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                     Los partidos políticos se han 
					lanzado a la campaña con toda su artillería. Aquí todo vale, 
					con tal de conseguir el mayor número de votos que les 
					permita gobernar. Incluso, en alguno de sus mítines se usa 
					hasta el insulto para descalificar al contrario, Cosa, esta, 
					que no entiendo muy bien, quizás porque lo de insultar es 
					algo que no me gusta. 
					 
					“El tú más” eso no es un insulto. Eso está la orden del día, 
					sin tener en cuenta de que no vale eso “de tú más”, porque 
					lo que debería prevalecer es que la frase desapareciera por 
					el bien de la democracia.  
					 
					Esa frase es igual que la que dicen algunos, cuando le 
					hablan de meter la mano y te contestan “ellos la metieron 
					ante, ahora nos toca a nosotros”. No es eso querido, la mano 
					por el bien de todos los españoles no la debe meter nadie. Y 
					si los de antes la metieron y por esa razón la meten ustedes 
					ahora, tanto los de antes como los de ahora, son unos 
					sinvergüenzas. Así de claro. Así de sencillo. 
					 
					Creo, con toda sinceridad, que sobran los insultos en toda 
					campaña electoral. Lo que se tiene que hacer, es ofrecer al 
					personal el programa que va a realizar su partido en caso de 
					llegar a gobernar. Y explicarlo con toda clase de detalles, 
					y de la forma más clara posible para que todos podamos 
					fácilmente entenderlo. 
					 
					Cuando se hizo la Transición se llego al acuerdo, entre 
					todos los partidos de enterrar el pasado e ir hacia un 
					futuro, totalmente, alejado te ese pasado que había que 
					olvidar. 
					 
					Por ese acuerdo en el que se llegó, en la Transición, es por 
					lo que no entiendo como algunos partidos vuelven al pasado 
					para atacar a los contrarios.  
					 
					Esos discursos basados en un pasado cada vez más lejano, 
					están obsoletos y son retrogrados porque a nadie interesan 
					y, mucho menos a la juventud, y a personas no tan jóvenes 
					que con cincuenta años a las espaldas no conocieron nada de 
					ese pasado al que se recurre en algunos mítines. 
					 
					Cómo se le puede hablar de ese pasado tan lejano, a estas 
					alturas de la vida, a un señor que hay cumplido cincuenta 
					años, si cuando existía ese pasado el sólo tenia 14 años. Ni 
					te cuento a los de treinta y tanto para abajo que ni 
					siquiera habían nacido. 
					 
					Quién, hoy día, cuando vivimos gracias a Dios o lo que cada 
					uno quiera pensar, en democracia, alguien puede pensar en 
					las atrocidades que se cometieron, por ambos bandos, en esa 
					guerra entre hermanos que jamás de debió de dar. 
					 
					Hoy, cuando de aquellos que participaron en esa lamentable 
					guerra civil apenas si quedan algunos vivos, quién puede 
					creer que si llega la derecha, esa derecha moderna, que nada 
					tiene que ver con esa derecha arcaica y medieval que llaman 
					“derechona”, de la que existen unos pocos de “iluminado”, se 
					va a comer a los niños crudos o con patatas a lo pobre. 
					 
					Eso ya no hay un dios que se lo crea. El tiempo pasa y la 
					historia, desgraciadamente, no se puede borrar. Lo mejor es 
					no remover esa historia que la juventud, la que tiene que 
					luchar por un futuro mejor para todos los españoles, ni la 
					conoce ni tiene el más mínimo interés en conocerla. 
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