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					Muchos melillenses no son conscientes aún de los que se 
					están perdiendo por no disfrutar de uno los lugares más 
					bonitos de la ciudad. La Granja Agrícola es para demasiados 
					un sitio sino desconocido, sí al menos desaprovechado. Y es 
					una pena porque se trata de un espacio verde precioso y 
					cuidado, con una flora que alegra la vista y estimula el 
					olfato.  
					 
					Los melillenses tienen a su disposición, desde hace casi 
					cuatro años, 6,5 hectáreas de terreno en el que es uno de 
					sus principales “pulmones”, junto con los Pinares de 
					Rostrogordo y los parques Hernández y Lobera. Un espacio que 
					cuenta con numerosas especies y en el que hay cerca de 
					50.000 plantas. Un lugar idóneo donde poder pasear 
					tranquilamente y disfrutar con la familia durante el tiempo 
					libre, dotado con vigilancia privada y un equipo de 
					jardineros y limpiadores que hacen de la Granja una de las 
					zonas más cuidadas y seguras de Melilla. 
					 
					Así, no es de extrañar que sea ya cada vez mayor el número 
					de ciudadanos que escoge este lugar para hacer deporte, ya 
					sea corriendo o simplemente caminando, un esfuerzo físico 
					que no sólo tiene como gratificación el sentirse bien con 
					uno mismo y prevenir enfermedades y dolencias, sino también 
					el disfrute de ver toda clase de plantas, aspirar aire puro 
					y toda clase de olores a cuál de ellos más agradable. Y el 
					que prueba, queda enganchado porque hacer ejercicio aquí 
					también supone un momento de relax. 
					 
					De igual modo, los pequeños no se quedan atrás porque en la 
					Granja Agrícola pueden disfrutar de cualquiera de tres 
					parques que hay en su interior, dos más infantiles y otro 
					para adolescentes y jóvenes, del que dan buena cuenta no 
					sólo quienes acuden de forma esporádica al lugar, sino 
					también -estos de forma más habitual durante el curso 
					escolar- los alumnos de los dos centros educativos vecinos 
					de la granja, como son el colegio Enrique Soler y el 
					Instituto Juan Antonio Fernández. Porque además de los 
					clásicos columpios y balancines, también cuenta con “un gran 
					barco” que hace las delicias de los niños. Ello sin contar 
					los aparatos que son propios de parques de atracciones, en 
					los que el espíritu aventurero se hace patente. 
					 
					Pero no todo son deportes y juegos, también hay momentos 
					para descansar en los bancos que hay repartidos por este 
					inmenso jardín y aprovechar esos instantes para la lectura, 
					ya sea del periódico del día o de un buen libro, mientras se 
					disfruta de la naturaleza en estado puro. 
					 
					Además uno de los puntos más espectaculares del recinto 
					situado entre la carretera Alfonso XIII y la carretera del 
					aeropuerto es el lago superior, que cuenta con un “géiser” 
					situado en el centro, que es capaz de proyectar chorros de 
					agua por encima de los diez metros, y otro inferior, 
					comunicados entre sí por un río artificial dotado con 
					represas. 
					 
					Diversidad de especies 
					 
					Una de las características principales del parque forestal 
					de la Granja Agrícola es la diversidad de especies con la 
					que cuenta el recinto, dividido en varios sectores. Así tras 
					la zona de la entrada donde hay plantados árboles formando 
					columnas, se encuentran bosques de coníferas, vegetación 
					típica de praderas, plantas de riberas y humedales, 
					vegetación pantanosa-cañaveral, especies propias de espacios 
					desérticos y arenales, un palmeral, así como vegetación de 
					un “bosque mediterráneo” y numerosas plantas aromáticas. 
					 
					Más de un centenar de árboles de hoja perenne y unos 
					seiscientos de hoja caduca, cerca de unos cuarenta mil 
					arbustos y tapizantes persistentes y más de doscientos 
					caducos, más de ciento cincuenta coníferas, por encima del 
					medio centenar de palmeras y plantas palmiformes, casi 
					trescientas cactáceas y agaváceas, más de cuatrocientas 
					plantas acuáticas y más de un millar de unidades de plantas 
					herbáceas de temporada.  
					 
					Todo un lujo al alcance de los melillenses y que no se 
					entiende que no sea aprovechado por muchos más ciudadanos. 
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