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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Final del Bachillerato
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Cada año se da la misma canción por estas fechas, cuando unos jovencitos, ya rondando la mayoría de edad, dicen “adiós” al centro en el que han permanecido, durante media docena de años por lo menos.

Hay una doble perspectiva, cuando enjuiciamos estas fechas, por un lado ver que aquellos niños que llegaron hace unos años, al instituto, se marcan de él, siendo ya “unos mocitos”, cosa que agrada a alumnos y a profesores y por otra parte, despedirse de unas personas con las que has convivido muchas horas cada semana y que, desde ahora, ya se van a convertir en unos conocidos y poco más. Así es la vida.

Es la ley de la vida, los niños se hacen mayores y los mayores se encaminan a la vejez. Y cada año seguimos y seguiremos con la misma rutina, con la despedida de unos alumnos que, intelectualmente, habrán podido ser mejores o peores, pero que, personalmente, han sido de “sobresaliente”.

El pasado jueves terminaba yo con mi segundo de Bachillerato, en la clase de Latín, habíamos visto el programa, habíamos hecho cientos de textos, habían copiado docenas y docenas de hojas de apuntes y ahora: todo se acabó. Bueno, acabarse no, los alumnos pasaban a otro estrato, en el que deseo que tengan un gran éxito, porque, desde ahí, comienzan a getar su propio futuro, comienzan a ver la vida de otra manera y ahí se terminarán de hacer “hombres”.

Al despedirnos había tristeza, por mi parte y por la suya. Yo lo disimulaba más, pero unas jovencitas no podían contener las lágrimas, lágrimas sentidas de gente de bien.

Y he dicho correctamente, de gente de bien, porque un año más creo que he sido un auténtico afortunado, al haber podido dar clase a un grupo de ellos y ellas que merecen mucho la pena como alumnos, pero más como personas.

Y ya va siendo hora de que sepamos enjuiciar lo que hay y lo que se merecen nuestros jóvenes. Posiblemente, mis años en las aulas, más de cuarenta, ya, me han hecho comprender correctamente lo que es la formación de estos años y me he dado cuenta de que, posiblemente, no se tenga que quedar toda nuestra parcela en que un muchacho de 17 años conozca mejor o peor, los “ablativos absolutos”, que aun siendo importante conocerlos, a lo mejor es más valioso ver y saber entender por qué ese chaval tuvo tantas dificultades para conocerlos bien o para entender, en su justa dimensión, las”oraciones de infinitivo”.

La pregunta que más veces me he hecho yo, en los últimos 20 años, es qué hacer con los dudosos al final de segundo de Bachillerato. Y la respuesta que me he dado y no voy a cambiarla, por nada del mundo, es que no seré yo quien le cierre a un alumno las puertas para que llegue a la Universidad, cuando, hasta ahora, tuvo abiertas, de par en par, todas las puertas hasta llegara a este segundo de Bachillerato.

Es una forma de ver la realidad, no sé si mejor o peor y derecho tengo a opinar y a actuar, especialmente, cuando con mi actuación no voy a perjudicar a nadie.

Ahora ya las notas, luego la imposición de bandas, más tarde la Selectividad y, tras esto, la formación “se le supone buena” como al soldado se le supone “el valor”.

Segundo de Bachillerato deja el paso, cara al año que viene. Lo que importa es que la “camada” que ahora venga sea, al menos, similar a la que se está marchando.
 

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