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                     Recuerdo que cuando volví a mí 
					barrio, después de una buena temporada ganándome las 
					habichuelas por esos mundos de Dios, me chocó fuertemente 
					ver como algunos niños, no de los llamados “capitalistas”,se 
					dedicaban a poner un pequeño mercadillo en las aceras 
					vendiendo TBO, “El Guerrero del antifaz, Roberto Alcazar y 
					Pedrin, Juan Centella, El Jabato y otras series de tebeos de 
					aquella época que tanto nos gustaba a los chavales de por 
					aquel entonces. 
					 
					El monopolio de la venta de los tebeos la tenía uno de esos 
					hijos de papá, que después de leerlos los ponía a la venta, 
					por la entonces gran cantidad para los “capitalistas”, de 
					una perra chica. Una moneda de cobre que para los hijos de 
					papá la tenían de sobra, pero que para los “capitalistas” 
					era una fortuna. 
					 
					Nunca me han gustado los monopolios, ni los abusos de poder, 
					por eso como “capitalista” de verdad, había traído unas 
					pocas de pesetas, decidí irme al estanco de Pepita que 
					estaba situado en la Plaza de Azcarate, y que aún sigue 
					allí, comprándole el último TBO, ese que traía las 
					historietas de Zipi y Zape, las Hermas Gilda, La familia 
					Ulises, Carpanta y los inventos del doctor Frank entre otros 
					personajes, añadiendo a esa compra, lo último que había 
					llegado del Guerrero del Antifaz, Juan Centella, Roberto 
					Alcazar y Pedrin, el Jabato y algo que me fascinaba por sus 
					perfectos dibujos, “Hazañas Bélicas”. 
					 
					Una vez leídos, llamé a un amigo mío, “capitalista” como yo, 
					se los regalé con la condición de que cuando los hubiese 
					leídos, pusiese su mercadillo correspondiente y los 
					vendieses, haciéndole la competencia al monopolio que tenía 
					montado el hijo de papá. 
					 
					No se cómo no le dio algo al hijo de papá, cuando vio a mi 
					amigo poner su mercadillo, vendiendo lo último que había 
					llegado al mercado. Sentí una satisfacción enorme, ver la 
					cara que puso el nene. 
					 
					Como no podría ser de otra forma, llamó a un amigo que más 
					bien parecía el primo de Zumosol, para darle un susto a mi 
					amigo, cosa que me obligó a intervenir poniendo paz entre 
					los contendientes. Por suerte, el primo parecido a Zumosol, 
					aceptó las explicaciones y mi amigo y yo nos libramos de una 
					buena. 
					 
					El tiempo ha pasado y sigo pensando igual, no me gustan los 
					monopolios y los que quieren imponerse a los demás por la 
					razón de la fuerza, que no por la fuerza de la razón. 
					 
					Pero esa clase de “nenes”, hoy día han sido ejemplos para 
					muchos personajillos de medio pelo, que se creen con todo el 
					derecho del mundo a ser los únicos que haya en el mercado.
					 
					 
					No han echado manos del primo de “Zumosol” cosa, por cierto, 
					que hoy no me asustaría lo más mínimo. Han cambiado el primo 
					por otros personajillos de medio pelo, a los que usan como 
					marionetas para conseguir el objetivo de seguir siendo el 
					dueño de todo el monopolio. 
					 
					Son como los hijos de papá, aunque catetos jarto sopas que 
					no aciertan a comprender que estamos en el siglo XXI, que el 
					Sol sale para todo el mundo, sin que por tener un amigo con 
					gorra y pito, personajillo de medio pelo, pueda hacer que el 
					Sol solo le caliente a él. ¡Ay cuantas gorras y pitos hay 
					repartidas, entre personajillos de tres al cuarto y 
					politiquillos de medio pelo. 
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