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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Acostumbran a decir, algunos de lo entendidos en política, que en unas elecciones “el todo vale, incluido los insultos” es de lo más normal del mundo. La verdad que estas aseveraciones, de esos que entienden de política, no las entiendo por mucho que me lo expliquen.

Desde mí particular punto de vista, los partidos no deberían hacer caso del “todo vale, incluso los insultos a los contrarios”, y centrarse en explicarle, bien explicado, a los españoles en que consiste su programa, y qué soluciones llevan en el mismo para acabar con el paro y salir de la crisis que estamos padeciendo.

Dicen que todos los partidos tienen organizadores de campaña, personal experto en tratar de ganar unas elecciones. Pero visto lo visto, escuchado lo escuchado y leído lo que llevo leyendo desde hace tiempo, a alguno de estos expertos se les ha parado el reloj en el siglo pasado, y siguen haciendo que los partidos a quienes prestan sus servicios, empleen el mismo discurso retrógrado de tiempos que ya están más que olvidados.

Hoy día, cuando estamos en el siglo XXI, que ya ha llovido lo suyo, las madres no les cantan a los niños aquello que dice: ”duérmete niño chiquito que viene el coco, y se lleva a los niños que duermen poco”.. Y no lo hacen, porque los niños, que ya nacen con los ojos abiertos, se partirían de risa o llegarían a pensar que sus madres no estaban bien del “coco”, cantándole aquella canción que sus abuelas, en tiempos prehistóricos les habían cantado a sus madres.

Hubo unos momentos, al inicio de la democracia, donde los españoles aún no estábamos preparados para recibirla, en el que surgieron unas voces, que aprovechando el analfabetismo de una parte del pueblo español, se dedicaron a cantar y contar lo que podría ocurrir si legaba al poder el partido contrario, que iniciaría su andadura comiéndose a los niños crudos.

Era otra época, era otro momento, y esas voces tuvieron sus éxitos ante esa población que les escuchaba como a dioses y se creían a pie juntillas todo cuanto decían estos líderes que usaban su fácil verbo convirtiendo en seguidores a los más incrédulos.

Paso lo mismo que cuando se presentaban, algunos políticos en los pueblos con chaquetas de pana, y los pueblerinos pensaban que eran lo mismo que ellos.

Hoy, todos aquellos que usaron ese verbo fácil y esas chaquetas de pana no lo harían porque siendo personas inteligentes saben, de sobra, que los tiempos han cambiado y que los españoles están mucho más preparados que hace treinta años, y que ya no se les pueden contar las mismas cosas de aquella época porque, sin discusión alguna, no se las creen.

Aquellos políticos, de aquellos tiempos, eran mucho más inteligentes que los actuales, que copiándose de ellos siguen haciendo discursos trasnochados y caducos en los que nadie cree.

En fin, que cada cual puede emplear, en sus discursos, lo que le venga en ganas, insultando al contrario y contando las milongas que les parezca. Pero, si les vale mi consejo y no soy asesor de nadie, esos discursos caducos y trasnochados, no van a dar resultado alguno. Por cierto, ante de que seme olvide, ninguno con los que saque.
 

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