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cultura - MIÉRCOLES, 15 DE JUNIO DE 2011


jaume sanllorente. cedida.

jaume sanllorente / FUNDADOR ‘SONRISAS DE BOMBAY’, XIII PREMIO CONVIVENCIA
 

«Tuve muy claro que somos responsables del mundo en el que vivimos, por eso creé ‘Sonrisas de Bombay’»

El fundador de la ONG catalana galardonada
con el XIII Premio Convivencia, Jaume Sanllorente, se siente “doblemente orgulloso”, no sólo por el galardón, también porque la comunidad hindú de Ceuta propusiera su candidatura
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El fundador de la ONG catalana ‘Sonrisas de Bombay’, Jaume Sanllorente, recuerda perfectamente por qué creó la institución humanitaria que este año le ha alzado como ganador del XIII Premio Convivencia. “Tuve muy claro que somos responsables del mundo en el que vivimos porque el mundo no va a cambiar solo. Cuando vi el orfanato por primera vez, decidí dejarlo todo y crear ‘Sonrisas de Bombay’”, se sinceró el, además, periodista y escritor, quien reconoce haberse sentido ”doblemente orgulloso” cuando le comunicaron la noticia, no sólo por el galardón, también “que la comunidad hindú de Ceuta propusiera mi candidatura en un premio que han obtenido personas a las que admiro, tales como Vicente Ferrer”.

Pregunta.- La labor humanitaria que está desarrollando la ONG que usted ha fundado, ‘Sonrisas de Bombay’, ha sido galardonada con el XIII Premio Convivencia, ¿qué tal ha tomado la noticia que, además ha conocido mientras realiza un tour por España?

Respuesta.- Estoy muy, muy contento, y muy honrado porque, además, personas a las que admiro como Vicente Ferrer o Adolfo Suárez han recibido este galardón, que no me esperaba y que, en ningún momento, la organización propuso. Además, la candidatura llegó de manos de la comunidad hindú de Ceuta por lo que es doblemente importante para mí ya que personas de nacionalidad india han propuesto a ‘Sonrisas de Bombay’ para este premio que, sin lugar a dudas, tiene un gran prestigio.

P.- Curiosamente fueron unas vacaciones las que le hicieron reflexionar y tomar la decisión de trabajar por los niños de Bombay, ¿cómo experimentó ese cambio radical de forma de vida?

R.- Hace ya casi siete años que viajé, por primera vez, a Bombay, donde conocí un pequeño orfanato que se encontraba en una situación difícil, entonces, tuve muy claro que todos somos responsables del mundo en el que vivimos y que si no hacemos nada nosotros, el mundo no va a cambiar por sí solo. Somos nosotros los que causamos el futuro de la civilización, del mundo y de la sociedad, cada uno le pone un nombre distinto. Entonces tuve muy claro que tenía que volver a Barcelona, dejar mi trabajo, dejarlo todo, conseguir el dinero de donde fuera y plantarme en Bombay para ayudar a que el orfanato siguiera creciendo en forma de organización, ‘Sonrisas de Bombay’. Siete años después, ha permitido que aquellos 40 niños de un principio hayan ascendido a más de 6.000 beneficiarios sobre los que hemos influido en sus vidas.

¿Cuántas personas se esconden detrás de ‘Sonrisas de Bombay’?, ¿Voluntarios?

R.- Entre trabajadores directos e indirectos, es decir, personal, directores de oficina, profesorado y doctores, unas 300 personas. No trabajamos con voluntarios, es decir, tenemos voluntarios en España para actos pero no trabajamos con cooperantes porque cada realidad y contexto es distinto y Bombay es una ciudad muy desarrollada, con mucho personal y no hay nada que esté fuera y no esté dentro de Bombay, por lo que no hay nadie que pueda aportar nada que no esté ya allí directamente.

P.- ¿Vendrá usted en persona para recoger el galardón que le ha concedido la ciudad autónoma?

R.- Tenemos que cuadrar fechas porque estoy en plena promoción de mi última novela, ‘La canción de la concubina’. Ha sido casual también que, precisamente, que ahora esté en España con lo cual se intentará coordinar las agendas para ir yo, personalmente. Creo que lograremos encontrar un día porque me haría mucha ilusión; sería mi primera vez y qué mejor que visitar una ciudad por este motivo, un privilegio.

P.- Tras lograr fundar la ONG y responder de esta forma tan inmediata a la imperiante necesidad que padecían tantos niños en Bombay, ¿cree que sus metas ya han sido alcanzadas o se considera ambicioso?

R.- Si la ambición significa llegar a ayudar a más gente, cubrir a más personas, pues, lógicamente, sí que la ambición es algo bueno. De todas formas, la ambición, sobre todo en este plan estratégico para los próximos años de ‘Sonrisas de Bombay’, consiste más en la calidad que en la cantidad, sin lugar a dudas. Luego, a nivel personal, al margen de la organización, soy escritor y periodista, y esta última novela denuncia, por ejemplo, la lacra del tráfico humano en Filipinas, en Manila, concretamente. Así que intento también que mi figura o perfil como periodista sí contribuya siempre a desenmascarar lacras que, a veces, creemos que no existen pero sí existen en el mundo y podemos hacer cosas para impedirlas.

P.- Y en esa tarea que usted mismo se ha encomendado a través del periodismo para desenmascarar lacras sociales, ¿dónde quedan el riesgo y el miedo?

R.- No tengo miedo pese a haber tenido que ser escoltado por la Policía durante una época de dos años, cuando escribí ’Sonrisas de Bombay’, ya que estaba amenazado. Lo que más miedo me da es tener miedo algún día.

P.- ¿Y cómo compatibiliza tener un pie en cada continente?

R.- En los últimos años casi siempre he estado en India o, en este anterior, estuve en Filipinas para escribir el libro. A España vengo muy poco.

P.- ¿Y qué ha visto en Bombay para decidir construir su futuro tan lejos de los suyos?

R.- Tengo proyecto, básicamente. Lo que no voy a referir, desde luego, es la tendencia de la prensa a escribir una imagen más bucólica de que allí se es tan feliz. Para nada porque Bombay es una ciudad muy dura, con muchísima pobreza, donde el 60% de sus 20 millones de habitantes sobreviven en la extrema miseria y, como bonita, no tiene nada. Desde luego, con mi familia y mis amigos se esta mejor pero bueno, he asumido un compromiso con mi cargo actual como director general en la organización que he creado.

P.- ¿Qué siente cuando con un simple gesto, una sonrisa o una palabra le agradecen su labor?

R.- Una sonrisa no significa que sean felices. Sonríen porque tienen otro concepto y son mejor educados que nosotros, la verdad; más corteses, no están tan adulterados por muchas cosas y la prueba es, precisamente, que el indio de clase media o alta sonríe muy poco y está demostradísimo. Entonces cabe plantearse por qué una persona con menos dinero es más educada, en muchos casos, que una persona con más poder adquisitivo.

P.- ¿Le gustaría enviar un último mensaje a los ceutíes?

R.- Simplemente, que estoy muy contento con este premio, en el que además nos han propuesto personas indias, que para mí es un honor, y que, lo más seguro, es que sea yo el que vaya a recogerlo personalmente. Además, nos viene muy bien este premio en un año en el que la crisis nos está afectando a todos y a este sector también, con lo cual, que se haya decidido mantener la misma cuantía, nos va de maravilla.
 

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