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OPINIÓN - SÁBADO, 21 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conviene votar masivamente
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se ha llegado al final de una campaña electoral en la que han primado los insultos por parte de los dirigentes de la Coalición Caballas. Lo cual no ha sorprendido a nadie. Puesto que los ciudadanos tenían asumido, desde que Aróstegui se hizo con las riendas de este partido, que el muchacho volvería a las andadas: o sea, que no dudaría, una vez más, en tachar de bobos a todos los que no comulguen con sus ideas. De bobos, de racistas y, por supuesto, de víboras. Pues su lengua de serpiente da para eso y para mucho más.

El problema es que con su detestable forma de ser, sigo refiriéndome a Aróstegui, ha conseguido meter en un lío a Mohamed Alí. En un lío grande. Ya que éste había logrado obtener cuatro escaños en las últimas elecciones. Y no necesitaba, en absoluto, coligarse con nadie. Y menos con un partido a cuyo frente estaba un político con fama, bien ganada, de perdedor nato y, por si fuera poco, su manera de comportarse desagradaba –y sigue desagradando- profundamente a innumerables personas.

Mohamed Alí debe estar pasándolo mal, muy mal, en este día de reflexión. Ya que todo lo que no sea que Caballas saque más de cuatro escaños es, sin duda, un fracaso. Un fracaso que podría llegar a ser tenido por desastre si las urnas les concedieran dos o tres concejales. De ocurrir así, vamos, de darse semejante resultado, lo peor sería que MA optara por asumir sus culpas, que las tiene, y a renglón seguido decidiera darse el piro. Dejando el partido a disposición de Aróstegui. Que es lo que se viene rumoreando en la calle que puede ocurrir.

En la calle, en el último día de campaña, he venido oyendo, además de lo ya referido, que Alí está que no le llega la camisa al cuerpo. Y lo entiendo… Entiendo que el hombre esté pasando un mal trago. Por haber perdido el oremus en un momento determinado. Que fue en el preciso instante en que decidió echarse en los brazos de un socio que no estaba en disposición de aportarle nada, sino todo lo contrario: estaba en disposición de buscarle una ruina política.

Dicen los que saben de la cosa, que la calidad dulce-amarga de la democracia suele consistir en que cuando se conocen los resultados de las votaciones, nunca está nadie enteramente satisfecho, nunca está nadie seguro de que era eso lo que se esperaba. Y es que la democracia ha sido siempre un mal menor, una resignación.

Resignación es la que ha de tener Mohamed Alí si se diera el caso de verse sin superar los cuatro concejales obtenidos hace cuatro años. Fortaleza para admitir su error y valor para decirle a su socio, Aróstegui, que lo mejor para el partido es que aceptara que la gente no le quiere e hiciera, en el menor tiempo posible, mutis por el foro.

Pero tengo la impresión de que Alí no tomará, llegado el caso, tal decisión. Que se abstendrá de dar ese paso. Por una razón muy sencilla: Aróstegui le ha secuestrado su voluntad. Hace con él lo que quiere. Lo cual no acierto a comprender. En fin, ese es su problema. El problema de Alí. Por supuesto que sí.

Por lo demás, y esperando ya, todo hay que decirlo, con cierto interés los resultados de las urnas, mantengo el deseo de que se produzcan las mínimas abstenciones y los votos en blancos sean escasos. Pues son contraproducentes tanto las abstenciones activas como las pasivas. Por lo tanto, votemos masivamente.
 

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