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					Volver a Ceuta después de 10 años sin pisarla, por motivos 
					que no vienen al caso, no es sólo un remedio perfecto para 
					la nostalgia, también es un placer para los sentidos.  
					 
					Una sorpresa tras otra, todas ellas agradables, son las que 
					me he encontrado a cada paso que he dado mientras “pateaba” 
					la ciudad en la que nací y pasé la mayor parte de mi vida. 
					Mi Ceuta, la de todos los caballas, ha cambiado… está 
					cambiando. Un transformación que ha pasado de ser 
					evidentemente necesaria, a ser prácticamente increíble, 
					inimaginable hace algo más de una década.  
					 
					No creo que pueda encontrar las palabras adecuadas para 
					expresar lo que me llevo de este pequeño viaje de regreso a 
					mi tierra, no sé si es oportuno hacerlo desde la euforia que 
					me ha dado la visita a una ciudad tan cambiada y tan bonita, 
					que en ocasiones he dudado estar pisando suelo caballa.  
					 
					Los ciudadanos de Ceuta pueden jactarse de vivir en esta 
					ciudad, una ciudad que se ha convertido en un orgullo para 
					todos. Ya no avergüenza hablar de Ceuta, porque el largo 
					listado de carencias de antaño ha sido sustituido por una 
					postal de impagable belleza. Atrás quedaron los “en Ceuta no 
					tenemos…” por “en Ceuta hay algo que tú no tienes…” o “como 
					se vive en Ceuta, en ningún otro sitio”. 
					 
					Y eso me llevo yo, un “como en Ceuta, en ningún otro 
					sitio…”, con la tristeza que esa frase me aporta a mi, que 
					tengo que dejarla atrás una vez más y con la alegría que, 
					con total seguridad, aporta a todos los ceutíes que tienen 
					la tremenda suerte de poder disfrutarla en el día a día. 
					 
					Ahora llegan elecciones y hay quien promete una variación en 
					el rumbo. Desde estas letras, escritas desde la ignorancia 
					de un apolítico, sólo pido que Ceuta no tenga la mala suerte 
					nunca de que el timón vire hacia otro lado. Sólo pido que el 
					cambio que he podido ver en tierras caballas, no sea 
					interrumpido, que no lo pare nadie. 
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