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                     A Francisco Márquez de la Rubia 
					no dejan de hacerle entrevistas. Es, sin duda alguna, el 
					político más entrevistado en los últimos años. Si acaso, y 
					debe de ser por muy poco, podría ser superado por Juan 
					Vivas. Lo cual me parece lógico. Porque no conviene 
					olvidar que nuestro hombre es una pieza vital en el Partido 
					Popular, después de haber realizado sus primeros escarceos 
					políticos en el GIL, cual él acostumbra a decir. Ahora, 
					además de ser diputado en el Congreso, aparece como número 
					tres en una lista que acabará siendo votada 
					mayoritariamente. Por lo tanto, estamos hablando de un 
					político destacado.  
					 
					Francisco Márquez se lleva muy mal con Juan Luis 
					Aróstegui. Una enemistad que data de hace poco tiempo. 
					Más o menos, según el consejero de Hacienda, desde que el 
					sindicalista pasó por su despacho para exigirle cierta 
					concesión a la que Márquez no se ha cansado de decirnos que 
					se negó rotundamente. Y, a partir de entonces, el hombre que 
					lidera Caballas decidió que el consejero de Hacienda merecía 
					engrosar la lista de quienes han de recibir su ración de 
					denuestos cuantas más veces mejor.  
					 
					Sea como fuere, la verdad es que Márquez y Aróstegui llevan 
					ya un tiempo tratando de hacerse el mayor daño posible con 
					sus declaraciones. Se tiran a degüello cada dos por tres. Y 
					han conseguido, mediante esa actitud, que muchas personas se 
					froten las manos de gustirrinín leyendo las diatribas que se 
					intercambian.  
					 
					A mí lo que me extraña, y lo digo con absoluta franqueza, es 
					que Mohamed Alí, que presume de ser agradecido y de 
					bonhomía, no haya mediado entre ambos. Más aún: que no le 
					haya dicho ya a su socio, Juan Luis, que mejor haría en 
					dejar de meterse con el consejero de Hacienda. Aunque no 
					tenga por qué explicarle con pelos y señales los motivos que 
					él, Alí, tiene para pedirle que se tape un poco y no siga 
					siendo tan insidioso con Márquez. 
					 
					Los motivos que podría alegar el segundo hombre de Caballas, 
					o sea, Alí, son tan convincentes como para que Aróstegui se 
					viera precisado a no mencionar más al consejero de Hacienda. 
					Por mucho que aún estemos en campaña electoral. Yo sé que a 
					ustedes les agradaría sobremanera conocer esos motivos tanto 
					como a mí poder propalarlos. Pero uno, que trata de no 
					tenerle miedo al miedo, es consciente de que tampoco es 
					conveniente escribir como Kamikaze, con el único fin de 
					darse porte. Hasta ahí no llego. 
					 
					Pues bien, volviendo a las muchas entrevistas que le hacen a 
					Francisco Márquez de la Rubia, en vista de que es un 
					político destacado (por ser consejero de Hacienda, diputado 
					del Congreso e ir de numero tres en una lista electoral, la 
					del PP de Ceuta, llamada a conseguir una mayoría absoluta), 
					la publicada el domingo en este periódico, evidenció que 
					Márquez no es buen enemigo. Que sabe cómo meterle el dedo en 
					el ojo a cualquiera que intente denigrarle.  
					 
					“Quien nos llama racistas dijo en 2002 que los partidos 
					musulmanes eran un factor contaminante”, recordó Márquez que 
					escribió Aróstegui en un libro titulado “Ceuta a corazón 
					abierto”. En cuya página 31 pueden apreciar muy bien lo 
					mucho que Aróstegui detestaba a los musulmanes.  
					 
					Tanto como para desbarrar contra ellos. No obstante, con el 
					paso de los años, y dada su volubilidad, Aróstegui ha 
					decidido cambiar de opinión. Y la gente se pregunta: ¿qué 
					será del pobre Alí?  
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