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					Según queda acreditado, la Ciudad de Ceuta comparece ante 
					esta Cámara para defender la toma en consideración de una 
					iniciativa legislativa que tiene por objeto consolidar y 
					mejorar el régimen de bonificaciones en las cuotas a la 
					Seguridad Social que fue aprobado en diciembre de 2003, en 
					orden a situar la bonificación en el 50% de las referidas 
					cuotas –ahora es del 40%– y de extender su aplicación a 
					todos los sectores económicos. Una iniciativa que merece ser 
					calificada de excepcional y trascendental. 
					 
					Excepcional, por ser la primera vez que nuestra ciudad 
					utiliza este recurso legal contemplado en nuestro Estatuto 
					de Autonomía; y trascendental por afectar a un asunto de 
					vital importancia para el presente y porvenir de nuestra 
					ciudad. La necesidad de poner al día y fortalecer los 
					incentivos económicos y fiscales que están concebidos para 
					atender las especiales dificultades que en nuestras dos 
					ciudades concurren en relación con la cobertura de 
					determinados servicios esenciales, el desenvolvimiento de la 
					actividad productiva, y la creación de empleo. Unos 
					incentivos que, en suma, son expresión material del 
					principio de solidaridad territorial que sanciona nuestra 
					Constitución y que, por tal motivo, no deben verse 
					perjudicados por la obligada, e inexcusable, contención del 
					gasto no esencial que impone la dura situación 
					presupuestaria y financiera que estamos sufriendo. 
					 
					Siendo consecuente con la comentada trascendencia del 
					asunto, y considerando que, en la medida de lo posible, el 
					reconocimiento del hecho diferencial de nuestra ciudad no 
					debe estar sometido a la confrontación partidista; la 
					iniciativa que hoy defendemos ha contado, y cuenta, con el 
					respaldo de todas las formaciones políticas de nuestra 
					Asamblea y de todos los agentes económicos y sociales. Con 
					base en estos mismos argumentos y procurando ser fiel al 
					mandato recibido, mi intervención tendrá un carácter 
					marcadamente institucional, al servicio siempre del deseado 
					encuentro y acuerdo. 
					 
					Señor presidente, señorías, creo que defendemos una 
					iniciativa plenamente justificada, y, sin duda alguna, 
					necesaria. 
					 
					Justificada y necesaria porque no existe ningún otro lugar 
					de España en el que concurran, de manera simultánea y 
					acumulada en cuanto a sus efectos, los condicionantes, las 
					limitaciones y las dificultades que, para el desarrollo 
					económico y la creación de empleo, se dan en nuestras dos 
					Ciudades Autónomas. No existe ningún otro lugar dentro de 
					España en el que, a las dificultades propias de la 
					extrapeninsularidad, se sumen la extrema escasez de suelo y 
					otros recursos naturales; los elevadísimos precios de las 
					comunicaciones con la península; el reducido tamaño del 
					mercado local; y el asimismo singular hecho fronterizo.  
					 
					Un hecho fronterizo que, al margen de provocar una fuerte 
					presión migratoria en todas sus variantes y altas cotas de 
					exigencia en la cobertura de determinados servicios 
					esenciales –dadas las abismales diferencias de niveles de 
					vida y de protección social entre ambos lados de la 
					frontera–, no supone en la práctica una oportunidad para 
					abrir nuevos horizontes a la economía local en condiciones 
					de estabilidad, por causa de conocida actitud de las 
					autoridades del país vecino que estrangulan, coartan e 
					impiden cualquier posibilidad de desarrollo conjunto basada 
					en la complementariedad, en la cooperación y en la 
					normalización de las relaciones económicas y comerciales. 
					 
					Como consecuencia de todos estos condicionantes, unos costes 
					de producción y de distribución de bienes y servicios 
					sensiblemente superiores a los del entorno territorial más 
					próximo; unas peores condiciones de competitividad; y un 
					tejido productivo que se ve y se siente, con razón, incapaz 
					para sortear tan acuciantes dificultades. Como consecuencia, 
					un paro endémico que supera el 30% de la población activa. 
					Como consecuencia, condiciones de marginalidad y grave 
					riesgo de inestabilidad y quiebra social. Además, estos 
					mismos condicionantes penalizan la residencia en nuestras 
					dos ciudades, por la vía del encarecimiento de determinados 
					bienes y servicios indispensables. 
					 
					Esta es, señorías, una realidad singular e incontestable y, 
					por tanto, verificable; como también lo es, que gracias al 
					esfuerzo de todos, se ha experimentado una profunda 
					transformación urbana y dotacional, con avances notables en 
					equipamientos e infraestructuras de diversa índole, con 
					mejoras significativas en la calidad de los servicios, y con 
					un evidente proceso de convergencia con la renta per cápita 
					nacional. Pero, insisto, la potenciación del tejido 
					productivo y de su capacidad para generar empleo sigue 
					siendo una asignatura pendiente desde que nuestra 
					integración en la Unión Europea junto con otras decisiones 
					vinculadas al interés nacional acabaron con un modelo 
					económico que estaba basado en la condición peculiar de ser 
					territorio franco aduanero.  
					 
					Casi todas las voces autorizadas consideran que para 
					afrontar, de manera realista y responsable, la mencionada 
					asignatura pendiente se requiere activar, con la suficiente 
					determinación y amplitud de miras, los incentivos que sean 
					eficaces para amortiguar los efectos de los condicionantes 
					singulares en el coste de producción y distribución de 
					bienes y servicios; para hacer atractiva la inversión y la 
					localización empresarial; para mejorar la competitividad y 
					la productividad; y para, en definitiva, aprovechando las 
					fortalezas y oportunidades existentes, explotar todo el 
					potencial de crecimiento con que cuentan los sectores del 
					turismo, las actividades portuarias, el comercio, y los 
					servicios en general. Se requiere, en suma, fortalecer uno 
					de los renglones más relevantes de los señalados incentivos: 
					el vigente régimen de bonificaciones en las cuotas a la 
					Seguridad Social cuya mejora constituye el objeto de la 
					iniciativa que nos convoca; una medida que, por otra parte, 
					ha tenido, desde su implantación, un impacto positivo en el 
					mantenimiento y creación de empleo, según demuestran las 
					evaluaciones practicadas. 
					 
					Al hilo de lo hasta ahora manifestado, dos precisiones 
					merecen ser subrayadas: 
					 
					Una, que la medida ha de tener carácter estructural, dado 
					que también tienen naturaleza permanente e irreversible los 
					condicionantes que la justifican; y 
					 
					La otra, que, de acuerdo con la actual regulación, su 
					aplicación debe repercutir tanto en las empresas como en los 
					trabajadores, al objeto de, en este caso, contribuir a 
					paliar los efectos que en el coste de la vida provocan los 
					tantas veces mencionados condicionantes, y de esta forma 
					despenalizar la residencia en nuestras dos ciudades y 
					favorecer el arraigo de la población en las mismas. 
					 
					Confío en que la unanimidad con que fue respaldada en 
					nuestra Asamblea la aprobación de la iniciativa que hoy 
					defendemos tenga fiel reflejo político en esta Cámara a la 
					hora de tomarla en consideración, máxime si se aprecia que 
					ello no impide aprovechar la correspondiente tramitación 
					parlamentaria para, con base en las negociaciones llevadas a 
					cabo y trabajos realizados desde el mes de octubre del 
					pasado ejercicio, concretar, acotar y graduar lo que se 
					estime apropiado. Como tampoco impide la referida toma en 
					consideración plantear en un futuro próximo otras vías 
					alternativas que conduzcan al mismo fin. 
					 
					Pero sobre todo confío en la sensibilidad de esta Cámara 
					para comprender las especiales circunstancias que en 
					nuestras dos ciudades concurren; para entender, por encima 
					de posiciones partidistas, que Ceuta y Melilla necesitan del 
					apoyo solidario, decidido, suficiente e insustituible, de 
					los poderes públicos del Estado, si de verdad se quiere 
					viabilizar una estructura productiva que permita combatir, 
					en condiciones de estabilidad, el drama social del paro que 
					de manera crónica se sufre, y favorecer el arraigo de la 
					población. Unos objetivos vitales para el porvenir de dos 
					ciudades, atractivas y abiertas, que quieren mirar al futuro 
					con ilusión y optimismo; que se sienten respaldadas por el 
					resto de España; y que realizan, de manera natural y 
					cotidiana, una decidida apuesta por un modelo de convivencia 
					digno de ser observado; un modelo de convivencia basado en 
					el respeto y aprecio por la diversidad cultural, en el 
					imperio de la ley, y en la supremacía de los valores 
					democráticos. 
					 
					Antes de terminar con esta breve intervención, y 
					considerando tanto la ya comentada trascendencia del asunto 
					como el hecho de que han trascurrido cerca de tres años 
					desde que se presentó la iniciativa que hoy se aborda, me 
					permito solicitar de esta Cámara que, en caso de que 
					prospere su toma en consideración, se impulsen y agilice los 
					ulteriores trámites parlamentarios hasta el límite de lo 
					posible. 
					 
					En fin, señorías, creo, con toda sinceridad, que la ciudad 
					de Ceuta está defendiendo, y ustedes van a valorar, una 
					causa justa y de gran calado; una iniciativa que encuentra 
					el más sólido de sus argumentos en dos pilares de nuestra 
					Constitución: 
					 
					El derecho de todos los españoles a ser iguales en niveles 
					de vida, en el acceso a los servicios públicos, y en 
					oportunidades, con independencia de que residan en la 
					península, en las islas o en nuestras dos Ciudades 
					Autónomas; y,  
					 
					La obligación de los poderes públicos de velar por un 
					equilibrio territorial adecuado y justo. 
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