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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 11 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Dormir bien produce efectos saludables
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El lunes pasado, me tropecé con Lorenzo Linares Díaz, abogado él, en la plaza de la Constitución. Tras haber estado sin hallarnos un montón de tiempo. A Lorenzo, cada vez que nos vemos, que suele ser menos veces de las que los dos quisiéramos, le agrada sobremanera charlar conmigo. Y, si acaso ambos no estamos urgidos por las prisas, no tenemos inconveniente alguno en demorarnos en nuestra conversación.

El lunes fue Lorenzo quien llamó mi atención, ya que no me había percatado de su presencia. Y, lógicamente, la cháchara comenzó a cundirnos de manera fluida. A pesar de que, en esta ocasión, a mí me esperaban ya en otro sitio. Pero, tratándose de Lorenzo, a quien conozco desde hace muchísimos años, yo soy hasta capaz de llegar tarde a una cita, siendo como soy tan cuidadoso en semejante menester.

Lorenzo Linares, que nunca ha tenido el menor empacho en declararse lector mío, me dijo que se había sorprendido al enterarse de que yo estaba ya muy cerca de cumplir los setenta y dos años. Y a renglón seguido, cual suele suceder en estos casos, me preguntó por la vida que yo hacía para conservarme tan bien.

Y no dudé en darle la receta: en principio, mi bebida preferida es el Rioja. Que bebo con moderación. Y, naturalmente, mentiría si no te dijera que siempre le he dado mucha importancia al dormir. En realidad, quizá dejándome llevar por lecturas que hablaban de la necesidad de dormir, desde el punto de vista de la salud y de la higiene, consideré muy pronto que dormir es más importante que comer y que cualquier otra necesidad física.

De modo que cuando duermo las horas necesarias me siento mejor en todos los sentidos. En cambio, si duermo poco y mal, noto como se apodera de mí el desorden, la fatiga, la debilidad, y quedo a merced de cometer malas acciones.

Una de ellas, por ejemplo, sería recomendarle a Francisco Javier López de Vinuesa, ese pobre hombre a quien el miedo le tiene atenazado, que procure dormir más a ver si consigue llegar a los setenta años con la cara tan tersa como si le hubieran hecho un lifting. Porque al paso que va, si consigue llegar a septuagenario, va a tener que lucir un careto con más rayas que el uniforme que usaban los soldados españoles, destinados en Filipinas.

Lo de FJL, lo comprendo yo perfectamente; su miedo atrasado y cerval, le impide dormir, desde hace ya la tira de tiempo. Y, claro es, si no duerme, cada día que cumple, el pobre hombre, le cuentan por siete; y así, al paso que va, no sería nada extraño que acabara con el rostro convertido en un mandil de rayadillo.

A lo que iba Lorenzo, y perdóname por la digresión, que te quede bien claro, pues, la gran importancia que concedo al dormir. Eso sí, hay que dormir a la pata la llana. Y esa manera de hacerlo, con mis debidos respetos para quienes padecen de algo que les impida disfrutar de ello, se debe a que tengo la conciencia tranquila. Y en los tiempos que corren, donde abundan los trincones como setas y donde los hay capaces de engañar incluso a un tribunal médico, alegando que les flaquean las piernas en cuanto han de incorporarse a su labor, por cobardía reconocida, es tremendamente difícil.

Ah, hastiado un poco de la campaña electoral, he decidido, hoy, opinar acerca de los efectos saludables que produce dormir bien.
 

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