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cultura - VIERNES, 13 DE MAYO DE 2011


manuel bernal nieto. fidel raso.

entrevista / TENIENTE MANUEL BERNAL NIETO
 

«Las marchas militares son de las pocas músicas funcionales que quedan»

El teniente Manuel Bernal Nieto, que dirige la
Unidad de Música de la Comandancia General, estrenó ayer la marcha ‘Regimiento Real de Zapadores-Minadores’ en un concierto por el tricentenario del RING-7
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El teniente Manuel Bernal Nieto es ‘cañailla’; es decir, de San Fernando, Cádiz. Fue allí, en una ciudad con mucha influencia militar, donde creció observando a los miembros de Infantería Marina, y donde decidió, desde muy niño, que le “tiraba” el mundo militar, pero sobre todo, el musical. A los seis años comenzó a estudiar solfeo y se convirtió en clarinetista por el Conservatorio Superior de Málaga. Hace dos años se decidió a aunar sus dos pasiones y se metió en el Ejército, donde es teniente y dirige la Unidad de Música de la Comandancia General de Ceuta. En esta ciudad, en la que lleva menos de un año viviendo, se siente cómodo, pero considera que le falta vida cultural y, especialmente, musical.

Pregunta.- ¿Qué nos vamos a encontrar en el concierto conmemorativo del III Cenetenario del Regimiento de Ingenieros Nº7 (RING-7), que se realiza esta tarde (por la tarde de ayer)?


Respuesta.- Es un concierto que está dedicado al RING-7, que es el más antiguo de España. La primera parte del programa son pasodobles y marchas militares, en las cuales todos los compositores que las crearon eran ‘músicos mayores’, que era como se denominaba antiguamente al director de música, en una época en la que no eran cuerpos comunes, sino que pertenecían a los ejércitos, que eran los que contrataban a sus músicos. Todos los compositores de las piezas que vamos a tocar fueron directores que pertenecieron a la armada de Ingenieros, y entre ellas, el más famoso fue Pascual Marquina, creador de ‘España cañi’. Por otro lado, en la segunda parte del concierto vamos a tocar zarzuelas; el intermedio de ‘La leyenda de beso’, de Severiano Soutullo, que fue músico militar, o ‘El tambor de Granaderos’, de Ruperto Chapí, que fue director de músicas militares a finales del siglo XIX, antes de triunfar con el teatro lírico. Como la zarzuela siempre ha sido un género muy vinculado con la música militar, y las músicas militares siempre se han dedicado a difundir este tipo de género, normalmente incluimos siempre alguna zarzuela. Después vendrá una pieza que estrenamos en el concierto, que se llama ‘Regimiento Real de Zapadores-Minadores’. Tocamos también, a petición del coronel, ‘El sitio de Zaragoza’, una composición de Oudrid, del siglo XIX.

P.- Hábleme de esa nueva composición que estrenan hoy.

R.- El coronel Manjón, jefe del RING-7, me pidió que hiciera posible hacer una marcha dedicada al tercer centenario del regimiento, para que sonara cuando estos desfilaran, y que pudiese estrenarse dentro de las actividades dedicadas a festejar este tercer centenario. A la hora de componerlo, las marchas militares, aunque tengan también su parte artística, evidentemente prima su parte funcional. Son de las pocas músicas funcionales que quedan. Hoy en día es evidente que la música se considera una actividad lúdica, artística y estética, pero para los militares tiene una función muy precisa. Son músicas funcionales que sirven para organizar el orden cerrado; es decir, para que la tropa cuando va desfilando a 124 pulsos por minuto, que es como desfila la mayoría del Ejército, exceptuando Regulares y Legión, tenga un paso común y pueda seguirlo durante bastante tiempo. A parte de eso, evidentemente, luego se adorna con la cuestión musical, pero al fin y al cabo tienen unas características muy concretas, con una organización muy cuadrada, una música muy enérgica, unas características rítmicas muy precisas, para que 100, 200 ó 300 soldados que estén desfilando no tengan dudas de cómo se tienen que mover, algo parecido a un ballet. Y esas características son la que se tienen que seguir para la construcción de una marcha militar, que al fin y al cabo es como una artesanía, aunque quedan pocos ejemplos ya de este tipo de piezas.

P.- Haga un recorrido por su trayectoria musical...

R.- Comencé a estudiar solfeo con seis años. Tengo que decir que casi soy músico gracias al Ejército. Yo nací en San Fernando, en Cádiz, y allí cuando empecé no había prácticamente bandas, tan solo algunas pequeñas, pero, fundamentalmente, la banda que yo veía era la del la unidad de Infantería Marina. Eso nos permitía que hubiera un ir y venir de músicos profesionales, procedentes fundamentalmente de Valencia, aunque también de Madrid y Sevilla. Una vez que terminaban sus actividades salían fuera y se dedicaban a formar bandas, a dar clases; aquello me permitió a mí ir, poco a poco, incorporándome a los estudios oficiales del Conservatorio. Soy clarinetista, hice la carrera superior en el Conservatorio de Málaga. Tenía muy claro que me gustaba más la composición y la dirección, así que lo estudié de forma privada con un director militar de Infantería Marina que se llamaba Vicente Beltrán. Hasta hace dos años estuve en la vida civil, dedicándome a la creación y a la composición de tipo contemporáneo, y a la docencia, era profesor de varios conservatorios de la junta de Andalucía. En 2009 me presenté a las oposiciones del cuerpo común de Defensa, aprobé y este es mi primer destino, en el que llevo desde julio de 2010.

P.- ¿Cómo llevó ese cambio de la vida civil a la militar?

R.- Siempre me gusto mucho la vida militar y había tenido mucho interés por la música militar. Era un mundo que había visto desde el principio, y aunque en un primer momento me tiré más por la docencia, que era como lo que nos parecía a todos más asequible y más cómodo, después me di cuenta de que la enseñanza no era lo mío, y que lo que verdaderamente me tiraba era el mundo de las bandas de música, de las músicas militares, que quería ejercer un oficio que me había gustado siempre, y que era el que me permitía estar en contacto con los instrumentos de viento.
 

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