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                     En un Estado democrático como el 
					que tenemos la única opción que nos queda, para poder 
					cambiar algo del sistema, son las urnas. Los votos 
					depositados en las mismas, que duda cabe, pueden originar un 
					cambio en el sistema, haciendo variar lo que no nos guste de 
					los mismos. 
					 
					Toda manifestación realizada contra ese sistema, que no sea 
					pasar por las urnas, queda reducida a la nada, salvo salir 
					en las primeras páginas de los periódicos y en los 
					telediarios durante no mucho tiempo porque, sin duda alguna, 
					llegarán otras noticias de actualidad, que todas esas 
					manifestaciones pasarán a un segundo término, recogidas en 
					algún suelto de los rotativos y sin ser nombrada en ninguno 
					de los telediarios, además del cansancio que puede producir 
					en el personal que, cada día, irán perdiendo interés en esas 
					manifestaciones que incluso para algunos que las apoyaban 
					empiezan hasta ser molestas. Todos los días el mismo plato 
					llega a cansar, y lo que es peor a aburrir. 
					 
					Han cumplido su misión, dándose a conocer y con ello el 
					descontento que había entre gran parte de la población que 
					está de acuerdo con algunos de los principio mostrados por 
					los llamados “indignados”. 
					 
					Según dicen los que llevan el asunto, en toda España pueden 
					contar con un millón de seguidores, cantidad más que 
					respetable para buscar un partido político que más se 
					asemeje a sus ideas y vaciar en las urnas sus votos a favor 
					de ese partido que, sin duda alguna, defenderá en el 
					hemiciclo esas ideas que muchos compartimos, sobre todo en 
					que hay que cambiar el sistema electoral y dejar de ayudar a 
					los que más tienen, entre ellos los banqueros. 
					 
					Ese millón de votos, volcado en el partido que mejor puede 
					representar y defender esas aspiraciones que tanto 
					compartimos, le daría al partido al que han volcado sus 
					votos más de treinta diputados que ya es un número a tener 
					en cuenta, y con fuerza en el hemiciclo. 
					 
					Eso no significa que los “indignados” se politicen es, 
					simplemente, el apoyo a un partido, que si no cumple las 
					expectativas, a los cuatro años se les manda al ostracismo. 
					El mayor error que podrían cometer es politizarse, pues 
					entonce sólo sería una traición a ellos mismos y a cuantos 
					les han apoyado se les volverían las espaldas y, entonce, 
					las cañas se les volverían lanzas. 
					 
					Ya ha salido el espabilado de turno. Cayo Lara, líder de IU, 
					que pide al 15 – M que se politice ofreciéndole la mano 
					tendida para cuanto necesiten. 
					 
					Es comprensible la actuación del líder de IU, prestándole 
					todo su apoyo, pues de todos es conocida la mano ancha que 
					existe en los países de gobiernos comunistas, caso de Cuba o 
					Venezuela, y lo maravillosamente que acogen a todos sus 
					disidentes cuando acampan en sus más céntricas plazas, 
					llevándoles a los acampados todo cuanto necesitan e incluso 
					les acompañan en sus escritos contra el régimen. 
					 
					Cuántos disidentes, en estos países, tienen la enorme suerte 
					de tener libertad de expresión y decir lo que quieren decir 
					contra el régimen sin que nadie les moleste. Y es que en la 
					frialdad de las celdas no les moleta nadie. ¡Será por 
					libertad! 
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