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					Finaliza mayo y con él prácticamente se da por concluido el 
					presente curso escolar 2010/2011, y siempre que llega esta 
					fecha, el Colegio San Agustín se prepara para despedir, con 
					un emotivo acto, a los alumnos que durante años han 
					cimentado sus pilares en este centro para ser futuros 
					hombres y mujeres de provecho. 
					 
					La Santa Iglesia Catedral acogió ayer por la tarde, a las 
					20.15 horas, un emotivo acto de despedida de un total de 51 
					alumnos de 2º de Bachillerato, los cuales han finalizado los 
					estudios que durante años han ido cursando en este centro 
					docente regentado por padres agustinos. 
					 
					Un gran número de familiares y amigos de los chavales 
					asistieron a este emotivo acto que dió comienzo con la 
					concelebración, por parte de los padres agustinos, de una 
					solemne misa que fue presidida por el director del centro, 
					el padre Álvaro Martín. 
					 
					Tras la Misa, el acto continuó con unas sentidas palabras 
					pronunciadas por el padre Álvaro, el cual animó a los 
					chavales a seguir ampliando los conocimientos adquiridos 
					durante su etapa en el centro agustino y a ser hombres y 
					mujeres de provecho, llevando a gala los valores inculcados 
					durante todos estos años. 
					 
					Posteriormente, una vez celebrado el acto religioso, todos 
					los presentes se trasladaron hasta el Hotel-Parador ‘La 
					Muralla’ donde más de 200 personas, entre alumnos, padres y 
					profesores disfrutaron de una agradable velada gracias al 
					buen servicio ofrecido por los trabajadores de ‘La Muralla’.
					 
					 
					Tras la cena, en la que hubo tiempo para toda clase de 
					conversaciones se dió paso a la imposición de las bandas.A 
					partir de ahí, los aplausos comenzaron a sonar y no pararon 
					hasta que el último estudiante terminó con la banda 
					impuesta. 
					 
					Uno por uno fueron nombrados y estos acercándose hasta los 
					profesores que han estado junto a ellos durante esta última 
					etapa en el colegio, eligiendo ellos mismos cuál sería el 
					profesor que le impusiese la banda, algo que casi siempre se 
					decide por el cariño o afinidad que tenga con el mismo. 
					 
					Finalmente, una vez concluido el acto, donde los flashes no 
					pararon de saltar para inmortalizar el momento, la fiesta 
					continuó hasta bien entrada la madrugada. 
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