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                     El Partido Socialista Obrero de 
					Ceuta ha conseguido aumentar su representación en el 
					Ayuntamiento. Ha sumado un escaño más a los dos que había 
					obtenido en 2007. Y lo ha logrado en momentos duros para los 
					socialistas, cuando en casi todos los lugares de la 
					península han pintado bastos en las urnas. O sea, que peor 
					no les pudo ir en las elecciones. Así que tiene su valor el 
					resultado que se ha dado aquí. Sí, ya sé que no es para que 
					los socialistas se pongan a tirar cohetes, como hacían los 
					onubenses cuando sus toreros cortaban trofeos por las 
					distintas plazas de España y foráneas. 
					 
					La celebración en Huelva era más o menos así: a una oreja 
					cortada por el torero, le correspondía un cohete; dos 
					apéndices, se premiaban con dos chupinazos; y la locura se 
					desbordaba si el matador se había hecho acreedor al rabo. 
					Para festejar semejante acontecimiento, se hacía 
					indispensable una traca. Una traca de lujo. 
					 
					José Antonio Carracao, que tiene tipo de torero, 
					andares de torero, y hasta creo que en algún momento fue 
					capaz de ponerse delante de una vaca en el campo gaditano, 
					ha lidiado por primera vez unas elecciones como cabecera de 
					cartel. Y lo ha hecho con dignidad. De modo que se ganó con 
					creces el derecho a que todos pidiésemos una oreja simbólica 
					para él.  
					 
					Una oreja, como justo premio a sus merecimientos. Pues ha 
					estado en novillero; o sea, que no le ha vuelto nunca la 
					cara a su cometido. Cierto es que supo elegir bien a los 
					miembros de su cuadrilla. Entiéndase, grupo de personas que 
					ha cooperado con él en la difícil tarea de arrancarle un 
					apéndice al toro de unas elecciones que venían para los 
					socialistas con las del Beri. Vamos, con las intenciones de 
					un miura, escurrido de carnes, corniveleto, escarbando, 
					venciéndose por ambos lados y deseando hacer sangre.  
					 
					Pues bien, Carracao supo estar por encima de las 
					circunstancias y su actuación repleta de olés y aplausos, 
					acabó con premio. Nada más y nada menos que la concesión de 
					un escaño más que añadir a los dos que ya había obtenido el 
					PSOE en la temporada 2007. Y lo que fue mejor: supo ganarse 
					el respeto de casi todos los gacetilleros. Porque entendimos 
					que es lo suficientemente joven como para mejorar en muchos 
					aspectos. Ya que todo oficio se aprende con el transcurrir 
					del tiempo. 
					 
					Pero está visto que los éxitos, aunque sean menores, se 
					suben pronto a la cabeza. Y a quienes les sucede tal cosa, 
					meten la pata más pronto que tarde. En este caso, puedo 
					decir que Carracao ha actuado de manera tan inoportuna cual 
					rápida. Cuando parecía imposible que pudiera pegar semejante 
					petardo.  
					 
					En el toreo y en la vida se llama “pegar un petardo” a 
					fracasar, quedando, además, en situación desairada. Y el 
					petardo que ha dado Carracao es de los que no admiten dudas. 
					Le ha pedido a Juan Vivas que reduzca consejerías, 
					viceconsejerías, direcciones generales, etc. En suma: que 
					haga un recorte de cargos que pueda valorarse en un 50 por 
					ciento.  
					 
					Eso sí, no se ha cortado lo más mínimo en anunciar que él va 
					a compaginar su cargo en la Delegación del Gobierno con su 
					nuevo puesto de diputado en el Ayuntamiento. Y se ha quedado 
					tan pancho. A Carracao, torero él, le toca rectificar. 
					Porque ha perdido el sitio en un santiamén. Es decir, que 
					está fuera de cacho. 
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