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OPINIÓN - SÁBADO, 11 DE JUNIO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Última comparecencia de Yolanda
Bel como Portavoz del Gobierno


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Por el momento. Ayer última comparecencia de Yolanda Bel como Portavoz del Gobierno en la extinguida legislatura y el próximo viernes iniciaremos con todos los fastos y boatos un nuevo periodo del Gobierno de Juan Vivas, el antepenúltimo probablemente o acaso nos quedemos escasos a la hora de delimitar los años. Y si algo hay que destacar de estos cuatro años que han pasado en un soplo “contemplando, como se viene la vida, como se pasa la muerte, tan callando” que diría Jorge Manrique en las “Coplas a la muerte de mi padre”, tal vez el mejor poema de la lengua española, repito si algo merece ser destacado es la labor de Yolanda Bel al frente de esas ruedas de prensa expositivas y explicativas que siempre ha sabido superar con sus dotes de nadadora experta en largas distancias.

Porque la Portavoz se ha enfrentado a días “de vino y de rosas” pero también a circunstancias delicadas, incómodas y algunas francamente amargas. Y lo ha hecho sin que se le mueva un pelo del flequillo, siempre correcta, muy esquemática en sus exposiciones, llevando los deberes hechos y los asuntos, todos ellos, muy bien preparados. Porque en esas ruedas de prensa ante los medios en las que Yolanda es especialista muy cualificada, le pueden plantear cualquier tema o preguntar sobre cualquier dilema y siempre y en todo momento esta mujer de partido tiene que “saber estar” y encima saber estar “a la altura” porque ha sido la imagen de todo un equipo de Gobierno que ha confiado en esta joven que, tras su aparente fragilidad esconde una voluntad templada como el mejor acero de los cañones de los Krupp (/este es un símil muy utilizado durante la II Guerra Mundial) eso si, cuando hay que españolizar y reciclar en coloquial lo del acero de los cañones se puede hacer culta e histórica alusión a los conquistadores cojones de Mío Cid ya que del ADN de Rodrigo Días de Vivar descendemos el que más, el que menos y el que medianamente echó los arquetipos allá por Atapuerca, es decir, los españoles.

Yolanda Bel ha dado la mejor y más adecuada y consistente imagen del PP que pueda desearse porque va por la línea cercana y culta de Esperanza Aguirre pero con la mayor campechanía de una Rita Barberá. La valía no se le supone sino se le detecta con solo seguir su trayectoria humana y apreciar el sentido de disciplina y esfuerzo que parece dirigir sus actuaciones.

Nada de improvisaciones al azar, todo a fuerza de estudio y de análisis y con un sentido de la responsabilidad que exuda en cada comparecencia. Ni una salida de tono, ni un titubeo, si acaso una pizca de frialdad muy british cuando la pregunta o la cuestión han rozado la impertinencia. Pero master en Protocolo y Relaciones Institucionales. Si Yolanda impartiera un doctorado en lenguaje y saber estar político-institucional asistiría hasta el Presidente del Gobierno de la Nación sea cual fuere su signo.

Magnífica elección la de Juan Vivas al optar por este “alter ego” con flequillo inteligente y brillante que es referencia para las féminas del PP. Yolanda vale. Eso es evidente. Eso es de cajón.
 

La calle Ceuta: donde Madrid pierde su nombre


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Se impone una protesta formal al más alto nivel y un encuentro en la cumbre entre Aguirre, Gallardón y Vivas para dilucidar el incidente que es más bien un accidente provocado por dejación u omisión ¿O tal vez por simple mala leche?.

Les cuento, me encuentro destacada en Madrid por temas profesionales (aunque no seré de las que “tome” el Congreso si los 15M lo “toman”) y me esperaba el ilusionado descubrimiento de que en la capital existe una calle de Ceuta. Maravilloso. Igualito que en Lisboa donde una espléndida avenida que sale de la ciudad en dirección al puente es la Avenida de Ceuta representando una muestra de la consideración más distinguida y un guiño de complicidad hacia la patria chica de Enrique el Navegante. Tan solo me indicaron que se encontraba “por Bravo Murillo” que es allá donde Cuatro Caminos comienza a tomar aires sandungueros e hispanos, pero el taxista titubeó cuando le indiqué donde iba y me dijo con vaguedad que se encontraba “por el mercado de Tetuán”.

Yo recordaba esa zona de mis años mozos de finales de los setenta, cuando trabajé en la lobreguez de Silva 23 esquina Gran Vía donde se encontraba la modesta sede de Alianza Popular, entonces era un lugar castizo y chulapón que tenía mucha gracia y muy buen ambiente. Entonces. El Tetuán madrileño es ahora distinto y justo al lado del mercado encontré una calle que subía, de hecho comprobé que era la calle más deteriorada, cochambrosa y siniestra del enclave. Zona de Ñetas y de Latin Kings, eso sí había una farmacia, una tienda de chorizos y jamones, unos veinte duros y un bar con aspecto de contar entre su clientela a lo más selecto de los grupos anteriormente citados. También pasaban algunos mendigos rumanos, pobrecitos, pero la calle Ceuta estaba bastante desértica ¿Quién iba a querer pasear por esa decrepitud? ¿Y qué imagen mental tendrán los vecinos de la zona, mayoritariamente hispanos y algunos españoles, de la Ciudad Autónoma? Un hombre me explicó que habían bautizado a la calle con el nombre de Ceuta porque estaba junto al mercado de Tetuán, en plan guasón.¡Miren que ocurrentes! Se imponen requerimiento, notificación, apercibimiento y exigencia de retirada del nombre a la calle con públicas peticiones de disculpas y algún acto protocolario de desagravio.

¿Y con esa representación en Madrid más el inri del destartalado tren que viene hasta Algeciras queremos que los madrileños se olviden del cemento de Benidorm y vengan a Ceuta ¡Imagen más deplorable es imposible! No sé si las fotos hacen honor a la realidad, para mi magín que tienen mejor apariencia que la que se palpa en el corazón de esa especie de tugurio reconvertido en vía urbana donde fotografié lo más representativo porque había cosas peores al final de la calle. Cosa tenebrosa. Bofetada sin mano. Desprestigio. Envidia pura y dura por la preciosa Avenida de Ceuta lisboeta.

Deprimida entré en el barezucho donde en la puerta un cartel advierte que solo pueden usar los urinarios los clientes que consuman. Los dominicanos que se acodaban en la barra debían ser pudientes porque iban rapados y con cadenas de oro y las camisetitas de tirantes las llevaban limpias, luego habían otros extranjeros, pero ya no supe identificar origen ni procedencia. Todo muy depauperado. Pero no por la crisis, eso debió ser asqueroso hasta en el reinado de Aznar y con anterioridad, desde siempre.

La solución es retirar las placas con el nombre y bautizar la travesía con algo más acorde con la realidad, porque “eso” ni es ni parece Madrid, allí Madrid pierde su nombre y seguramente para jodernos, al haber perdido su nombre van y le ponen el nuestro.
 

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