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					Una paciente ingresada en la planta de Psiquiatría agredió 
					ayer por la mañana a dos celadores, primero a una 
					trabajadora que la atendía, y después al jefe de celadores 
					que intentó ayudarla y se llevó un mordisco. Ante este nuevo 
					caso de violencia, algunos sindicatos reclaman medidas como 
					que los trabajadores tengan pulsadores antipánico y que el 
					Ingesa amplíe el número de vigilantes de seguridad. 
					Una celadora sufrió en la mañana de ayer la agresión de una 
					paciente de la Planta de Psiquiatría en la que estaba 
					trabajando. Cuando el jefe de celadores en funciones acudió 
					a ayudarla se llevó un mordisco por parte de la paciente. La 
					celadora tuvo que ser atendida en Urgencias con varias 
					contusiones. 
					 
					Algunos de los sindicatos han denunciado este hecho. Una vez 
					más, reclaman que haya más vigilantes de seguridad. 
					“Exigimos que haya un vigilante específico para esta unidad, 
					porque si no se quedan vendidos”, explicaba Javier Montero, 
					secretario general de USO (Unión Sindical Obrera). Desde el 
					sindicato recuerdan que esta es una petición que ya llevan 
					bastante tiempo haciendo, y que además han solicitado que 
					los trabajadores de la unidad de Psiquiatría puedan tener 
					consigo un pulsador antipánico, del que pudieran hacer uso 
					en estas situaciones. 
					 
					Por su parte, Ángel Lara de Comisiones Obreras (CCOO) 
					lamenta también los hechos acontecidos e incide en las 
					mismas demandas. “Por un lado, los trabajadores deberían de 
					tener pulsadores antipánico; por otro, y es lo más 
					importante, necesitamos más vigilantes; vuelve a ocurrir lo 
					mismo de siempre, la plantilla es insuficiente”, alertaba 
					desde CCOO. Desde UGT (Unión General de Trabajadores), a su 
					vez, se sumaban a las mismas reclamaciones. 
					 
					Protestas de la plantilla 
					 
					“Nos llaman de todo menos bonita”, protestaba una de las 
					celadoras de Urgencias, tras producirse la agresión. “De 
					puertas afuera no hay ningún vigilante, y en Urgencias no 
					pasa un día en el que no tengamos algún problema”, agregaba. 
					“Yo vengo aquí a trabajar, no a que me insulten”, se 
					lamentaba la celadora. “Ni a que nos torteen”, agregaba su 
					compañera, otra de las celadoras. A su vez, mientras 
					solicitaban que la Dirección Territorial del Ingesa 
					contratase a vigilantes de seguridad, señalaban otro tipo de 
					consecuencias: “La semana pasada robaron el alargador donde 
					se enchufan las máquinas”. 
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