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                     Hay cosas que, por mucho que trato 
					de comprender, no consigo entender nada de nada. Y que 
					conste, que le doy vueltas a la cabeza intentando encontrar 
					un resquicio, por donde pueda llegar a entender algo de lo 
					que se está diciendo, pero por muchas vueltas y cuentas que 
					hago, no hay forma de entender nada. Quizás sea, porque mi 
					escasa inteligencia no acierta a entender, lo que para otros 
					es de una enorme facilidad. 
					 
					Por ejemplo, cuando llega un puente o unas mini vacaciones, 
					como han sido las de Semana Santa, se dice que se prevén 
					catorce millones de desplazamientos, y al escuchar eso es 
					donde empiezan mis enormes dudas, que no me permiten 
					entender nada de nada. 
					 
					Si se realizan catorce millones de desplazamientos, haciendo 
					una media de cuatro por vehículos, resulta que se han puesto 
					en marcha 56 millones de españoles. Si España tiene, en la 
					actualidad, cuarenta y siete millones, de dónde salen los 
					nueve que nos sobran. Y eso sin contar con los millones de 
					españoles, que por su trabajo, por enfermedad o porque están 
					más tiesos que una mojama, no pueden permitirse el lujo de 
					viajar. 
					 
					Suponiendo que sean seis millones de españoles, los que por 
					esas causas no pueden viajar, nos encontramos, si las 
					matemáticas no mienten, que tenemos 56 millones viajando y 
					seis sin poder hacerlo, lo que nos da que la población 
					española es de 62 millones de habitantes. 
					 
					Yo esto, como diría mi amigo el gitano Juan, por mi pare que 
					no lo entiendo. No se si ustedes podrán entender cómo de una 
					población de cuarenta y siete millones de españoles, viajen 
					56 millones y además, se quedan en sus casas otros seis 
					millones. Vamos es que las cuentas no me cuadran, ni 
					diciendo que estoy viendo brotes verdes. 
					 
					Con esto me pasa exactamente como con otros asuntos que no 
					acierto a comprender. En España hay más de cine mil 
					políticos y la mayoría de ellos no se para qué valen, ni 
					cuál es su trabajo en el caso que tenga algún trabajo que 
					realizar. No sólo el de darle una vueltecita a la llave o 
					levantar la manita a la hora de la votaciones. Y digo yo, en 
					el caso qué se pueda decir algo, y para qué queremos tantos 
					políticos, con lo que nos cuestan cada uno de ellos. 
					 
					Es sin contar los secretarios, secretarias, asesores, 
					asesoras, primos, primas y demás familiares y afectos que 
					rodean a cada uno de esos políticos que, por cierto, hay que 
					añadir los guardaespaldas y los conductores. Lo que supone 
					una enorme carga al escuálido bolsillo de los 
					contribuyentes. 
					 
					Esta vez no voy a decir, en el caso de qué se pueda decir 
					algo, lo digo sin más. Quitemos las subvenciones que se les 
					dan a los partidos políticos según la cantidad de escaños 
					que consigan en las elecciones y que aquel que quiera apoyar 
					a algún partido político que lo pague de su bolsillo o que 
					ponga una equis en la declaración de la renta, donde ponga 
					para ayudar a tal o cual partido. 
					 
					Porque, además, después cuando llega la hora de la verdad, 
					el partido que usted ha votado si no tiene los votos 
					necesarios para gobernar, pacta con otro partido al que 
					usted no lo habría votado jamás. Lo que no deja de ser una 
					tomadura de pelo a sus votantes. 
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