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                     Renovarse o morir dice la celebre 
					frase. Y en verdad, en ocasiones es más necesaria que nunca 
					esa renovación que nos pueda hacer salir del pozo en que nos 
					encontramos metidos. Ese es le gran problema al que se 
					enfrentan los sindicatos pues demostrado está, después del 
					pasado uno de mayo, que carecen del suficiente poder de 
					convocatoria, dando la sensación, ante la escasa 
					participación de los trabajadores a la convocatoria que, 
					como dicen los chavales de hoy día, pasan olímpicamente de 
					la centrales sindicales.  
					 
					Lo cual es un enorme problema, que las centrales sindicales 
					deberán tratar de solucionar lo más pronto posible, buscando 
					la solución que vuelva a atraer a los trabajadores a 
					cualquiera de las convocatorias que realicen. De no saber 
					solucionar este problema poco porvenir les puede esperar por 
					mucho que, sin discusión alguna, las centrales sindicales 
					son de vital importancia para la democracia. 
					 
					Que la agencia Lynce, especialista en concentraciones o 
					manifestaciones, dé como resultado que la asistencia en 
					Valencia del día uno de mayo, convocada por CC. OO y UGT, 
					sólo haya tenido una asistencia de 8.000 trabajadores, se 
					mire como se mire, es un auténtico fracaso de las centrales 
					sindicales. Pues con esta reducida asistencia ha quedado 
					demostrado el divorcio entre los trabajadores y las 
					centrales sindicales. 
					 
					Aprobar una reforma laboral, que lo único que ha conseguido 
					es aumentar el número de parados, ha sido un gran error que 
					se ha querido paliar con una manifestación contra esa nueva 
					ley laboral que en nada ha favorecido la mundo del trabajo. 
					Y es lo que decía la sabia de mí abuela “a burro muerto la 
					cebada al rabo”. Las manifestaciones contra esa ley hay que 
					hacerla, antes de que se apruebe. Hacerla después de ser 
					aprobada, no vale para nada. 
					 
					El mundo del trabajo echa de menos a dos grandes 
					sindicalistas, Marcelino Camacho y Nicolás Redondo, que si 
					bien defendían los derechos de los trabajadores a capa y 
					espada, también sabían, perfectamente, el momento que 
					atravesaba España y el momento de hacerle una gran 
					manifestación de protesta o una huelga general, pero sin 
					olvidar nunca, los intereses de los trabajadores y los 
					intereses de España. 
					 
					Doctores tiene los sindicatos, y ellos sabrán las medidas 
					que tienen que tomar, para volver a tener ese poder de 
					convocatoria y atraer, de nuevo, la confianza de los 
					trabajadores. Quizá algunos de los mandas piensen que hay 
					que dejar paso a gente nueva, con capacidad suficiente para 
					resurgir, y decida decir adiós. Insisto en la frase de mí 
					abuela: “renovarse o morir”. 
					 
					Y aquí, en esta nuestra tierra, el poder de convocatoria de 
					CC. OO, esa central sindical, que el manda es la suprema 
					inteligencia política de nuestra tierra, ha llegado a ser 
					casi nulo, pues que se manifiesten 150 trabajadores, no es 
					una cifra como para tirar cohetes, más bien un enorme 
					fracaso. Lo que viene a ponerme el asunto, en cuanto a las 
					elecciones se refiere, como le ponían las carambolas al rey 
					aquel. Vamos, que visto el escaso poder de convocatoria, 
					cosa que no me coge de sorpresa, insisto más que nunca. 
					Ningunos con los que saque. Es una ventaja que tenemos los 
					“vendidos”. 
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