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cultura - MIÉRCOLES, 15 DE JUNIO DE 2011


Julio y Javier,. gardeu.

reportaje / escuela de artistas
 

¡Que empiece la función!

Los niños y niñas del Estudio de Danza ‘Terpsícore’, que celebraron la semana pasada su gala de fin de curso en el Salón de Actos del Palacio Autonómico, realizaron ayer los exámenes de grado; uno de sus objetivos es demostrar que bailar es un arte apropiado tanto para chicas como chicos
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Billy Elliot les dejó huella. La historia de aquel niño de once años, hijo de un minero, que soñaba con ser bailarín, pese a las imposiciones de su padre que quería convertirlo en boxeador, marcó un hito. Aunque no son esas las referencias de Julio.

Julio tiene nueve años y dice que quiere ser bailarín profesional “como Ángel Corella”. Hace dos meses lo vio actuar en Ceuta y se quedó prendado de su trabajo. Es uno de los únicos tres chicos que aprenden ballet clásico en el Estudio de Danza ‘Terpsícore’, lo demás son niñas.

Javier es otro de esos chicos. Llevaba cerca de dos años queriendo apuntarse a la escuela, pero su hermana no le dejaba. O eso dice él: “Carlota no quería que yo fuese con ella a clase”. Carlota dice que ella no era la que no le dejaba, que a ella “le da igual”. Su madre lo confirma: “Salió la oportunidad de hacer de príncipe en una función, pero a la hermana no le hacía mucha gracia”. La madre, Cristina, que también es bailarina y da clases de sevillanas en el Estudio, explica que aún son muchos los prejuicios con los chicos bailarines: “Sigue habiendo insultos y yo no creo que eso cambie; es difícil que a un niño le guste el baile y cómo lo ven los demás no ayuda”.

Julio y Javi lo confirman. También ellos aseguran que sus compañeros del colegio los insultan por ir a clases de baile. “Nos llaman mariquita”, dice Julio. Pero a él no le importa, es un chico seguro y alegre, que sabe que bailar es también cosa de chicos.

De hecho, Julio y Javi no sólo pueden presumir de haberse aprendido un paso llamado ‘Transfer of way’ en un solo día –“Si es muy fácil”, explican–; sino, además, también de tener a casi todas sus compañeras de curso “enamoradas” de ellos.

Así lo aseguraron algunas de las niñas minutos antes de que empezase la función. “Lo que pasa es que las chicas son muy malas, tienen muy mal genio”, rebaten ellos. Fue el pasado viernes, cuando los miembros de ‘Terpsícore’, de tres años en adelante, demostraron su valía artística en el Palacio Autonómico. Una función, dividida en dos partes, en la que los jóvenes bailarines demostraron, a través de varias coreografías, lo que han aprendido a lo largo de este curso en sus clases de baile.

Los niños correteaban nerviosos y divertidos por el escenario minutos antes de la función. Algunos sueñan con convertirse en bailarines profesionales. Para otros es un entretenimiento. La profesora, Mairette Galindo, apunta otras ventajas: “Puede llegar a ser muy provechoso como complemento cultural y físico, es para niños con cualquier tipo de físico, le da grandes posibilidades y enseña al niño desde cómo pararse y caminar hasta cómo apreciar el arte en todas sus manifestaciones”.
 

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