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OPINIÓN - JUEVES, 9 DE JUNIO DE 2011

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Uno de los mayores problemas que tenemos los seres humanos es el no querer reconocer que, en ciertas profesiones o cargos, se tiene fecha de caducidad. Por eso me hace gracia cuando escucho, a alguna persona metida en años, decir que se encuentra como un chiquillo.

He conocido a muchos artistas que a pesar de cumplir años ha querido seguir siendo lo que fueron pero que, indiscutiblemente, con el paso del tiempo ya no lo son. Y no lo son porque la juventud viene empujando y pidiendo paso, ofreciéndole al público lo que ya ellos no les pueden ofrecer.

Estos casos se dan mucho, sobre todo, en los humoristas que se niegan a decir adiós a una profesión de la que fueron artistas destacados en el humor pero que, a lo largo de los años, contando siempre el mismo repertorio han cansado al público, mientras nacían otros artistas jóvenes que estaban, con sus nuevos repertorios, habiendo auténtico furor en el público.

La vida es así, y nada ni nadie la va a cambiar, mientras existan todos aquellos que, a pesar del paso de los años, habiéndose quedados atrasados en sus profesiones, se consideren aún indispensables.

Poro esto que les ocurre a los humoristas, de los que antes hablábamos, ocurre también de la misma manera entre la clase política, que cuando se aferran al sillón, no hay quienes les echen ni con agua caliente.

Poco les importa que el público, cansado de escuchar de su boca siempre lo mismos comentarios, le vuelvan la espaldas y se nieguen a darle los votos que les permitirían seguir en su sillón de poder.

Nada les importa, ni siquiera sus discursos medievales, basados en una época ya pasada de moda que a nadie les importa ni les interesa. O sea igual que esos humoristas, de los que les hablábamos, que siguen con el mismo repertorio, sin darse cuenta de que el público está cansado de escuchar siempre lo mismo.

Su empeño en mantenerse en primera línea es tal que llegan a pastar con el mismo diablo si es necesario para seguir agarrado al sillón.

Puede que a algunos les cause pena el caso de estas personas que no saben que su tiempo ha pasado y que, en los momentos actuales, de querer continuar siendo lo que fueron, sólo les lleva a hacer el ridículo y a servir de mofa a la gente joven.

Por cierto cuando estos acabados, sin darse cuenta de que su tiempo ha pasado, largan ante el personal joven, sus retrógrados discursos. La juventud se dedica a bostezar en el mejor de los casos. En el peor de los casos, se dedican a patear y silbar esos discursos trasnochados y de otra época ya en el olvido.

Y es que, cuado esos discursos antidiluvianos son lanzados por estos acabados, al final de los mismos el personal dice: “lo bien que habla, pero me ha parecido un discurso de ese genio del humor que se llama Cantinflas, habla mucho pero nadie se entera de nada de lo que quiere decir”. Lógico que la gente joven piense así, son discursos antidiluvianos y de una época que ellos no conocieron,

Como los humoristas malos, estos politiquillos del tres al cuarto siguen manteniendo el repertorio de los años 70. Y encima se creen genios de la política. ¡Anda, ya!
 

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