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OPINIÓN - MARTES, 24 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mohamed Alí debe afrontar el problema que tiene
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Amanece un lunes radiante. Vivir en esta tierra es un placer. Porque así lo permite su microclima. Ahora bien, hoy sólo se habla de las elecciones celebradas el domingo. Como no podía ser de otra manera. La gente no se cansa de decir: “No hay quien pueda con él en las urnas”.

Él, como todos ustedes saben, es Juan Vivas. Quien acaba de conseguir su tercera mayoría absoluta en unas elecciones (2003, 2007 y 2011). Vivas es algo más que el presidente de la Ciudad. Venerado por sus fieles, se ha convertido en uno de los valores más sólidos del PP. Y, por tanto, no deja de ser una garantía de éxito en todas las elecciones a las que se presenta.

Juan Vivas ha pasado la difícil prueba de la abstención, en unas elecciones en la que sus adversarios estaban dispuestos a demostrar que el león no era tan fiero como lo pintaban. Y se equivocaron. Se equivocaron sus enemigos, que no son solamente los que se cobijan bajo las siglas de Caballas, sino otros muchos pertenecientes a su partido. Es decir, al PP. Cuyos nombres no nominamos por razones obvias.

En esta ocasión, hablaron las urnas; de la misma manera que lo hicieron en 2003 y 2007, y volvieron a pronunciarse con rotundidad: el PP consiguió dieciocho escaños.

El gran perdedor de las elecciones, celebradas el 22 de mayo del año que corre, ha sido Caballas. Un partido, cuyo líder, por más que se haya equivocado gravemente, merece todo el respeto del mundo. Máxime cuando supo mantener la calma y el estilo en momentos donde el recuento de votos mantenía la espada de Damocles sobre su cabeza.

Dije ayer, y vuelvo a decir hoy, que me agradaron sobremanera las declaraciones hechas por Mohamed Alí en RTVCE cuando ninguna certeza se tenía sobre a qué partido iba a corresponder el último escaño que estaba flirteando. Ojalá que otros entrevistados de Caballas hubiesen mantenido el buen talante que mostró Alí en momentos cruciales para su carrera política.

A partir de ahora, a Mohamed Alí, como dirigente principal de una coalición que no ha sido capaz de superar los votos conseguidos por la UDCE, en su día, le quedan dos opciones: la primera, reconocer que su decisión de juntarse con Juan Luis Aróstegui ha sido funesta. Es decir, que se ha equivocado. Que la juntera ha sido mala en todos los sentidos. Y la segunda, debido a la tunda recibida en las urnas, o sea un vapuleo de mucho cuidado, dirigirse al sindicalista y decirle, sin titubear lo más mínimo, que bien haría en darse el piro. Vamos, en desligarse de Caballas para permitir que el partido se quede bajo la custodia exclusiva de los dirigentes de la extinta UDCE.

De no ser así, mucho me temo que Mohamed Alí, un tipo a quien aprecio de veras, se vea obligado a pasar vergüenza ajena por culpa del comportamiento chabacano que Aróstegui sacará a relucir en los plenos. Porque una cosa es fiscalizar al gobierno. Y otra, muy distinta, es procurar por todos los medios que los plenos se conviertan en la casa de tócame Roque.
 

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