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                     En una ocasión más, me veo en la 
					obligación de compartir con los lectores de este medio de 
					comunicación algunas reflexiones en relación a las 
					circunstancias que han rodeado la conmemoración en nuestra 
					ciudad del día internacional de los trabajadores. Aunque, a 
					modo de prólogo, primero deba recordarles por su 
					importancia, que por primera vez en nuestra historia 
					democrática, superamos los cinco millones de desempleados. 
					Una cuestión, que sin ninguna duda, lleva la desesperanza a 
					millones de hogares españoles y en consecuencia, a miles de 
					hogares ceutíes mientras, algunos de nuestros líderes 
					sindicales, en vez de trabajar intensamente por la defensa 
					de nuestros derechos como trabajadores, explotan su 
					condición de líder sindical en beneficio de su carrera 
					política. 
					 
					Una vez hecha esta afirmación, les plantearé algunas 
					cuestiones: ¿Qué podemos pensar de un líder sindical, 
					supuesto defensor de los derechos de los trabajadores, que 
					se dedica a insultar gravemente a los más de veinte mil 
					ceutíes que apoyamos la candidatura presentada por el 
					Partido Popular en las últimas elecciones autonómicas, a los 
					trabajadores de los medios de comunicación independientes de 
					la ciudad, exceptuando a quienes sirven exclusivamente a sus 
					intereses y a quienes profesamos una determinada creencia 
					religiosa por el mero hecho de celebrar nuestras 
					tradicionales procesiones de Semana Santa? 
					 
					Un líder sindical, que exige la creación de un gran pacto 
					social por el empleo, en el que tengan cabida todos los 
					agentes sociales pero, sin embargo, un año más conmemora por 
					separado el Primero de Mayo, mermando con ello el impulso 
					reivindicativo de una fecha tan señalada. Tengo que 
					señalarles, que a nivel nacional la conmemoración de este 
					día unió una vez más, en las principales localidades 
					españolas, a las dos centrales sindicales mayoritarias, UGT 
					y CCOO, bajo un mismo lema “Empleo con derechos. Contra los 
					recortes sociales”. 
					 
					En definitiva, un representante sindical que pierde 
					absolutamente toda credibilidad al obviar continuamente su 
					labor fundamental, que no es otra que la defensa de los 
					derechos de todos los trabajadores, independientemente de 
					sus creencias políticas o religiosas. Por tanto, si es 
					incapaz de desarrollar satisfactoriamente su labor 
					principal, ¿cómo podríamos confiar plenamente en que pudiera 
					desarrollar eficazmente otras responsabilidades? 
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