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					El Helipuerto instaló hace aproximadamente un mes, en su 
					edificio terminal, el primer aparato desfibrilador portátil 
					de la ciudad. Catorce trabajadores han recibido un curso de 
					formación que les capacita para utilizarlo si fuese 
					necesario, aunque, como ellos mismos reconocen “una cosa es 
					haberlo aprendido hace dos meses con un muñeco, y otra tener 
					que llevarlo ahora a la práctica”. De momento, no han tenido 
					que utilizarlo. El aparato es semiautomático y, al estar 
					dotado de la tecnología más avanzada, indica mediante una 
					voz los pasos que el asistente debe dar en cada momento; al 
					mismo tiempo que el 061 recibe una alarma.  
					 
					“Extraiga el desfibrilador y siga las instrucciones: 1. 
					Encienda el desfibrilador tirando del asa. 2. Extraiga los 
					electrodos y colóquelos en el pecho del paciente según se 
					muestra en el dibujo. 3. No toque al paciente, siga las 
					instrucciones de voz del aparato y pulse el botón que 
					parpadea si el desfibrilador se lo indica”. Así se lee en el 
					cuadro de instrucciones. Un desfibrilador portatil, el 
					primero del que dispone la ciudad, fue instalado hace 
					aproximadamente un mes en el helipuerto. Su objetivo es 
					auxiliar a los usuarios en caso de paro cardíaco y ofrecer 
					al pasajero los mejores servicios de atención en sus 
					instalaciones. “Todo el mundo debería conocer su 
					funcionamiento, y también tener conocimientos básicos de 
					primeros auxilios, porque no sabes cuándo te van a hacer 
					falta”, dice Manuel López, uno de los pasajeros que está 
					esperando para subir al helicóptero, y que, además, es 
					enfermero en la península. “El 90% de las paradas son por 
					fibrilación ventricular y se deben atender con los 
					desfibriladores, donde la rapidez de actuación es vital”, 
					añade. 
					 
					Le acompaña José Moreno, también personal sanitario, que se 
					remonta a los fallecimientos que ha habido, “por ejemplo, en 
					los campos de fútbol”, por no disponer de este aparato. 
					“Deberían instalarlo en los gimnasios, en los centros 
					comerciales...”, apunta.  
					 
					Para aprender su funcionamiento, catorce trabajadores -”Y 
					esperamos ir haciéndolo toda la plantilla”, explica el 
					director del helipuerto, Manuel Ruiz- han recibido formación 
					específica titulada ‘Curso de soporte vital básico y 
					desfibrilador externa semiautomática’, que les capacita para 
					usar correctamente el equipo desfibrilador. Entre los 
					alumnos, personal de Aena de atención al público y 
					vigilantes de seguridad. Aunque como ellos mismos reconocen 
					“una cosa es haberlo aprendido hace dos meses con un muñeco, 
					y otra tener que llevarlo ahora a la práctica”. Ana María 
					Martín y Rafael Pelayo, vigilantes de seguridad, y Olegario 
					Fernández, técnico de operaciones, son tres de esos 
					empleados. Les preocupa no estar a la altura, pero muestran 
					el carnet y el diploma que avala su formación, y señalan: 
					“Esperamos no tener que utilizarlo, porque no hemos vuelto a 
					practicar y se nos olvida, pero si llegase el momento, 
					reaccionaríamos”. 
					 
					De momento, no han tenido que utilizarlo. El aparato es 
					semiautomático y, al estar dotado de la tecnología más 
					avanzada, indica mediante una voz los pasos que el asistente 
					debe dar en cada momento. Simultáneamente, las columnas en 
					las que está instalado el desfibrilador envía una alarma de 
					aviso al Centro de Control de Seguridad (CECOA) 061 para que 
					active el protocolo adecuado. La parada cardiorespiratoria 
					fuera de un hospital es la primera causa de muerte en 
					España. 
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