| 
                     
					Carreteras, senderos peatonales, escaleras y parcelas 
					urbanizadas con todas las infraestructuras necesarias, desde 
					saneamiento a agua potable o electricidad y alumbrado 
					público. Todo ello forma parte de las dos fases de 
					urbanización que la entidad estatal de suelo, Sepes, 
					dependiente del Ministerio de Fomento, desarrolla en Loma 
					Colmenar y que están a punto de culminar. La ultima semana 
					de mayo o la primera de junio es el plazo en el que los 
					técnicos responsables, a los que EL PUEBLO acompañó ayer en 
					una visita de obra, prevén que esté finalizada la segunda 
					fase. El resultado serán 46 nuevas hectáreas de ‘ciudad’. 
					 
					El ambicioso y complejo proyecto que la entidad estatal de 
					suelo, Sepes, dependiente hoy del Ministerio de Fomento, 
					emprendió al comienzo de la pasada década para convertir en 
					‘ciudad’ 461.399 metros cuadrados de terrenos baldíos está a 
					punto de culminar. Los responsables técnicos de la actuación 
					ofrecieron ayer a EL PUEBLO un recorrido por las obras de la 
					segunda fase, que abarca 25 hectáreas, comenzó a finales de 
					2008 y concluirá, según sus previsiones, la última semana de 
					mayo o la primera de junio. 
					 
					Carreteras, nuevos senderos para pasear, parcelas preparadas 
					para vivienda en zonas con una de las mejores vistas de la 
					ciudad..., todo ello forma parte de las dos fases en que se 
					ha dividido la urbanización de estos terrenos, con una 
					complicada orografía que no ha sido el único obstáculo a 
					salvar. Según recuerdan los técnicos a pie de obra, las 
					vicisitudes han sido diversas y entre ellas se cuenta la 
					necesidad de trasladar primero los vehículos de un depósito 
					que había en la vaguada y, durante el proceso de 
					construcción, de ingentes cantidades de chatarra, sobre 
					todo, de coches desguazados y abandonados. Ayer mismo, “de 
					nuevo”, aparecían los restos de una furgoneta arrojados a 
					los terrenos donde se construirán 317 nuevas VPO promovidas 
					también por Sepes y, en el lado opuesto, la carcasa de un 
					coche tirada a media altura, en lo que está destinado a ser 
					la zona verde que hará de ‘colchón’ entre las parcelas 
					residenciales e industriales previstas en esta fase. 
					 
					A estas dificultades se han unido las que tienen que ver con 
					los enlaces perimetrales de las dos fases de urbanización 
					con las barriadas colindantes. Los técnicos de Sepes y los 
					de la empresa que ha desarrollado la actuación, Vías y 
					Obras, mostraban como ejemplo el del Arroyo Viera. Esta 
					zona, de viviendas construidas, como las del vecino 
					Príncipe, fuera de ordenación, estaba incomunicada del resto 
					de la ciudad. Sólo unas empinadas e interminables escaleras 
					daban acceso a este núcleo residencial. Un viejo camino de 
					tierra ha dado paso a una carretera asfaltada, dotada de 
					alcantarillado, de su correspondiente sistema de evacuación 
					de pluviales, aceras y alumbrado público. “Un lugar aislado 
					y sin servicios básicos se ha integrado e la trama urbana”, 
					señalaban los técnicos de Sepes.  
					 
					Este es, de hecho, el gran objetivo de la urbanización de 
					Loma Colmenar, una tarea de “regeneración urbana” que ha 
					supuesto importantes movimientos de tierra y actuaciones de 
					“cirugía” urbanística y de la cual apenas es “visible” el 
					10% de lo realizado. “El 95% de lo que se ha hecho está 
					enterrado”, explican, en referencia a las infraestructuras 
					subterráneas, redes de saneamiento y agua potable y las que 
					han dotado a esta extensa área de las conexiones de 
					electricidad o telefonía.  
					 
					Lo que sí está a la vista son los nuevos viales, el mayor de 
					los cuales discurre por la parte baja, el arroyo de las 
					Colmenas que da nombre a las lomas circundantes y que 
					requirió de una obra de encauzamiento previa. Este vial, que 
					será la columna vertebral de los nuevos residenciales y del 
					polígono industrial previstos como dotaciones de este suelo 
					de uso mixto, comienza en una rotonda en el puente del 
					Quemadero y desemboca en la Almadraba. A este vial se une 
					una nueva carretera que asciende hasta la primera fase de 
					urbanización, a la altura del Hospital Universitario, su 
					principal equipamiento. Escaleras situadas en distintos 
					puntos y un sendero que recorre, en paralelo y a media 
					altura, la ladera contraria -un futuro parque-, completan la 
					urbanización exterior con su correspondiente alumbrado 
					público, farolas que, eso sí, habrán de ser repuestas cuando 
					se entregue la obra, puesto que los vándalos han hecho ya de 
					las suyas con buena parte de ellas. 
					 
					En la parte alta de la segunda fase, tras la cárcel de los 
					Rosales, que desaparecerá con la construcción de la nueva en 
					Fuerte Mendizábal, hay cuatro parcelas en las que puede 
					construirse vivienda. Sepes tiene prevista en una de ellas 
					la edificación de 113 VPO, con una inversión de 8,8 millones 
					de euros. 
   |