PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE MAYO DE 2011

 
OPINIÓN /  LUCES Y SOMBRAS

España ya da por hecho el triunfo del
partido popular en Ceuta y Melilla

Por  J.M. Pecero


Los sondeos de intención de voto así lo confirman y la duda parece centrarse solamente en cuál será la diferencia con los restantes partidos. Como debe ser en el ejercicio de la democracia, no seré yo quien aliente -de una manera partidista- a votar una u otra opción política. No me dirijo a los convencidos de cualquier partido, me dirijo a los indecisos y a los que estén considerando la abstención. La alternativa más “útil” para las dos ciudades, por sus peculiaridades, es votar al partido que presumiblemente vaya a estar en el gobierno central a corto plazo; esa sintonía es absolutamente necesaria. Ahora ni siquiera es el momento de discutir si la gestión de estos años ha podido ser mejor o no, si nos ha gustado más o menos, debemos pensar en el futuro siendo prácticos, y si el partido popular va a ganar nuevamente en Ceuta y Melilla, que lo haga por una gran diferencia, no por “humillación política” al resto de participantes en la campaña, sino para que Madrid se sienta en deuda con esta tierra. En estos tiempos difíciles de crisis se necesita unidad de la clase política y de la ciudadanía; si la primera no la tiene que, al menos, la segunda la demuestre.

El panorama en el que estamos instalados, y que seguirá siendo igual a partir del 22 de mayo, es muy complejo. Las crisis -en plural- las podemos ver, como si de fenómenos meteorológicos se tratara en un mapa del tiempo, formándose sobre un mismo territorio, a diferente altitud y con distinta extensión. Borrascas concéntricas y a diferentes niveles, sobre una ciudad, autonomía, nación, espacio europeo o mundial, y unas perturbaciones que se mueven horizontalmente y otras verticales de subida y bajada. Una región, una autonomía tiene por su propio tejido industrial, agrícola, pesquero o de servicios, unas debilidades o carencias que se han ido formando con el tiempo, no surgen de la noche a la mañana, y la emigración a las grandes ciudades en unos momentos han conseguido aliviarlas. Estas carencias, al unirse como nación, eran ya patentes cuando nos incorporamos al Mercado Común y luego a la Unión Europea. En ninguno de los dos momentos se acometieron reformas estructurales. Nuestras debilidades, junto con las de Portugal, Irlanda o Grecia, se ponen de manifiesto ahora, cuando una borrasca en Estados Unidos provoca efectos planetarios, se traslada a Europa, a España y a nuestras ciudades. La tormenta financiera de Estados Unidos nos ha cogido débiles, y en unos años en los que Europa tiene una política monetaria unida sobre una base política con pies de barro. Cuando empiezan los problemas económicos surgen las dificultades políticas, la falta de unión, la discusión sobre si Grecia debería volver a su antigua moneda (el dracma) o si las fronteras recuperarán su antiguo oficio en situaciones de flujos migratorios masivos o en otras nuevas (como está apuntando Dinamarca). La desaparición de estas barreras fue uno de los primeros paradigmas de la Unión Europea y ahora cuestionamos tangencialmente este pilar hablando del espacio Schengen; por cierto, espacio al que no pertenece Ceuta y Melilla, y donde la vida de los indocumentados se convierte en un “limbo” al que se entra dependiendo del relajo en el otro lado de la frontera, el marroquí. Esta situación debe ser considerada y sería uno de esos movimientos verticales desde el espacio local o autonómico a lo nacional o europeo; el problema transfronterizo que se puede analizar desde el punto de vista de seguridad, de emigración o de derechos humanos (por las vidas que se pierden en un intento desesperado de ir hacia cualquier situación de crisis que sin duda será mejor que las suyas) merece que se le dedique otro día un poco más de tiempo.

Junto a esto tenemos las debilidades políticas de una España desfragmentada que juega con alianzas con partidos menores para no conciliarse con la otra alternativa mayoritaria y de las que le separan diferencias “ideológicas” apenas existentes porque en el sueño de la construcción europea iba la cesión de casi toda nuestra soberanía monetaria y parte de la política. No somos independientes, porque así lo quisimos, y gracias a eso, nuestro debate en tiempos de campaña, con diferencias solo en las personas, se traslada hasta el Tribunal Constitucional para decidir si Bildu puede ir o no como garante de valores democráticos y de libertades y derechos fundamentales en las próximas elecciones.

A nivel europeo podemos ser más fiables que Grecia porque quizás podamos refinanciar y vender deuda soberana –a tipos cada vez más altos–, pero políticamente no somos solventes, y eso no es un problema originado por los ciudadanos. En estos meses o año de descuento, y con el anuncio de la no concurrencia a las próximas elecciones generales del presidente Zapatero, la agonía política va a ser demoledora. Presiones exteriores de más reformas, recortes o acuerdos acelerados sobre la negociación colectiva van a ser la tónica y el detonante de una conflictividad laboral y social para la próxima legislatura. No me consuelan tampoco las palabras de Mariano Rajoy cuando dice que la crisis puede durar más de cuatro años; en ese tiempo, habrá ya una generación perdida; las cifras de paro son catastróficas, lo mismo de jóvenes que de mujeres. Los ciudadanos españoles no se merecen esto con una gestión de 17 gobiernos ¿esto es lo que nos pueden ofrecer?

Europa tiene también su propia crisis de reafirmación de su identidad que las revueltas árabes están poniendo de manifiesto. Se escribe mucho sobre lo que deberá ser Europa en el 2020, y se ha abierto un debate importante en el que España tiene poco tiempo de participar. Hablar de lo que deberá ser el futuro se debe hacer, pero arreglando el presente. Ayer me aburrí leyendo manifiestos de buenas intenciones: empleo, economía sostenible, paro, políticas sociales…Todo está muy bien, debe haber intelectuales visionarios, pero a mi me preocupan los problemas de las personas de hoy. También son movimientos laterales los problemas de relación con el mundo árabe y musulmán que igualmente deben discurrir con acuerdos de alto nivel y con medidas prácticas y del día a día. La situación del norte de África y Oriente Medio no es tan poco importante como para mirar hacia otro lado o acostumbrarnos a ella. En ese liderazgo perdido a nivel internacional podemos ver otro déficit importantísimo, nuestra política exterior brilla con luces vergonzosas hasta el punto que el propio Rey viene a Marruecos dice que, de forma privada, pero sin duda para mejorar unas relaciones que el gobierno es incapaz de ni siquiera mantener.

Por todo esto hay que ser prácticos y trabajar en nuestra esfera de actuación, en Ceuta y en Melilla, con los medios de los que disponemos, y si no encontramos buenas soluciones es porque quizás haya que volver a mirar otra vez. Las posibilidades están ahí, la intención se supone, no podemos esperar dos legislaturas más. Pero no la clase política es la única responsable; la falta de fluidez del crédito hacia familias y empresas y las cifras de beneficios de la gran banca solo me hacen pensar en el concepto de patriotismo. Por eso desconfío, por el coste que puede suponer en interés o garantías, de las noticias sobre líneas de crédito ofrecidas por algún banco para estimular el sector comercial y de servicios en Ceuta. Eso es lo que debería hacerse, y lo celebraría porque vería algún cambio de tendencia, pero no va en él mismo tono de las palabras de la ministra de economía ayer.

Para preparar este artículo he leído días atrás informes ampliamente ilustrados con cifras, porcentajes y comparaciones por países y sectores, pero me parece, y lo he hecho voluntariamente así, el no incluir ninguna, porque la idea, ustedes y yo, la tenemos clara, las cifras nos dan igual…
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto