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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE MAYO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Ayer Ceuta mayeó durante la reflexión


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Ayer la ciudad entera se dedicó a “reflexionar” y lo digo por pura corrección política y en sentido homenaje a las buenas maneras, a la urbanidad y a la cortesía porque a lo que ayer se dedicó con auténtico afán toda la ciudadanía fue a disfrutar del primer “auténtico” día de mayo. ¿Que coincidió con la jornada de reflexión tras la borágine de la campaña?. Mejor que mejor, será que el Universo nos envía señales luminosas para que sean interpretadas por las brujas y los augures de cara a las urnas mágicas de hoy domingo. ¿Anécdotas y curiosidades del convulso periodo electoral?. Para escribir una enciclopedia de modismos en los que se entremezclen buen hacer por una parte y “mester de mangurrinos” por otra. Pero eso resulta indiferente para el observador que pudo constatar que, por vez primera desde el lluvioso mes de enero, los cielos ceutíes aparecieron huérfanos y despojados de su patrimonio de idiosincrásicas nubes. Sorprendente que no ¡Espeluznante!. Sobre todo para quienes, desembarcados desde la Península, aún con el desánimo consustancial a tener que salir de Europa por un lugar tan deprimente como lo es la Estación Marítima de Algeciras, topamos con la ciudad que se extiende bordeando la costa y con unos horizontes lejanos y cercanos que resultan absolutamente distintos a los peninsulares. Por las nubes o mejor dicho, por la rara arquitectura y la movilidad de los nubarrones que acechan cambiando de matices, en plan exhibición cromática, en plan desafiante y casi chulesco en su altiva consistencia de catedrales algodonosas.

Un día, un sábado sin el menor rastro de nubes, ni aborregadas, ni hechas jirones, ni nubarrones de numen gris marengo, ni túmulos con los vientres asalmonados por el crepúsculo. Si yo fuera personalidad relevante en el campo de la cultura, que no es el caso, ni en ese campo ni en ningún otro, vale, prescindiendo de detalles que me pueden incomodar, si tuviera algún tipo de prevalencia en algún ámbito dictaría algún tipo de ordenanza municipal obligando a convocar concursos fotográficos de nubes de Ceuta y concursos de pintura para raptar los nubarrones esponjosos al cielo. La foto o la pintura más arrebatadoramente hermosas serían premiadas con “la flor natural” y dos áccesit de felicitación sin flor, todo ello en un acto entrañable con degustación de canapés y “copa de vino español”. Al detalle económico o cuantía de la recompensa dineraria no se hace alusión porque la cosa está muy mala y también se supone que los artistas no concurrirían por la avaricia del dinero sino por pura sensibilidad ante la belleza. Eso sí, algún poeta local podría componer un poema en versos alejandrinos o un soneto imprimirlo en octavillas y regalárselo a los premiados.

Ya saben lo que dice el lema olímpico “lo importante no es medrar sino participar”. ¿Que ese no es “precisamente” el lema? Bueno, es el que tengo apuntado en el majín y el que me parece más adecuado. Pero lo importante es la estética de las nubes que van del gótico al churrigueresco y que pasman y encandilan a quienes no estamos acostumbrados a esos despliegues estéticos tan excesivos. Todo es violento y barroco en los horizontes encapotados y marineros de la ciudad donde se alternan vientos de levante y de poniente, sin ton ni son, aquí te pillo aquí te mato y la mar es similar a la fantasía de un pintor impresionista, virtuoso de la espátula y capaz de subyugar a los cielos para embeberlos en las olas. ¿Testigos imparciales? Las gaviotas que andan como Pedro por su casa, ventrudas y cebadas de buenos pescados sin contaminar y también de los cachos de los bocadillos de los primeros niños que se alargan a las playas aprovechando el solecito y la bonanza. Porque históricamente es sabido en zoología que no hay nada que satisfaga más a las gaviotas que un buen bocadillo de paté dado a trocitos y de postre medio donuts porque se pirran por la bollería industrial aunque no sea cardiosaludable. Y también la gaviotas disfrutaron plenamente de la jornada de reflexión con su mar añil, que no aturquesado, sus cielos sin nubes que utilizar como toboganes o para jugar al escondite aéreo y la chiquillería en las playas generosa con sus meriendas. Las gaviotas no podrán acercarse a las urnas en la jornada de hoy porque nadie les ha facilitado un DNI, pero no por maldad, sino porque como no llevan bolsillos para guardar la documentación lo normal es que la pierdan o la traspapelen. Y del cálido día de mayo sin más incidencia meteorológica que un suave vientecillo igualito a la romántica brisa que en la literatura del Renacimiento se conocía como “zéfiro” y que es a la postre vientecillo pero a lo poético, romántico, bucólico y pastoril, de la jornada de ayer en la que la luz parecía surgir de la tierra que no venir de lo alto, gozamos todos.

Aunque supongo que algo más quienes, como servidora, presentan especial querencia a latinajos y maitines y para quienes se convierte en imperativo ético el remolonear por el Santuario de la Virgen de África al atardecer, justo antes de la hora violeta, para comprobar in situ si se cumple el requisito espiritual señalado por los arquitectos místicos de que la nave central de nuestras iglesias siempre debe correr paralela a la trayectoria del sol y los tragaluces del ábside mayor han de abrirse al oriente, pues esa es la región de los milagros y a ella tiene que volver los ojos el sacerdote mientras oficia. El Santuario cumple con las premisas esotéricas y sus puertas se abren al sol poniente, recogiendo en su seno el último resplandor del día. El templo de la Virgen templaria, de la Magna Mater de los caballeros está mirando al sur.

No podía ser de otra manera y por ello emociona el doble, por el enclave, por la ubicación, por el mensaje que transmite por el respeto a la tradición hermética y porque tiene a la vera una Plaza de África frondosa de romántico diseño paisajístico donde parece latir cada segundo de este día hermoso del mes de mayo. Y hay gorriones en esta Ceuta que mayea y donde hay gorriones hay fortuna y rondan los ángeles de Dios para jugar con ellos. Ayer Ceuta mayeó...
 

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