 
					unos cuantos años se trasladó del día 8 de diciembre al 
					primer domingo de mayo, que en esta ocasión ha coincidido 
					con el primero de mes. 
					 
					Queda claro, pocas son las personas, y muy especialmente en 
					Ceuta, que no tienen que festejar algo en mayo, con buen 
					tiempo o con días lluviosos, pero con el mismo ánimo 
					siempre. 
					 
					Y ..., esto por encima de todo, también es la época de las 
					primeras comuniones, con días de reencuentros familiares, 
					con festejos para los abuelos, los padres, los tíos, los 
					primos y todos los chiquillos que, por vez primera, reciben 
					la comunión. 
					 
					En años pasados, por estas mismas fechas, ya lo hemos venido 
					comentando, y es que las primeras comuniones no comienzan y 
					terminan a la hora de ir a comulgar los niños o las niñas, 
					sino que todo eso lleva aparejadas unas compras, desde 
					muchas semanas antes de estos acontecimientos y, además, 
					conlleva una serie de celebraciones que hacen que los 
					restaurantes de las distintas ciudades y pueblos se puedan 
					justificar a sí mismos, ese mes, y puedan seguir 
					subsistiendo, en toda esta época de crisis. 
					 
					Y, como en todo, siempre hay quienes confunden “la velocidad 
					con el tocino” y hablan de gastos inútiles, en relación con 
					lo eclesial, en estas celebraciones. 
					 
					Se equivocan, nada más lejos de la realidad, por cuanto una 
					comunión agrupa, en torno a ese niño o a esa niña, en el día 
					de la primera comunión, a toda la familia, hasta tres 
					generaciones, que de ordinario, no suelen reunirse y que, 
					sin embargo, a esto se va con total alegría y con una gran 
					satisfacción. 
					 
					En las comuniones, con ser lo principal el hecho de ir a 
					comulgar, por primera vez, un niño o una niña, no nos 
					podemos quedar, tan sólo, a la puerta de la iglesia. Eso es 
					importante, muy importante, pero mucho más lo es lo 
					simplemente social que, en épocas de rencillas y discordias, 
					por unas horas y, a veces, para siempre, a partir de aquí, 
					esas discordias se transforman en una indefinida concordia. 
					Eso, también, hay que saberlo valorar. 
					 
					Hemos visto, pues, una variada diversidad de actos, de 
					situaciones que, en mayo, más que en otros meses, se van 
					dando, a lo largo de todo el mes, algo que anima un poco más 
					la, bien entrada, primavera. 
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